El relato comenzó en Por el castillo de Wawel en Cracovia
El domingo lo había reservado para visitar el campo de concentración de Auschwitz, el cual está a unos sesenta kilómetros de Cracovia. Aunque hay un montón de compañías que tienen tours especiales para llevarte allí, opté por reservar mi visita por mi cuenta e ir con transporte público. La visita al lugar toma unas tres horas y media y el primer tour en español salía a las once y media de la mañana. Pese a eso, había que madrugar ya que las guaguas tardan una hora y veinte en llegar a ese sitio y no hay demasiadas, así que a las ocho de la mañana ya estaba en la calle camino de la estación de autobuses, la cual está adosada a la de tren. Desayuné en una pastelería en el lugar y me compré mi billete de guagua, con salida a las nueve y cinco de la mañana. Al parecer había gente que prefirió no comprar el billete y hacerlo directamente del conductor y tuvieron mala suerte, ya que se vendieron todos en taquilla, más que nada porque había un grupo de estudiantes y profesores españoles y ellos solos eran unos veintipico. El viaje fue ruidoso, con todos los ibéricos hablando a gritos, algo que no sé como hemos conseguido mejorar tanto a lo largo de los siglos pero salvo por los italianos, no hay nadie que pueda con nosotros. Llegamos con tiempo y tuvimos que esperar casi una hora para el comienzo de nuestra visita. En ese tiempo salían sin cesar grupo tras grupo, mayormente en inglés y polaco. El lugar es muy visitado. En las visitas guiadas llevas un receptor con auriculares para escuchar la explicación de tu guía y los grupos se van cruzando unos con otros. Creo que ese día había una delegación de truscolanes que venían a recopilar información para los que sueñan con hacer algún día que jamás llegará.
Cuando nos llegó el turno, pasamos el control de entradas y puedes ver relativamente cerca el campo de concentración, el cual engaña un montón y parece más bien una zona residencial. Éramos unos cuarenta en el grupo de español y nos dividieron con dos guías. Al comenzar a caminar, pasamos por la entrada del campo de concentración original de Auschwitz, lo cual podéis ver en el vídeo anterior. Este campo es en donde ves la mayor parte de las cosas ya que los edificios están en mejor condición, en Auschwitz II-Birkenau que es el más grande, todo es más tétrico. La razón es que cuando los nazis eligieron este lugar, allí había unas instalaciones del ejercito polaco y no tuvieron que construir demasiado. Para el segundo campo, la mano de obra fueron los propios presos y la calidad de los materiales y de la obra fue muchísimo peor.
En la foto se pueden ver los diferentes edificios, cada uno de ellos estaba lleno de presos del campo de concentración. En la visita entramos en cuatro de ellos, en los que te explican todo, desde la llegada, la selección, la vida en el lugar y el exterminio. Por si no queda claro, esto no es como un parque de atracciones, es un paseo por un episodio terrorífico de la historia, por el lugar en el que sucedió, los edificios en los que pasó todo. Al fondo de esta calle de la muerte, los dos pabellones de la izquierda tenían los experimentos médicos que hacían con gemelos y embarazadas, entre otros. Entre ambos estaba el paredón en el que fusilaban gente.
La foto anterior es de una de las vitrinas en uno de los pabellones con las gafas de la gente que mataban allí y que cuando desmantelaron el lugar, no pudieron destruir. Una de las cosas más espeluznantes que escuchas es que la inmensa mayoría iban directamente desde el vagón del tren en el que llegaban tras un viaje de varios días hacinados a las cámaras de gas camufladas como duchas.
En el siguiente vídeo (que también está aquí) se puede ver otra vitrina con cestas y maletas. Algunas de las maletas eran de niños:
La visita por Auschwitz, por el campo original, es deprimente. Cuando acaba, acudes en guagua al otro campo, Auschwitz II-Birkenau, gigantesco y que era en realidad el lugar de eliminación de judíos.
Era tan grande que los trenes entraban al mismo y había un par de vías dentro para la descarga de varios convoyes. Es una calle gigantesca al fondo de la cual había dos de los edificios para gasear y quemar a las víctimas.
Tras entrar, vimos un grupo de judíos cantando y supongo que en algún tipo de ceremonia de recuerdo. Si no puedes ver el vídeo anterior, esta aquí.
El vagón de tren de la foto no saben si se usó para transportar presos pero es del tipo de los que usaban. En este campamento, los edificios se hicieron de una planta, no tenían suelo y eran mucho más fríos y húmedos en invierno. Por lo que nos dijeron, aquellos que eran seleccionados para permanecer en Auschwitz trabajando solían vivir de media unos cuatro meses. La condiciones de vida eran durísimas. Visitamos algunos de los barracones, vimos los barracones con las letrinas y no hay absolutamente nada positivo que se pueda decir del lugar. Al parecer, durante el periodo que estuvo en funcionamiento, también tuvieron una invasión de ratas que mordían a los presos que dormían más cerca del suelo, que normalmente eran los más enfermos. Las literas tenían tres niveles.
En la zona en la que estaban las zonas de gaseado hay en la actualidad un memorial construido sobre las ruinas de uno de los edificios. Hay unas placas en todos los idiomas de los presos que estaban allí. Lo más parecido al español es la placa en sefardí, idioma que parece haber sido un precursor del actual eSeMeSe que escriben la mayoría de los NiNis que tendrán que pagar nuestras pensiones algún día.
Después de la visita regresé en guagua a Cracovia y me pasé a ver la Bazylika Swietej Trójcy o la Basílica de la Santísima Trinidad la cual se me había escapado en mi ronda del día anterior. Por la tarde/noche fui a cenar al Milkbar Tomasza, el cual parece ser que es como los lugares para comer de la época comunista. tiene un menú con unos pocos platos, no sirven alcohol y prácticamente tampoco bebidas y es más bien de entrar, comer y seguir ruta. El precio es de risa, baratísimo y la comida muy pero que muy buena. Como no tenían postre, me pasé por el mega-centro comercial cercano a la estación para pegarme un helado del copón.
A la mañana siguiente, madrugón clásico, entregué las llaves del apartamento en el hostal, desayuné en la estación y a las siete y media salía el micro en dirección al aeropuerto. En mi mochila, cuatro bagels de Cracovia que compré con toda la calderilla que me sobró o básicamente, algo menos de un leuro y medio. Llegamos al aeropuerto sobre las nueve y media y el avión salió en hora. Tras un vuelo sin incidencias, salí escopeteado del aeropuerto, pillé la guagua a la estación de Eindhoven, desde allí el tren a Utrecht y finalmente el tramo final lo hice en bicicleta hasta mi casa y así acabó el fin de semana en Cracovia, ciudad que me ha gustado mucho y que merece la pena visitar.
5 respuestas a “Visitando Auschwitz”
Esta es una de las pocas entradas en la que no me apetece bromear…
Vi en las cercanías de Bruselas un campo de concentración nazi que tenia la particularidad de haber sido manejado por belgas zazis, menos el mandamás que era alemán – como el copiloto que estrelló el avión en Francia- torturando a sus compatriotas no nazis, recuerdo que visitándolo, lo que yo repetía constantemente era, HDLGP una y otra vez… 🙁
Salud
sulaco, cual te dio más mal rollo, el de Camboya (o donde fuera, que como te mueves más que la compresa de una coja ya no sé seguro donde era) o este?
El de Camboya es más terrible porque incluso cuando caminas por el lugar, lo haces sobre trocitos de huesos de la gente que mataban. Este se ve más organizado como una fábrica, con buenos procesos para deshacerse de la gente y extraer todo lo posible de ellos.
Qué horror, por Dios, una visita que no me apetece nada.
Es lo que tienen los alemanes, son ultra-eficientes.