Una de sol y playa


Me repito y lo se pero me da igual. Subes en un cilindro de metal que te lleva tres mil kilómetros hacia el sur y llegas a un lugar en donde el clima es de otro planeta. Vuelvo a caminar en camiseta por las calles y cada mañana me despierto, desayuno y me voy a la playa. El sol brilla en lo alto, un poco más bajo que en verano pero aún capaz de sacarse veintipico grados de la manga. La playa está limpia de españoles. Solo extranjeros. En España no es cool ir a la playa en invierno. Solo entre semana Santa y septiembre. Después toca abrigarse y vivir un otoño que aquí y ahora no existe. Por eso en la playa solo hay turistas, gente que ha recorrido tantos kilómetros como yo o más para dejar atrás el frío invierno y quitarse la ropa mientras siguen al sol con sus cuerpos procurando maximizar la cantidad de rayos que recibes.

He visto pollabobas por la calle llevando guantes. ¡Guantes! con veinte grados y haciendo el gilipollas. Esos se merecen que los suelten en ropa interior en el polo norte y grabar con una cámara como revientan como ratas. Una de estas noches hasta he visto a alguien llevando bufanda. Se pasan un kilo. Estas son las Canarias, este clima es primaveral y para aquellos que no lo sepan, aquí con un jersey vas listo, no hace falta más nada y menos a nivel del mar.

Estando en la playa escucho holandés, inglés, sueco, italiano, francés, danés, alemán y algunos otros idiomas que no puedo identificar. Veo ancianos que buscan el calor para pasar el invierno, parejas jóvenes con hijos y rollitos que han venido a esta tierra para tener unas vacaciones especiales y volver dando envidia por el color. En la playa de Amadores no se ven muchos ingleses de resaca o alemanes pasados de juerga. Es más bien familiar. La barrera artificial protege la arena de las olas y los extranjeros se bañan sin importarles que el agua esté a unos dieciocho grados. Esa es la temperatura del mar en su tierra en verano y para ellos está bien caliente. No para mí. Yo puedo disfrutar tomando el sol pero lo de bañarme es un suplicio. Lo he intentado en alguna ocasión pero siempre termino temblando como un pajarito y maldiciendo la hora en la que se me ocurrió la idea.

Para aquellos que desconocen Gran Canaria es bueno saber que Puerto Rico y Amadores están en el suroeste de la isla, muy cerca de las montañas y protegidos por estas del viento y el mal tiempo. Incluso cuando en Maspalomas golpea el viento y las dunas se vuelven un lugar inhóspito en la parte suroeste de la isla el sol brilla y el mar está en calma. Esa zona disfruta de más de trescientos días de sol al año. Es el paraíso de la isla de Gran Canaria. Casi todos prefieren la espectacularidad de Maspalomas pero aquello es como una ruleta rusa. Si te pilla un día con viento te puedes olvidar de tomar el sol. Además, gracias a la codicia del ayuntamiento es imposible aparcar gratuitamente cerca de la playa e incluso yendo a los aparcamientos de pago has de caminar un montón, algo que no sucede en Amadores, donde aparcas el coche a pocos metros del mar. A mi particularmente me gusta más el sol de invierno. Es menos pegajoso y te permite pasar más horas tomándolo sin asarte vivo. En verano es imposible tomar el sol durante las horas del mediodía. Es demasiado fuerte. Golpea la piel y sientes como si te la estuviera arrancando. Puedes ver a los inconscientes que se abrasan vivos por no protegerse. Ahora casi no necesitas protección porque este es como el sol de la tarde, suave y agradable.

Lo bueno se acaba pronto y sé que en unas semanas miraré con nostalgia a través de la ventana de mi casa en Holanda y afuera solo habrá frío y noche, lo típico en invierno y recordaré aquellos días que pasé en navidades tomando el sol y que no podrán repetirse hasta Marzo, cuando vuelva de vacaciones a las Canarias.

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