Un regreso un pelín desastroso


Esta es la última de las anotaciones en las que cuento el viaje a Roma así que si has caído en ella sin haber leído el resto y te apetece pasear por Roma conmigo te contaré un pequeño secreto: la historia comienza en Casi todos los caminos conducen a Roma. Al final de cada capítulo encontrarás un enlace al siguiente.

Tras pasar los controles de seguridad en los que no detectaron los líquidos que llevaba en mi equipaje de mano y que se me olvido sacar de la mochila buscamos algún sitio en el que comer algo dentro del aeropuerto de Roma. Las opciones son escasas ya que no hay muchos locales. Terminamos en un antro en el que te daban una especie de menú con trozo de pizza, papas fritas y bebida por siete euros. La pizza era como chicle, las papas habían sufrido daños y perjuicios antes de conseguir la absolución y la bebida era la cola habitual. Unas alemanas tenían un pitote montado porque no les habían puesto algo que habían pagado y le gritaban a la empleada de turno, a la cual se lo traía al fresco.

Tras la comida tuvimos que esperar un rato. Como no anunciaban mi vuelo nos acercamos a la puerta de embarque de mi avión y descubrimos que ya había entrado todo el mundo así que tras una rápida despedida subí al avión. Prácticamente cerraron la puerta detrás de mí y arrancamos. Durante el vuelo nos dieron una pequeña cena que contribuyó a incrementar el volumen de mi abultada barriga y yo aproveché para ver un par de episodios de una serie que tenía en el portátil. Al llegar a Schiphol recuperé mi equipaje y fui al mostrador de Schiphol Travel Taxi. Me identifiqué y me dijeron que en una hora saldría mi taxi compartido hacia mi casa. Era cerca de la medianoche. Me puse a navegar por Internet usando el teléfono. Una hora más tarde volví a preguntar y me dijeron que las otras personas que iban conmigo ya habían llegado y tan pronto como recogieran su equipaje nos íbamos. Seguí esperando media hora y tras esta hora y media me informaron que el taxi había entrado en el recinto aeroportuario y llegaría en unos minutos. Afuera llovía copiosamente e intercambiaba correos frenéticamente con mi amigo el Rubio que me informaba del estado de la tormenta alrededor de su casa. Cerca de las dos de la mañana volví a preguntar y la persona que estaba en el mostrador me dijo que HABÍAN PERDIDO EL TAXI, no sabían donde estaba ni por qué no se había presentado. Estaban llamando a su compañía para averiguar algo. Las informaciones en ese punto eran algo confusas. En un momento nos decían que ya estaban en camino y al siguiente nos informaban que seguían sin saber nada del taxista. Tras dos horas y media dieron por perdido el taxi y comenzaron a buscar otro. Llegó a las tres horas y el hombre nos llevó a casa sin más problemas. Por supuesto he protestado y me devolverán el dinero. He usado este servicio en multitud de ocasiones y hasta ahora no había fallado. Es la forma más barata y conveniente de volver a casa si tu avión llega a horas intempestivas.

De esta forma tan dramática acabó el viaje a Roma.

Una serie de comentarios finales. Me encantó la ciudad. Lo repito, me encantó. Me gustó la mezcla de épocas y como todo se ha ido fundiendo para construir una gran ciudad con carisma y de una belleza innegable. Me impresionaron un montón de los sitios que visité, como el Coliseo, el Vaticano, la iglesia de San Ignacio de Loyola, las Catacumbas o el Panteón. Volveré porque me queda mucho por ver. No me pareció un sitio excesivamente caro. Se puede comer bastante barato y la gente es amable en el trato (salvo en un sitio del que nos marchamos). La ciudad está atestada de turistas pero es de esperar. Es muy fácil moverse y hay transportes públicos suficientes y variados. Los mapas ayudan a encontrar las cosas y repartidas por la ciudad hay bastantes oficinas de información al turista en las que te ayudarán amablemente. Frente a la negativa impresión que tengo de Madrid y un poco de Barcelona, Roma no cae en ese saco.

No salí de la ciudad así que no sé como serán los alrededores, igual cambia todo cuando dejas atrás la capital italiana. El alojamiento fue barato (comparado con otras ciudades como Barcelona) y no estábamos lejos del centro. En ningún momento me sentí inseguro, no vi nada extraño ni raterillos o similares aunque seguro que los hay. Pese a la manifestación en contra de Bush y los problemas que hubo nos pudimos mover por la ciudad perfectamente, cargados con el equipo fotográfico.

Si estás pensando en ir a Roma, calcula que con cuatro días completos, como hicimos nosotros, te das un palizón de cuidado y aún así no lo terminas de ver todo. Hay demasiado así que tendrás que dejar cosas para otra ocasión.

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7 respuestas a “Un regreso un pelín desastroso”

  1. He visitado Italia muchas veces y siempre me fascina, en Roma he estado en varias ocasiones y cada vez descubro algo nuevo. Los sitios que he visto son fantásticos, la Toscana me la conozco casi entera, aunque me queda mucho por visitar. Un abrazote.

  2. Yo me recorrí el país con el colegio y ya de intelectual había estado en Venecia. Me gustaría mucho ir a la zona de Pisa, Florencia, ir a Sicilia y Napoles. Tampoco tendría problemas en volver a Venecia. Estoy leyendo un libro en la playa estos días en el que nombran varios sitios de Roma que no vi, así que habrá que añadirlos a la lista.

  3. Eso me han dicho, que los Países Bajos no han dejado de llorar mi ausencia. Cuando vuelva el domingo por la noche permitiré que mejore el tiempo y que vuelva a lucir el sol para que la luz le haga justicia a mi bellísimo bronceado

  4. Tú mándanos un correo con tus fechas a mí y a la Beba Waiting y así cerramos las fechas (y habrá que mirar billetes desde holanda). Yo por ahora tengo todos los fines de semana de los dos próximos meses libres, salvo los dos primeros de Julio.

  5. Y yo te he respondido también por correo. Igual me lo curro para la semana que viene y hago esa anotación que necesitas con lo imprescindible de dicho lugar. Tengo pensado también algo más de Quicksilver pero supongo que tomará algo más de tiempo porque elaborar esas anotaciones toma tiempo.