Proyectos de fin de semana


Al ser cabezudo mi cerebro no está sometido a las obvias restricciones que tenéis vosotros y casi todo el populacho. Los pensamientos tienen más espacio para menearse y van de aquí para allá haciendo de las suyas y desarrollando ideas e intereses que ni yo mismo creía posible. Este fin de semana arrancaba el sábado con una de esas ideas y por la mañana aprovechaba el tiempo primaveral para pegarle una podada que no veas al árbol que está en la parte delantera de mi casa. Como crece como un paraguas y acabo podándolo varias veces durante la primavera y el verano, si ya de entrada tiene una cantidad considerablemente menor de ramas y además más cortas, se quedará más tiempo como un paragüilla de mano y me dará menos la lata. A la chita callando, el capullo fue capaz de llenar tres cuartas partes de mi contenedor para basura biológicamente natural y eso que corté las ramitas de un tamaño muy pequeño para que ocuparan menos espacio. El mismo sábado y como el día era épico, me fui a una droguería que está a unos novecientos metros de mi casa andando y en el regreso di un pequeño rodeo por la campiña de Utrecht y acabé haciendo siete kilómetros, disfrutando como un girasol con el solito que calentaba y el lujo de poder estar en la calle en manga corta. Después de eso me piré al cine en bici y estaba por llevarme la cámara para hacer un montón de fotos de los barcos-casa de Utrecht pero se me olvidó, o no me dio la gana, o no quise o alguna de las tres anteriores o todas ellas a la vez.

El domingo tuvimos el traumático cambio de hora, una maldición que nos imponen los gobiernos europeos y que me atrofia totalmente. Me desperté a las ocho de la mañana, lo que un día antes era esa hora y que ahora, mágicamente, se convirtieron en las nueve de la mañana. No solo tuve que cambiar la hora del reloj del horno sino todos los temporizadores que encienden y apagan cosas en mi casa. Como todo el mundo, yo me paso la vida añadiendo aquello que despierta mi curiosidad en mi cuenta en Pocket, en la que hay mayormente recetas y tenía una con donuts que gritaba mi nombre cada vez que entraba a mirar alguna otra cosa. De alguna manera se me fue pasando el día y pensaba que no la podría hacer, aunque mirando en las instrucciones de la pava que la había puesto en Internet, hablaba de un programa de amasado en la máquina de hacer pan. Yo siempre había usado el de hacer pasta, que se lo curra quince minutos y listo pero resultó que la máquina tiene otro y así, por la tarde, antes de irme al cine, eché todos los ingredientes, puse el programa con una hora de retardo y cuando regresé tenía la masa fabulosamente crecidita. Esto fue el descubrimiento del milenio. Tras cenar solo tuve que hacer la segunda parte de la receta y freír los donuts y ahora tengo un congelador petadito para desayunos variados.

Donuts

El proyecto del fin de semana anterior fue una ensalada templada que siempre que voy a los restaurantes de la playa de Melenara pedimos y que es una torre con col, lechuga, manzana, zanahoria y queso de cabra loca y vieja. Esta era una receta que no conseguí encontrar en la red, así que se basaba en recuerdos, fotos del tripadvisor y los consejos de Nieves, que fue la que me dio la idea para el sistema de soporte del tinglado mientras lo montas:

Creando una ensalada

Ahí dentro metería las diferentes capas de ingredientes y al quitar el andamio, la ensalada mágicamente se tendría en pie. Hice dos, una el día que me visitaron unos amigos y otra el lunes. La primera no se sostuvo en pie ni de coña, aunque estaba rica. La segunda sí que aguantó y le pude hacer la foto:

Ensalada templada

La salsa por encima del queso es una reducción de vinagre de Módena con frambuesas. Aunque queda bonita y sabe muy bien, no compensa tanto esfuerzo para una ensalada y salvo el caso de querer impresionar a la chusma y la gentuza que me visita, no creo que la haga con frecuencia. La reducción del vinagre sí que ha sido un descubrimiento para posibles ensaladas futuras, fuerte de sabor y con un toque entre dulce y amargo que está muy bien.

Esta semana, después que descubrí que hay dos latas de judías negras escondidas en mi cocina desde hace por lo menos cinco meses, la misión es encontrar una receta que haga uso de las mismas y a ser posible, combinada con algo que use también las latas de millo que acaparo sin motivo aparente. Este año, la limpieza de primavera la haré en la despensa, cocinando en base a lo que acaparo y después olvido.


5 respuestas a “Proyectos de fin de semana”

  1. Es verdad, yo también hago limpieza general cuando llega el buen tiempo y estoy suficientemente inspirado para el sacrificio… 🙂
    A veces tardo tanto, que mi vecina viene a inspeccionar, me llama marrano y perro -vago en andalú- y se presenta con la hija y la hermana, me mandan al carajo del ranchito y me dejan la casa como los chorros del oro, luego les echo varias broncas en la medida de que no encuentro las cosas por ninguna parte, eso es lo malo, y la cantidad de cosas que tira a la basura, pero compensa…jajaja
    ¿Que es y como se hace una reducción de vinagre?
    Salud

  2. Como al conducir, metes embrague y reduces marcha … o en este caso, pones el vinagre balsámico de Mödena en la cantidad estipulada junto con la cantidad adecuada de azúcar y de zumo de frambuesas (pasadas por la picadora y coladas) y a cocinar hasta que te quede un tercio del producto inicial. Es como un asfalto líquido que espesa con el frío.

  3. Eso no es libre albedrío, es no tener que atender a nadie más que a tí mismo, no es que los demás no queramos pensar en salir diez minutos y decidir sobre la marcha que vamos a dar un rodeo de una hora, es que no podemos, porque hay gente que depende de nosotros en casa. ¿Eres un alma libre? Sí, pero porque no tienes ante quien responder.

  4. Yo estoy tirando cables de ordenador desde hace un mes. Cada vez me da pena e indulto a la mitad así que lo hago varias veces para quedarme con lo necesario + 1 de reserva. Ayer encontré una manga pastelera en un cajón que no sirve porque ya no tiene boquillas.