El relato de este viaje comenzó en El comienzo de otro gran viaje
De nuevo se pone en marcha la maquinaria para desplazarme de escenario y en este caso arrancó a las seis y media de la mañana. A las siete estaba en el restaurante del hotel que me habían asignado comiendo mi desayuno y dopándome con todas las pastillas que tomo estos días (o no todas, solo la tanda mañanera). Por las mañanas me hinco dos de beta caroteno para acumular y así no quemarme con el sol (equivale a protección +15) y junto a esta me tomo una de un complejo con diez tipos de vitamina B y algo de C ya que Luis me dijo que es bueno contra la malaria. Por las noches me pego otra del complejo de vitaminas B y también el Malarone contra la malaria ya que voy a pasar dos semanas en zona señalada como peligrosa para esta enfermedad (o más bien para esta y otras enfermedades ya que tengo una libreta de vacunas más completa que la que controlaba mi madre cuando era un parrulo).
A las siete y veinte hice el checkout y me planteé el tomar un taxi pero como el tío me dijo bien claro que no iba a usar el taxímetro, decidí andar hasta la estación del monorraíl que está a unos minutos del hotel y solo por la cara de incredulidad y odio profundo del hijoputa taxista hindú mereció la pena. Pensaba que el monorraíl iba a estar petado de gente yendo a trabajar pero no fue así y llegué hasta KL Sentral sin grandes problemas. La única molestia es que desde el punto en donde te deja el monorraíl hasta la estación de tren hay que caminar unos minutos bajo un sol de justicia y con dos mochilas se nota.
En la estación compré mi billete y facturé y al hacerlo pregunté y me confirmaron que en Camboya necesitaba una foto para el visado y veinticinco dólares. Como no tenía ni lo uno ni lo otro busqué en la estación y encontré una tienda fotográfica pero no abrían hasta diez minutos más tarde y cuando lo hicieron me tomaron la foto pero me dijeron que el revelado tardaba unos veinte minutos porque la mega-impresora de última generación se estaba calentando. Se me iba cerrando la ventana de tiempo para llegar a coger el avión pero como ya había facturado no me preocupé excesivamente y compré un puñado de dólares con los Ringitt que tenía. Recogí mis fotos, bajé al andén y esperé pacientemente hasta que el tren arrancó.
Al llegar al aeropuerto fui directamente al control de pasaportes en donde estamparon un nuevo sello en el mío y una vez concluido el trámite fui a la puerta de embarque en donde nos llamaron pasado un cuarto de hora. Volaba con Malaysia Airlines y hay que reconocer que son de puro lujo María. El avión era un Boeing 737 lleno hasta la bandera.
El vuelo duraba unas dos horas y nos dieron un almuerzo tempranero tras el cual caí dormido hasta casi el aterrizaje. Desde el aire Camboya se ve verde, muy verde. El aeropuerto es chiquitito, con una única pista de esas que termina en una especie de rotonda en la que el avión gira y vuelve por sus pasos para encaminarse a la terminal. Al llegar a la misma vemos una tira con VEINTI?N funcionarios de aduanas sentados en línea. El mito de la foto se cayó enseguida. Una persona no tenía y le dijeron que la visa le costaría un dólar más por no tener foto. El mito de los dólares también falló ya que justo antes de los funcionarios había un cajero que da dólares (en realidad todos los cajeros del país dan dólares, aquí su moneda se usa solo para el cambio pequeño).
A un funcionario le entregabas los impresos rellenos, a otro le dabas el dinero, otro lo contaba, otro lo comprobaba (mirándolo contraluz), otro comenzaba el proceso pegando algo en tu pasaporte y así cada uno hacía una pequeña tarea y cada tres uno comprobaba el trabajo de los anteriores. Tras pasar por cuarenta y dos manos te devuelven tu pasaporte con un megavisado y te diriges a otro lugar en donde otro funcionario comprueba que tienes visado (sí, yo también pensé lo mismo que tú estás pensando) y tras retirar el equipaje otro funcionario comprueba de nuevo el visado y te dejan salir.
En la puerta de llegadas, una marabunta de conductores de tuk-tuk y taxistas. Hay un mostrador en el que compras el bono para el tuk-tuk o para el taxi (supongo que para evitar que te estafen). Mi hotel mandó a un conductor de tuk-tuk a buscarme, el Señor Bun y este puso mi mochila en su cacharro y con esta forma tan cachonda de transporte salí del aeropuerto. Al contrario que los tuk-tuk de Malasia (o Macao), aquí son motocicletas a las que les añaden un remolque en el que pueden ir sentadas hasta cuatro personas si son extranjeros y tantas como quepan si son de Camboya.
En el viaje el aire recalentado te golpea en la cara pero te lo pasas bien con la novedad y casi ni te preocupas por la falta de respeto a las reglas de conducción que parece tener todo el mundo. Llegamos al hotel y me registré sin problemas. Lancé las dos mochilas en la habitación, me puse el bañador, cogí la toballa y me fui directo a la piscina junto con mi iPhone para aprovechar el Wifi que tienen allí. Pasé la tarde entre chapuzones y correos escuchando un audiobook. Cuando me cansé y se acercaba la hora de cenar, me duché, me cambié y salí para ver la zona de restaurantes, la cual es como la zona turística de playa del Inglés o Maspalomas solo que más tercer mundo que España y con grupos de tías ofreciéndote un masaje continuamente y grupos de tíos ofreciéndote llevarte en moto (de paquete) o con un tuk-tuk. Quería comer comida local y fui a uno de los que recomendaban en la guía. Me pegué una sopa y un plato con fideos y marisco que me dejaron cambado y por supuesto me tomé la ración de dopaje vespertina. El camarero te dora la píldora hasta el infinito y más allá pero eso lo hace más ameno. Me llamó la atención los turistas mochileros, que entran a los sitios a comer pero van a gastarse lo mínimo y van rastreando los bares con happy hour para poder tomar dos bebidas por el precio de una. La foto de la habitación que tenía es la siguiente:
En la recepción del hotel organicé que me recogiera un tuk-tuk por la mañana a las ocho para ir a los templos de Angkor y como la salida era a una hora tan intempestiva y la noche anterior me levanté al alba, estaba bastante cansado y después de un remojón nocturno en la piscina me retiré a dormir. Así acabó este día de transición.
El relato del viaje continúa en Los templos de Angkor. Primer día
10 respuestas a “Tránsito de Kuala Lumpur a Siem Reap”
Por cierto, cuenta si te fué bien la vitamina B contra los mosquitos.
ehem ehem… tenga Ud. la gentileza: «no habrían hasta diez minutos » ….. ehem ehem.
Con la suerte que tengo yo para los mosquitos, daría igual la cantidad de drogas que ingiriera, SEGURO que la malaria me iba a tocar las narices, soy como un imán para esos bichos asquerosos…. si hay uno en un estadio de fútbol abarrotado, y estoy yo, seguro que la picadura me cae a mi. Disfruta la aventura camboyana. 🙂
Virtuditas, muy bien detectado. Ya lo corregí. Gracias. La mierda del Eee PC y Windows 7 son una cagada para corregir faltas. No puedo ni cuantificar cuánto odio güindous.
Luis, ni idea de sí funcionan. Yo me las tomo pero no estoy seguro de que hagan efecto. Tampoco es que les de muchas oportunidades para que me piquen. Me pongo el Deet siempre y a la hora de dormir, si no hay red alrededor de la cama y el sitio no me ofrece confianza, pongo la mía. En los sitios en los que hay Gecos, dejo que entren en la habitación para que ellos se encarguen de los mosquitos.
Qué cacho de habitación, hijo. qué tamañito más lindo. Por cierto, qué buena idea lo de mandarte las guías, yo al tercer día ya no sé qué hacer con ellas. He probado a hacerles fotocopias e ir tirándola a medida que voy recorriendo etapas, hasta que me queda la última.
Yo he estado por sitios menos exóticos en mi viaje cumpleañero con familia, como Sevilla y Granada, pero me lo he pasado genial y las habitaciones eran mejores…jajajaja
Es una bromita chaval…En cualquier caso es cierto…jajaja
También he engordado cinco kilazos…¡Que rico! La materia prima era de primera…jajaja
Salud
Genín, Granada es una asignatura pendiente que tengo. Ya he estado en Córdoba y Sevilla y también en Málaga (aunque en esta última jamás he hecho turismo y he ido como diez veces). Yo creo que he perdido peso pero claro, 37 grados y 100 por 100 de humedad son una mezcla que no ayuda a engordar. Eso sí, me estoy poniendo morado. Hoy mismo he cenado barbacoa de marisco.
Pues no sabes lo que te estás perdiendo con Granada.
No se te ocurra perderte Granada, es la releche…
Salud
Por supuesto que no me lo perderé, pero hay tiempo de sobra. Cualquiera que los lee creería que Zapatazos la va a entregar a los terroristas musulmanes de mierda ya mismo. España va mal, muy pero que muy mal, pero Granada todavía no se vende. Eso sí, me temo que para cuando vaya, la peseta es la moneda local y en Madrid estarán esperando de nuevo a Mr. Marshall
Bueno, vendida no se, pero algo «alquilada a los guiris» si que está, y es algo de lo que hay que hacer abstracción en las visitas.
Creo que el turismo es su principal fuente de ingresos.
Salud