Yendo a la Alhambra


El relato comenzó en Un viaje a Granada via Málaga

Lo único que hicimos al llegar a Granada fue salir a cenar. El dueño de la casa nos recomendó el Restaurante Bar León que además nos quedaba muy cerca y al mismo fuimos. Como ya era tarde tenían mesas disponibles y nos sentamos a cenar allí, a todas estas manteniendo una conversación que fluctuaba desde el inglés al neerlandés y al español y con el Niño asombrado porque yo me suelo negar a hablar esa lengua bárbara. Después de cenar optamos por recogernos pronto (es un decir, debía ser cerca de la una) ya que el equipo Beta se iba a las siete de la mañana a Sierra Nevada a esquiar.

Al alba, cuando se iban a esquiar, uno de ellos abrió la puerta de mi habitación y al cerrarla dio un golpe que me despertó y yo por supuesto que acusé al Niño de hacerlo con alevosía e inquina por pura envidia. Además, como hay esta ansia tan grande en el universo de verme de cerca y la gente poco menos que se saca los ojos por mirarme, ya es que me creo que haya alguien más que cierta otra persona que quiera verme durmiendo. Yo soy consciente de ser el Elegido y todo eso pero hay que respetar ?? señores ?? un poquito de respeto.

A las nueve de la mañana me levanté, me duché y me encontré con Waiting para comenzar nuestra jornada. Salimos de la casa y tomamos por la Gran Vía hacia la derecha, el camino que nos indicó er Pisha de Caí. Nosotros que no tenemos maldad ninguna le hicimos caso y como esa era la dirección para ir hacia la Alhambra, pues la seguimos. Encontramos una dulcería y allí desayunamos. Nos sentamos en una mesa y no vemos los miles de carteles que avisan que no se sirve en las mesas y nosotros le echamos unas miradas matadoras a una de las empleadas y funcionó porque nos atendió. Después de comer, salimos a la calle a buscar un taxi y no pasa ni uno pero en el otro sentido son continuos. Después de casi tres minutos esperando llega uno, nos montamos, le decimos que nos lleve a la Alhambra y el hombre en la primera rotonda giró y deshizo el camino, demostrando que no hay que hacer mucho caso de lo que te digan.

La razón por la que cogimos el taxi es que nosotros no somos mileuristas ni tenemos nómina de la Alianza de las inCivilizaciones del presidente Zapatazos, así que nos da pereza caminar o tomar un autobús de precio de risa cuando por cuatro eurolos (cuatro leuros que se dice en algunos lugares ??) nos llevan hasta la puerta con la dignidad y el empaque que nos merecemos.

El taxista escuchaba nuestra conversación que cambia continuamente e incluso se mete en la misma aunque en cierto momento alguien lo llama, el por supuesto responde al teléfono porque al parecer se permite y se pone a darle direcciones a un compañero que está yendo hacia algún lugar en el que hay un criminal o un borrachuzo que debería estar entre rejas. Esto es más o menos lo que averiguamos escuchando mientras él y nosotros hablamos. Nos deja en las taquillas y justo en ese momento hay cuatro mini-autobuses de la línea 30 parados y a punto de descargar a un montón de gente. Yo que salgo del taxi corriendo y apurando a Waiting para ir a la cola pero claro, como ella se cree una Reina y desde que vio la película de la Reina Elizabeth camina como si fuera de sangre azul oscura casi roja y arquea los brazos como si le endiñaran algo debajo de los sobacos, pues como que no va a ser y me mira con cara de «yo no estoy aquí para correr» y tengo que salir por patas para llegar primero y que no se me ponga delante toda aquella chusma y gentuza y a uno le duele que no por nada es el autor de la mejor bitácora sin premios en castellano y casi que un mito y una leyenda pero lo hice porque también soy modesto y sencillo como pocos o quizás ninguno.

Nos ponemos en la cola y detrás tenemos a una familia con una niña de esas que gustan de montar un número y la chiquilla empieza a dar berridos y a subir los decibelios mientras los padres, tíos, primos, abuelos, sobrinos y demás familia no le hacen caso y la puta niña venga a berrear y todos a tratar de calmarla, que es justo lo que ella quería ya que lo hizo por el espectáculo. En eso que vamos avanzando poco a poco y escuchamos unos ruidos rarísimos, como guturales y que parecían provenir de la garganta del tío que estaba delante de nosotros, que hacía unos sonidos tenebrosos como si se estuviera raspando la garganta y él acumulara la piel de la misma para escupirla y aquello es que debe ser cancerígeno o venenoso. Estamos poniendo algo de distancia cuando la novia/esposa/compañera del chaval le da un pico que no veas de esos con lengua sucia y todo y nosotros asqueados, con arcadas. Aquello parecía una transferencia de substancias líquidas solo que aquel hombre solo producía aquellos ruidos rarísimos y mientras nos daban el número anuncian que se han acabado las entradas para la mañana. Al momento otro anuncio en la megafonía dice que quedan doscientas cincuenta entradas para por la tarde y yo que miro por delante y veo que tenemos unos diez y pienso que lo conseguiremos ya que sería mala suerte que justo los diez sean los hijoputas que van a comprar veinticinco entradas cada uno para revenderlas y efectivamente, la cola avanza ligerita y en unos minutos conseguimos nuestras entradas para la tarde y con la visita a los Palacios nazaríes a las cuatro y media de la tarde. Aún era temprano y como teníamos unas horas decidimos bajar caminando al centro y visitar la catedral y otros hitos de la ciudad.

El paseíllo de bajada es muy bonito y el día era espléndido, de esos que en Holanda sería veraniego. Llegamos a la Plaza Nueva y nos acercamos a la oficina de información turística y le preguntamos a la chama que está allí hablando con alguna amiga por teléfono y haciendo como que trabajaba y cuando por fin la cansamos le pedimos un mapa y le preguntamos como ir al Barrio del Sacromonte y al mirador de San Nicolás y nos indicó las líneas de autobuses y nosotros que estábamos acarajotados salimos a la calle, nos vamos a la parada de guaguas y vemos que va a tardar media hora y como no queremos empobrecer nuestro espíritu y perder karma positivo haciendo algo no digno, cruzamos la calle y tomamos un taxi y por cuatro leuros nos lleva hasta el Mirador de San Nicolás. Disfrutamos con la vista, hago las fotos de rigor y en un momento determinado todo los que estaban vendiendo ilegalmente en el sitio recogen los bártulos y se transforman en turistas, haciéndose los lolailos aunque en el suelo habían quedado zarcillos, cadenas, anillos y otras baratijas que venían. El coche de la policía se plantó allí mismo y les jodió el negocio y una gitana lanzaba miradas envenenadas hacia los de los Cuerpos de seguridad del Estado.

Optamos por bajar andando y nos perdimos por los callejones del barrio y regresamos al centro. Visitamos la capilla Real en la catedral para ver las tumbas de los Reyes Católicos y hay que ver que poquita cosa que son. No entramos en la catedral ya que te levantan tres leuros y medio por ver una iglesia como otra cualquiera y tengo clarísimo que yo no patrocino a presuntos tocadores de menores. Almorzamos en un sitio llamado Restaurante los Manueles en la Plaza Nueva y que estaba muy bien y después entramos en un bareto de la zona para tomar el café (en mi caso) y un vinito (en el de Waiting). Pedimos y el empleado le trae un vaso a mi amiga, le pone el vino y al parecer no es suficiente y se le ha acabado la botella. Abre otra y le llena el vaso como si la foto de Waiting presidiera las reuniones de Alcohólicos conocidos. Mi café ya estaba listo en la máquina pero al tío le dio un jamacuyo y se queda como acarajotado mirando entre abobancado y borbónico hacia adelante y después de un par de minutos consigo recuperarlo y traerlo de regreso a este mundo y le pregunto si tiene pensado el traerme el café en algún momento de la historia cercana del país y el tío me mira con cara de no entender nada pero finalmente reacciona y me lo sirve.

Al salir de allí nos vamos a la parada de taxis y no hay ninguno. Somos los segundos y cuando ya nos va a tocar el turno, se nos cuela un viejo y Waiting le echa la M-I-R-A-D-A. No se puede describir, hay que verla para creérselo, pero el hijoputa no lo aguantó y se marchó y justo en ese instante llega un taxi y nos montamos. Volvemos a pedirle que nos lleve hasta la puerta de la Alhambra y una vez allí compramos entradas para la visita nocturna ya que se me ocurrió que estaría bien que el Niño también se culturice un poco y así yo de paso veía el lugar de noche. Entramos y fuimos viendo las diferentes partes del recinto. Huelga decir que la Alhambra de Granada es preciosa.

Ya me he vuelto a extender un montón así que cortamos el relato y lo dejamos para otro día

El relato continúa en Mi primera y segunda visita a la Alhambra

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8 respuestas a “Yendo a la Alhambra”

  1. Ya te dije que te estabas perdiendo Granada. Seguro que ahora vas a querer volver no tardando mucho, pues Granada crea adicción y estoy deseando ver las fotos.

  2. Granada es una maravilla, pero lo sublime lo mas de los mas, son sus polvos…
    Jamás se olvida un polvo en Graná…
    Salud

  3. Reina no me creo. Soy. En mi casa, que es Monarquia independiente, pero Reina al fin 🙂
    Y la MIRADA la herede de mi madre que es capaz de apartar al mismisimo Dios si intenta colearsele.
    Besitos.

  4. Creo que refrescare esta pagina todo el dia hasta escuchar la explicacion de Genin 😉

  5. jajajaja Es que no quedan ni ácaros, el calor es tan intenso que se quedan achicharrados, las sensaciones en Graná son mas intensas, en fin especiales, para ser breve y no ladillar.
    Que no pasa na, que quien no haya probado que pruebe y yastá…jajaja
    Salud