Un país roto


Una de las cosas que más me ha impactado de España en esta última visita es que ya nadie cree en los políticos. Ni en los de derecha, ni en los de centro, ni en los de izquierda. Están todos en el mismo saco. La sagrada misión de las personas que eligen esa profesión es la de servir y proteger a sus camaradas ciudadanos, básicamente lo mismo que hace la policía solo que desde otro punto de vista. Se les ha ido el norte y su brújula está tan podrida que ahora solo buscan protegerse a sí mismos y a los poderosos que los mantienen a costa de aplastar y aplastar y volver a pisotear a los ciudadanos a los que tienen que servir y proteger. Las noticias sobre sus fechorías, sus robos, sus saqueos del patrimonio público son tan abundantes y variadas que la gente ha terminado por inmunizarse y ha perdido la fe. No es la primera vez en la historia que sucede ni es probable que sea la última y siempre se ha solucionado de la misma manera, con una revolución. Cuando el sistema se gripa y ya no puede girar con soltura, no hay lubricantes mágicos que lo repare, solo hay la fuerza del pueblo alzándose como una marea y aplastando a todos los que los han llevado a esa situación. No me canso de repetirlo: garrote vil, horca o cualquier otro sistema que no implique un gasto de las escasas materias primas que quedan. Los políticos de hoy en día son mayoritariamente los ladrones y delincuentes de antes y con esos nunca tuvimos ningún tipo de piedad y los mandamos al trullo a pudrirse de por vida. Solo cuando vean lo poco que valen sus cuellos y sientan la cuerda apretándose alrededor de los mismos soltarán la teta y se podrá comenzar a reconstruir una sociedad que agoniza día tras día.

Estamos dirigidos por sistemas que se crearon en el siglo diecinueve y que hay que actualizar. Hoy en día todos tenemos (o podemos tener con una mínima inversión) acceso a las redes de información. La democracia tiene que volver al pueblo, el cual debe decidir, votar y aprobar en grupo las propuestas más importantes y decidir su propio futuro. Ya no hay espacio para políticos, solo para gestores del día a día en las instituciones ciudadanas (eso que llamamos administración) y una masa silenciosa y bien informada que vote si quiere que se gaste su dinero en construir otro nuevo aeropuerto sin vuelos, otra nueva línea de tren deficitaria o prefiere que el dinero vaya para tener una educación puntera y una sanidad vanguardista. Para llegar a esto solo hay una carretera y la señal que indica esa dirección es bien clara: REVOLUCI?N.


6 respuestas a “Un país roto”

  1. A mi eso de garrote vil, horca, guillotina… no sé, me parece demasiado formal… casi prefiero el empalamiento, o como hacían en aquel pueblo con la cabra durante las fiestas, tirarlos por el campanario. Algo más festivo, que marcase el inicio de una nueva era. De todas formas Sulaco, salvo por contadas excepciones España está aborregada. Nos llevan haciendo años las de Caín, siguen chupando por todos lados, subiendo impuestos para mantener privilegios, apareciendo saqueos por todos lados y nada, mientras haya GH y fúmbol aquí no se mueve ni dios. Qué envidia me dan los suizos cuando montan un referéndum cada dos por tres para decidir qué hacen.

  2. Jc, estoy totalmente de acuerdo contigo, solo un pequeño apunte: Suiza tiene una población de 7.900.000, España tiene 46.235.000…………. no digo más.

  3. De acuerdo con cada una de las palabras (y sus significados) que usas en esta entrada. Precisamente hoy, ha sido el principal tema de conversación en mi entorno. Pero estoy muy triste: La palabra ?revolución?? no significada nada para nadie; todo el mundo la desconoce (es como si no hubiera existido nunca).

    El vídeo que ha indicado Genín, es muy bueno; ya me lo habían enviado, por correo. Lo malo es que, ni aún con este tipo de cosas, la gente despierta.