Y al día siguiente con el Turco


El día después de que se produjo Otra conjunción me levanté temprano y después de ducharme, me puse directamente a trabajar. Sobre las diez de la mañana me llamó el Rubio y me puse casualmente a hablar en la puerta del dormitorio del Turco a grito pelado, siguiendo una gran tradición familiar ya que mi madre hace lo mismo. Funcionó. Al poco el Turco se levantó y mientras se preparaba, comencé a preparar el desayuno. Le di a elegir y optó por algo mundano y campechano sencillo y modesto, así que hice unos Huevos revueltos Masala, con beicon y pan de molde de harina integral con arándanos rojos y pipas de girasol y lo acompañé de unos cruasanes caseros, vamos, algo realmente sencillo. Entre que comimos y recogí la cocina nos dieron las once y salimos de mi casa. Nos fuimos al centro de Utrecht ya que aunque le ofrecí ir al cine, el prefirió disfrutar del buen tiempo en plan tranquilo. Una cosa que me distingue del Turco es que yo odio ir de compras y prefiero adquirirlo todo por Internet y a él le fascina entrar a las tiendas, hablar con los empleados, negociar un descuento y comprar. Así, en el camino desde la estación hasta el Oudegracht entramos en varias tiendas en las que compró un montón de boberías y se gastó ciento cincuenta leuros. Mi paciencia es limitada y después de la segunda ya ni me molestaba en entrar y me quedaba en la puerta practicando el italiano con el Duolingo, una APP que es de las más usadas en mi dispositivo mágico y maravilloso.

Cuando por fin logramos llegar al Oudegracht elegimos un café del lado opuesto al que nos sentamos el día anterior por ser el más adecuado para el sol. Mientras estábamos allí presenciamos una de esas actividades fascinantes que suceden mientras estoy trabajando, el avituallamiento de los bares y restaurantes del lugar, el cual no se hace por vehículo, sino por barco, dado lo complicada que es la zona y lo cómodo que es llegar a los mismos por el agua con una grúa. Tenemos prueba visual de este proceso en el siguiente vídeo que además contiene la voz del Turco, documento espeluznante y para el que aconsejo serenidad y calma:

También pasó el barco que recogía la basura de vídrio y el que recoge la de papel y nosotros flipando en colores. Mientras charlábamos y tomábamos cerveza llaman al Turco y él responde. Habla un rato, corta y se ríe. Me dice:

– No te lo vas a creer pero me acaba de llamar el presidente de uno de los bancos más grandes de Turquía y me ha ofrecido el puesto que tengo ahora pero en su banco. Le he dicho que no … ji ji ji

De mi amigo no me asombra nada pero aún así le pregunté:
– ¿Por qué no coges el puesto?
– Es un banco demasiado burocrático y no soportaría trabajar con gente que se creen funcionarios. A mí me gusta que las cosas se hagan bien y pronto y no tengo paciencia para las pendejadas

Cierto, confirmé. Al poco lo veo mandando mensajes y me dice:
– Le ofrecí buscarles tres candidatos. Así, ellos me deben un favor y al que elijan me debe otro. Uno nunca sabe si algún día te harán falta

Al poco le suena el teléfono:
– ¡Qué tu sabes!
– ¡Qué tu dices! – respondieron al otro lado de la línea, creando el canal de comunicación
– Que tengo una propuesta de trabajillo para ti, que recién me han propuesto que presente tres candidatos para un puesto de vicepresidente y que yo creo que tú lo vales, que recuerdo que en la universidad tú nunca me robaste las pavas porque te gustaban los maromos y siempre me pasaste los deberes. Además, me gusta lo que has hecho en tu empresa y creo que el puesto va a ser para ti
– Gracias, gracias, gracias, gracias … y así un minuto. Te beso y te lamo las uñas negras de los pies de tanto agradecimiento y quiero que sepas que se dijo y se habló que no te defraudaré y que seré el candidato que ellos se merecen y que tú quieres que sea y … bla bla bla
– Bueno, ya te llamarán para la entrevista. No se lo digas al que tiene el puesto ahora mismo que no sabe que lo van a poner en la puta calle

Cuando me explicó la conversación, le pregunté:
– ¿Lo conoces? ¿Al que van a echar?
– Pozí, todos estudiamos en la misma universidad y nos conocemos. El pobre desgraciado no sabe la que le tienen preparada. Ese una de estas mañanas verá que no lo viene a buscar el chófer y cuando llame se entera que le han dado la patada. No lo ayudaré a buscar otro trabajo. Es un cabrón de cuidado
– PoFale

y tuvo otras dos conversaciones similares en las que los otros dos que eligió le doraban la píldora y se ofrecían para lamerle lo que haga falta. Estábamos en ello cuando salta de un tema a otro y me dice:
– Tú siempre has sido el mejor de todos nosotros. El día que te de la gana, acabas de jefe

Yo lo miro flipando y pienso que ha vuelto a esnifar las toballas sucias en mi casa y le digo:
– ¿Estas loco, pibe? Con lo a gustito que estoy haciendo lo mínimo y ganando lo suficiente para vivir y para conocer el mundo
– Por eso. Yo, el Rubio y todos los demás nos tenemos que dejar la piel a la hora de trabajar y tenemos que estar todo el tiempo actualizándonos y tú captas las cosas a la primera y siempre encuentras los puntos débiles. Nunca he visto a nadie que sepa resolver situaciones complejas con la gracia y la soltura que tú tienes. Lo que pasa es que no te sale de los güevillos y ganduleas en un trabajo que requiere el dos por ciento de tu capacidad o menos
– Pos Vale, sí tu lo dices, pero que sepas que no me vas a ver de jefe y que yo con pasear en tu Porsche tengo
– ¡Lo vendí!
– ¡QUÉ! – grité atrayendo la atención de la gente que estaba en la terraza.
– Se lo vendí a un julay y no he perdido ni un leuro ni una lira turca. Ya estoy mirando para comprarme un Porsche Carrera. Está claro que no podremos llevar a mi hembra cuando nos vayamos por Estambul a fardar pero con esa preciosidad, las gafas de sol y un buen rap sonando en el equipo de música, vamos a parecer chuloputas – me dijo.
– Pues no te dejes ir y vete encargándolo que estas cosas toman su tiempo. Yo no me veo paseando por Estambul en el Mercedes, eso es un coche de clase muy baja. Nadie te respeta, por más que nos llevemos al conductor del banco

Y seguimos así, desvariando y bebiendo cerveza y en cierto momento cambiamos de local y almorzamos y sobre las cuatro lo acompañé a la estación de tren de Utrecht y nuestros caminos se separaron. Él regresaba a Estambul y yo salía escopeteado para mi casa para hacer los deberes de italiano antes de la clase. Seguro que nos veremos mas veces este año.

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4 respuestas a “Y al día siguiente con el Turco”

  1. Hace tiempo que no tengo ese tipo de conversaciones que por otra parte, me encantan, pero la verdad es que con la excepción hecha de mis hijas, ahora mismo, no tengo con quién mantenerlas, requieren que le conozcan a uno desde hace años para no tener que explicar viejos acontecimientos a cada rato, así desde que estoy medio aislado en el campo no tengo mas remedio que pasar 🙂
    Salud

  2. A eso lo llamo FELICIDAD. Cuando alguien me hace ese tipo de preguntas, como lo de no aprovechar potencial, poder cobrar más en otro puesto y nosequé, siempre contesto lo mismo, porque soy FELIZ. Me encanta mi trabajo, no me requiere esfuerzos sobrehumanos, me siento bien y me da para vivir como quiero. ¿Por qué tengo que justificarme? Y encima tengo tiempo para distorsiones. Esto es vida.

  3. Yo también. No cambio mi comodidad por el stress que tienen el Rubio y el Turco. Yo, pase lo que pase, a las 16.00.01 me piro a casa y eso no se paga con dinero. Mis responsabilidades están limitadas y yo tan feliz. Por no tener, la empresa no tiene ni mi número de teléfono privado con lo que no hay ni la posibilidad de que me contacten fuera del horario de trabajo.

  4. Sulaco, se me olvidó decirte que alabo tu forma de pensar con el tema del trabajo, ahora incluyo a Virtu después de leer su comentario, debo reconocer que cuando estaba en activo, yo era mas como el Turco, aunque no tanto, siempre que pienso en ello me escuece, fue una estupidez, pero ya lo único que puedo hacer es tener la lección por aprendida y vivir ahora como me da la gana (Y puedo con los recursos que tengo :))
    Salud