Un día como casi ningún otro


Siempre me joden estos días de fiesta y jolgorio en España porque aquí en Holanda no tenemos casi ningún festivo y desde Mayo hasta el día de Navidad no hay ni un solo día de fiesta. Antes de lanzarse a aporrear el teclado y reírse o apiadarse de mi me gustaría recordaros que el número de vacaciones que tengo es de treinta y nueve días laborables al año los cuales me puedo repartir como me salga de los mismísimos y puedo mover tantos días como quiera de un año a otro en caso de no usarlos o incluso puedo pedir que me los paguen. ¡Pobre de mi!

Me toma un par de horas hasta que doy con la clave del súbito silencio telefónico proveniente de España. Al principio pienso lo peor y me preparo para asumir que ya nadie me quiere hablar y después de un rato recuerdo que España es el Reino de la pandereta y el jolgorio. Hoy ya no tenía curso y por suerte el profesor que tenía que impartir el que tocaba hoy apareció después de casi una semana y media de baja por resfriado. Ayer se rumoreaba que me pedirían a mí que lo reemplazara si no se presentaba porque los suecos y los daneses me adoran y a esos les vendo yo una moto con ruedas de madera y se creen que se llevan una CBR. Esta mañana me pasé por su clase y saltaron todos a hablar conmigo y les repartí algunos regalos que apañé en el edificio, algo de información confidencial y esas cosillas. La gente se cree que yo no escucho pero eso es totalmente falso, que no resuelva el asunto no quiere decir que no lo recuerde y lo arregle en cuanto tenga un momento. Justo cuando estaba con ellos pasó un jefillo que anda retrasado en sus deberes y no ha hecho bien su trabajo y me vieron lavándole la cara en vivo y en directo y lo celebraron con gran jolgorio. Durante el día los visité en un par de ocasiones más, que uno se termina encariñando de estos cachos de carne nórdicos. Mañana me han invitado a almorzar y por la tarde, grandes abrazos y despedidas. Mi nuevo amigo, el sueco, recibió el mensaje que le llegó de España y la respuesta ya ha sido enviada por correo.

Una de las grandes noticias del día de hoy ha venido de la mano de mi amigo Kike al que quiero felicitar públicamente por el TRABAJAZO que ha conseguido en Suiza y espero que ahora que vuelve a ser un expatriado tengamos oportunidad de vernos más a menudo. Para aquellos que siguen echando raíces en España y lamentándose de su suerte decirles que si quieres, puedes y que no es tan difícil como se cree. Kike, avisa desde que haya techo que yo salgo disparado para allá a visitarte.

Me gustaría también avisarlos que hasta fin de mes tengo a mis ancestros de visita y aunque actualizaré la página cada día estaremos de gira por estas y aquellas tierras y puede tener algún impacto en mi vida cibernética. Creo que la semana que viene nos iremos a Berlín cuatro días y quizás este domingo paseemos por Colonia o Düsseldorf que con el tren de Alta Velocidad nos ponemos allí en menos que canta un triunfito.

El drama de mi vida va a tener un punto culminante el próximo diecisiete de octubre. Entré a trabajar en la multinacional que paga mi nómina el uno de septiembre del 2001 y cinco años más tarde me ha llegado un correo de Recursos inHumanos informándome que el próximo martes tendré que presentarme a mis compañeros en la junta que se celebra mensualmente para informar de los resultados económicos de la empresa. Primero pensé que alguien se estaba cachondeando de mí pero parece que van en serio. Tendré que hablar frente a todo el mundo y explicarles quien soy y qué hago. Ya he informado a mi jefe que lo odio y esta me la paga y el me ha sonreído y me ha dicho que nuestra división necesita algo de buena publicidad y yo me meto al público en el bolsillo sin problemas. Hoy venía en el tren pensando lo que diré. Creo que les explicaré que soy español, nací en África, en las Canarias y mi misión es la ser el super-policía de nuestra división. Jugaré con ellos y como voy a hablar en inglés y seguro que alguno me va a gritar que hable en holandés, me voy a llevar unas tarjetas amarilla y roja y una pequeña libreta y haré de árbitro con los que se me enralen. Esto es puro cachondeo porque a mí me conocen todos y cuando digo todos me refiero a la totalidad de los empleados en la sede corporativa. Hoy se corrió la voz que yo voy a hablar y el martes aquello estará hasta la bandera. De esta me hacen director general o me echan a la puta calle. Ya contaré que tal sale la cosa.

Volviendo al tema de mis padres, ayer cuando los recogí en el aeropuerto fuimos a tomar el tren que lleva directamente a Utrecht. Nos subimos con las dos maletas y nos apalancamos en un compartimiento. El tren hasta la bandera porque llegó con diez minutos de retraso. Cierran las puertas y aquello que no se mueve. Se abren las puertas de nuevo y anuncian por megafonía que se ha escoñado otro tren en las vías y se cancelan todos los trenes en la dirección que vamos nosotros. Tenemos que cambiarnos a otro tren que nos llevará a Amsterdam. Salimos del vagón cargados de maletas y un italiano me pregunta. Le explico la situación y el hombre me pide permiso para ir con nosotros porque es su primera vez en el país y no tiene ni puta idea de como llegar. Vamos al nuevo anden, yo como un pato con toda la prole detrás. El tren de Amsterdam ya iba lleno pero cuando sumamos toda la gente que iba hacia Amersfoort, Hilversum, Utrecht, Nijmegen, Arnhem, Maastricht, el andén se llenó por completo. El tren llegó y allí hubo hostias para entrar. No es lo mismo llenar un tren en una estación normal que en un aeropuerto donde todo el mundo carga con maletas. Nos quedamos atascados en los pasillos de entrada a los vagones y nadie podía seguir hacia adentro. La gente criticaba y se quejaba y en eso apareció el revisor. Una anciana lo puso de vuelta y media mientras el resto de pasajeros le aplaudía. El hombre se trataba de defender diciendo que él solo trabaja para la empresa y ella le respondió que básicamente él representaba a su compañía y era la única persona a la que le podemos expresar nuestro descontento. Ovación de gala. El tren no siguió la ruta normal y tardamos más de lo que suele ser habitual en llegar a Amsterdam. Allí salimos todos a la carrera para coger nuestras conexiones. La estación de Amsterdam Centraal se convirtió en el escenario de una competición improvisada de gentes de todos los colores que intentaba llegar a su andén correspondiente cargada con maletas, carritos, bolsas, mochilas y todo eso que se lleva mientras viajas. No sé como pero logramos llegar al tren y nos metimos en la parte delantera donde no había nadie. El italiano se había convertido en parte de la familia y le fui explicando cosillas y enseñándole los distintos hitos que nos cruzamos, como el rascacielos de Philips junto al Amstelkanaal o el estadio del Ajax, el Amsterdam ArenA. Después mientras volábamos sobre las vías le recordé que estábamos a un metro y medio bajo el nivel del mar y que ese canal que va paralelo a las vías y por el que circulan barcos acaba en el lago Constanza en Suiza, más de mil kilómetros tierra adentro en la vieja y gloriosa Europa. No hubo más contratiempos y con bastante retraso llegamos a Utrecht y desde la estación nos fuimos a casa después de despedirnos de nuestro amigo italiano.

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12 respuestas a “Un día como casi ningún otro”

  1. Gracias por las felicitaciones públicas, uno se siente importante y todo.
    Yo creo que en la reunión irá bien, diles que la inflación baja, el crecimiento sube y estas cosas. Diles que todo va bien y que se queden tranquilos.

  2. 39 días de vacaciones…curioso. Lo que se hace en España es poner de acuerdo a la gente para que se vaya en familia de vacaciones, así nacie puede decir «YO no voy, es que trabajo»(salvo que seas periodista, entre otras muchas profesiones, y tu publicacion te lo exiga). En el norte son más independientes, aquí se depende más de los demás. Bueno, yo trabajo festivos, lo bueno es que tienes dos dias de vacaciones por cada uno tarabajado… Pero claro, tus amigos se han ido de puente y eso no suele hacer mucha gracia a nadie.

  3. bleuge, coge el teléfono de vez en cuando si quieres tener amigos, malaje, mala persona, que me ninguneas a mansalva.

    Silvia, se me olvidan las fiestas españolas y hasta que me acuerdo me traumatizo. Por lo demás mi flexibilidad de vacaciones no la cambiaba por nada.

  4. Bleuge, nadie tiene amigos. Cree tenerlos, que es otra cosa bien distinta y mientras lo crean son felicies. El problema viene cuando se dan cuenta de eso… Sulaco tiene razón, tener amigos es llamarlos y que les venga bien quedar contigo. Pero da igual, ¿qué mejor amigo que tu mismo?

  5. Bleuge no te pongas celoso que a ti también te quiero y si no fuese por las siestas que te pegas nos habríamos visto este finde en tu pueblo.

  6. bleuge es malo malísimo y no acepta llamadas internacionales de bellas personas como yo. Espero que acabe casado con una chichona y que las pase canutas.

  7. jaja
    llama hoy si quieres
    tengo el movil encima de la mesa
    pero no llames despues de las 4 y media!