Cuando comencé a trabajar en Holanda, en una multinacional con presencia en todo el mundo y más de cien mil empleados algunos de mis amigos sentían envidia porque era como convertirte en funcionario, un trabajo de por vida, seguro, estable y todo eso que parece que es la máxima aspiración de alguna gente. Un año más tarde aquella multinacional entró en caída en picado, no me renovaron el contrato y acabé en la calle.
Un par de meses más tarde comencé a trabajar en otra multinacional, con mucha más reputación que la primera, también con más de cien mil empleados, una historia de casi un siglo y los mismos amigos volvieron a comentarme que era un trabajo seguro, estable y de por vida. Un año más tarde llegó la primera ronda de despidos y sobreviví. Le siguieron la segunda, tercera, cuarta y así hasta que perdí la cuenta. Llevo siete años y posiblemente siete rondas superadas. Estoy en lo que yo denomino las semifinales, a puntito de conseguir podio olímpico. En mi primera vez pasé un montón de nervios y agobios, prácticamente dejé de dormir y me pasaba el día elucubrando sobre lo que ocurriría, como sería y lo que podría hacer una vez pasara. No sirvió de nada y pronto aprendí que da igual lo que te esfuerces, tu destino no está en tus manos y si tu nombre entra en la urna no puedes hacer nada para evitarlo.
La semana pasada, el lunes, al llegar a la oficina nos esperaba nuestro regalo de Navidad en la forma de un correo con el que se nos invitaba a una reunión urgente en el comedor de la empresa. El resultado fue el anuncio de la enésima ronda de despidos y como siempre comienzan a circular los rumores y mientras vemos como ponen todas las papeletas en la bolsa. La solución a este misterio la sabremos el veintidós de enero, el día en que se desvela el secreto y se conoce el resultado de esta macabra lotería.
En lo que a mí respecta, en esta ocasión estoy en una urna en la que tienen dieciséis nombres y sacarán cuatro papeletas así que mis probabilidades de resultar premiado están en un veinticinco por ciento.
Como es habitual, no llega a afectarme porque honestamente me la trae al fresco. Todos saben que a mí me gustaría que me despidieran, más que nada por la escandalosa indemnización que me corresponde y porque estoy convencido que en mi camino se cruzará algo aún mejor que lo que tengo en este momento. De suceder eso que algunos siempre temen, haré una gran fiesta en mi casa para celebrar el evento y después barajaré mis alternativas. Posiblemente me iría de vacaciones a Sudamérica, a África, Australia o Nueva Zelanda durante tres o cuatro semanas y después de recargar las pilas y ver mundo comenzaría a buscar trabajo.
Lo extraño es que cuando se lo contaba a mi mejor amigo, el Rubio, el me decía que así podemos montar de una vez por todas la empresa de la que siempre hablamos y trabajar para nosotros mismos. Otro amigo me manda un correo y me dice que no me asuste y lo llame al día siguiente porque su empresa me propondrá algo y un tercero me recuerda que en la suya están contratando gente y que se darían de golpes por tener a alguien como yo. Incluso el Niño me ha pedido que piense en la empresa en la que trabaja. Aún no me han despedido y ya tengo cuatro posibles alternativas. Como dije en el párrafo anterior, siempre parece haber un sendero claro que seguir y mis amigos me aprecian de verdad.
Aparte de las vacaciones, intentaría conseguir algo en alguna compañía que requiera muchísimos viajes, proyectos internacionales y pasarte la vida tirado por el mundo. Es algo que me atrae, ser un ciudadano de la tierra, saltar de país en país llenando mi pasaporte de sellos y dejando que culturas extrañas choquen con la mía propia.
En estos días previos a las vacaciones navideñas en los que en la máquina de café solo se habla de listas de despedidos y de las probabilidades que tenemos, yo solo pienso en que en una semana estaré en Gran Canaria y con suerte en un par de meses respiraré el aire de algún lugar exótico mientras la poderosa magia de mi ángel de la guarda trabaja para allanar el horizonte y lo despejará para mí.
17 respuestas a “Una ronda más”
Igual es que a lunes estoy algo espeso, pero eso de que tu nombre está en una urna y sacarán cuatro papeletas… ¿quieres decir que la gente que va a ser despedida sale de un sorteo? Si fuese así, me acabo de quedar de piedra.
Pues suerte con lo que sea ^^. Lo que más te guste que se cumpla y a seguir así positivandote como manolito… un día cuento en mi blog, lo que son las enseñanzas de manolito.
Y yo que te iba a desear que pasaras esta nueva ola de despidos…
Salud
En verdad que seria una loteria, espero que vaya como quieres. Un besito (Y hazle caso al Rubio que trabajar para otro…) Besos.
Jc, la forma en la que se despide en este país está muy pero que muy regulada. Sin embargo, hay maneras creativas de saltarse las normas y por eso se convierte en una lotería. En mi primera reorganización yo debía estar en la lista porque era el último en entrar y la regla dice que entonces eres el primero en salir. Se saltaron eso cargándose un departamento completo con 35 personas. En la penúltima reorganización yo tenía también todas las papeletas y escapé porque cambiaron la compañía al completo. Eliminaron las funciones de todos y cada uno de los empleados y si se elimina tu función te pueden echar. En mi caso, pasé de trabajar como julay a hacerlo como Señor julay. Nueva tarjeta de visita, mismo trabajo con distinto título y así me salvaron a mí y se cargaron a otros. Nunca se sabe por donde van a salir y la sensación es de tener tu nombre en la urna y esperar que la mano inocente saque la papeleta. Dado que ahora somos doscientos treinta y seis y el objetivo es dejarnos en ciento noventa y nueve y que de dieciséis personas entre las que me incluyo largarán a cuatro, tengo una probabilidad razonable. Esto es como PopStars o la final del Gran Hermano, a estas alturas de la película solo quedamos los elegidos y se les hace muy difícil señalar a uno o a otro. Yo celebraré mi despido o el continuar en el puesto. Hay que pensar siempre en positivo y que coño, tengo seguridad económica suficiente para aguantar cuatro años parado sin que se reduzca significativamente mi nivel de vida. No tendré la calidad de vida esa de la que se presume en España, pero tampoco paso hambre y miseria como mileurista.
Que haya suerte en cualquiera de los sentidos que tú la consideres, pero la verdad que vaya maneras de empezar el año con buen pie en tu empresa…. si fuera aquí, yo me pasaría las navidades acojonaíta.
Bueno, yo llevo trabajando desde el 1999 (casi diez años,bufffff!!!) en la misma empresa. Ha habido reorganizaciones, fusiones, traslados, he cambiado de puesto de trabajo unas cuantas veces y de sede. Hace unos meses hubo una escisión (por ley) de la empresa en dos y ésto no acaba aquí.
Un viaje de un mes o dos no me vendría mal, sobretodo ahora que las niñas son pequeñas y todavía no hay demasiadas obligaciones que me aten a la pata de la mesa.
Sulaco, creo que tienes ese ángel de la guarda. Disfruta de Canarias y en enero ya se verá.
Por cierto, el paquete de Navidad cae uno de estos días.
Si te gusta viajar y hay un cambio ponte en contacto conmigo, quizás te podamos echar una mano.
ale, lo tendré en cuenta. Espero que tu concepto de viajar no sea pasarte la mañana en un coche camino de Groningen y la tarde también en coche camino de Maastricht.
Suerte con lo que pase al final, aunque me imagino que con esas dos carreras y tanta experiencia será cuestión de tiempo empezar a trabajar de nuevo en algo por el estilo. 🙂
En este país no hay titulitis. Las carreras universitarias están bien pero no te abren puertas.
¿Pero cómo van a echar al hombre que les alegra la vida con las magdalenas?!
La verdad es que a mí no me gustaría mucho estar en una situación así. Prefiero tener un poco más de seguridad a costa de perder un poco de «riesgo» y aleatoriedad en mi vida. Aunque por lo que leo por aquí, a ti te gustan estas cosas 😉
Tienes suficientemente clara tu existencia como para que te aconseje nada, así que lo único que queda es disfrutar. Dentro, fuera, dentro, fuera… donde sea. Ahí le has dado con ser positivo.
En mi caso, como cambio cada dos por tres de empresa, tampoco es algo que me angustie en exceso.
Suerte y nos vemos si tienes un hueco para quedar.
Iván, la estabilidad económica ya la tengo, así que ir a una empresa o a otra no me preocupa. Un buen salario equivale a capacidad de ahorro y con eso y algo de buen tino he ahorrado el dinero suficiente para poder sobrevivir unos cuantos años si fuera necesario.
Estoy de acuerdo contigo en lo que comentas. Pero según tengo entendido mientras se es joven es relativamente fácil conseguir un empleo nuevo pero que, conforme pasan los años, va siendo más difícil.
Un ingeniero que pase de los cuarenta años no creo que se desenvuelva tan bien con la programación orientada a objetos (pues la tuvo que aprender mientras trabajaba) que un recién licenciado.
Por cierto, me acaba de llegar la postal! Muchas gracias por esa familia de amanitas!!
Cuando llegas a esas edades, si todavía sigues escribiendo código, te ponen la etiqueta de asocial, la de friki y alguna otra. Por eso se inventó el puesto de Project Manager, para los que superan la línea en la que la programación deja de ser considerada aceptable como forma de trabajo.
Sólo espero que cuando se llegue a Project Manager no pongan en la urna tu papeleta!!
La verdad es que le estoy dando vueltas ahora a este tema porque acabo de terminar la carrera y estoy planteándome mi futuro.
Lo unico que tenemos seguro en esta vida es que se acabara algun dia sin que podamos evitarlo. Asi que hay que recordar siempre que son dos dias y vivir conforme a eso, lo que pase mientras intentamos ser felices es solo anecdota. Por lo menos yo lo veo asi, nunca he considerado el trabajo importante, y no lo digo porque me vaya bien, ha sido siempre asi, tengo claro lo que importa y me concentro en ello, lo que hago para ganar dinero no es de mayor importancia. Besos Sulaco (me encanto, ya te lo dije por alla pero ahora te lo digo por aqui)