15. Quizás no hay vida tras despedirnos der Dani


Lo creas o no este es el capítulo final, el fin de una historia que se ha ido escribiendo sola a lo largo de un año. Seguro que ya te has leído los catorce capítulos anteriores, pero si no es así y has entrado directamente en este lugar, quiero darte la oportunidad de comenzar por el principio, que no es otro que 1. Todos queremos ser como er Dani. Una vez has enganchado en el tren de esta historia el orden de las estaciones que tendrás que visitar es el que sigue: 2. Conozcamos ar Dani para introducirte formalmente con nuestro héroe, 3. Lugareños der Dani y 4. Conocidos der Dani para entender sus circunstancias a través de su entorno y 5. La Carmen, hermana der Dani que nos mostrará a su hermana en plena acción. La vida es muy dura y las estrategias de supervivencia son variadas y si no que se lo digan a 6. Er Dani y la metrosexualidad. Después de estos seis primeros episodios cambiamos de escenario y nos dirigimos a otro en 7. Camino del restaurante con er Dani. Al llegar al restaurante conocimos a una nueva tanda de amigos en 8. La Gayola y los amigos der Dani . Ninguno esperaba que la acompañante der Dani fuese ese pozo de información que resultó ser en 9. Las verdades de los amigos der Dani momento en el que la Gayola saca a relucir los trapos sucios de la concurrencia. Tras la tensión vino la calma con la entrega de presentes en 10. Regalos para er Dani. De tan contento que se puso con sus regalos el nos hizo un presente a nosotros en 11. Er Dani y sus bolas y ya sin freno y cuesta abajo cambiamos de local pero él siguió en sus trece en 12. Er Dani y más de lo mismo. Llegados a este punto volvió a aparecer la hermana der Dani en 13. La Carmen en el cumpleaños der Daniy de esta forma alcanzamos el penúltimo episodio que fue 14. Er Dani se lo monta con sus amigos. Y ahora sin más, procedamos a deternos en la estación a la que estaba destinado este tren.

Ya lo decía el gran maestro: todo comienzo tiene un final. El de este relato llega hoy. Ha sido un experimento curioso el recordar lo que sucedió aquella noche y relatarlo a lo largo de tanto tiempo. Me ha hecho sentir un poco como un malvado sé-tres-pe-os narrando grandes batallas a un grupo de atentos lectores que no han perdido comba.

Aquí ya no se puede contar nada más sobre er Dani porque ya está todo dicho. Después de salir del local deshicimos el camino andado hasta el garaje en el que la Gayola había aparcado su coche. La mujer iba callada y bien jodida, aunque no de la forma que a ella le habría gustado. En la madrugada las calles del centro de Málaga son mágicas. Un camión cuba pasaba regando las calles y de vez en cuando un taxi pasaba veloz junto a nosotros. A veces nos tropezábamos con otros pequeños grupos de jóvenes que al igual que nosotros estaban de retirada y otros que seguramente se desplazaban hacia otros locales.

El aparcamiento está debajo de una avenida de esas principales. En la entrada había un tipo meando contra la pared que seguramente estaba borracho. Otro dormía en el suelo entre meados, olvidado por sus amigos en aquel lugar y posiblemente desplumado por cualquier espabilado que al pasar por allí lo vio de esa guisa. Para sacar el coche la Gayola le volvió a pedir a mi amigo Sergio que lo hiciera porque ella no es muy buena con ese tipo de maniobras. Mi amigo le colocó el coche enfilando la salida para que la pobre no tuviera que pensar mucho. Ninguno de los tres nos acordábamos exactamente del lugar en el que estaba aparcado nuestro vehículo así que se imponía una misión de búsqueda. Lo único que sabíamos es que estaba cerca del estadio y del río seco que hay por allí y que en la cercanía se encuentra una barriada de esas en las que uno preferiría no acabar porque seguro que no lo contamos.

La Gayola estaba más animada y volvía a hablar. Me contó que visita Holanda a menudo para comprar flores para su empresa. Le gusta Holanda porque la gente es rubia y hay agua por todos lados. Nos dijo que tiene mucha suerte porque la empresa con la que trabajan tiene gente que habla español porque ella ni domina el inglés ni el holandés. A todas estas estábamos dando vueltas por la ciudad buscando el coche. También nos dio información detallada de su vehículo, precio y características técnicas y todos los extras que le había puesto al comprarlo. Era un coche de chichona. Lo mejor era el crucifijo que colgaba del espejo y que estaba acompañado de un cazador de sueños (dreamcatcher), esa infamia que se hizo popular tras aquella mierda de película y que llevó a los españoles a poblar el país con dichos trastos. Si tienes uno en tu coche quiero que sepas que me río de tí y de tu pobreza espiritual, sin ira y sin pausa pero me río.

Probamos en un montón de calles y no dábamos con el puto trasto. Aquello empezaba a ser preocupante. Tratamos de llamar ar Dani pero no nos cogió el teléfono. Seguramente andaba liado persiguiendo algún coñito en el pub o subido a alguna silla desnudándose de nuevo. La Gayola no tenía mucho tema de conversación y al tener que permanecer con ella por tanto tiempo acabamos todas las posibilidades. A falta de otra cosa me puse a recitar la lista de provincias españolas ordenadas por comunidades autónomas. Cada uno se entretiene con lo que puede y yo, como todos sabemos, puedo poco.

Sergio ya se estaba desesperando cuando por fin nos topamos con su coche, escondido entre un par de camionetas. Apareció en donde menos nos esperábamos y mucho más cerca de la zona prohibida de lo que era aconsejable. La Gayola nos pidió que la dejáramos seguirnos para salir de la ciudad porque desde allí no sabía como hacerlo. Le recordé que su coche tenía un GPS pero hubo de reconocer que no tenía ni pajolera idea de como usarlo y que la función básica del mismo es para fardar.

Dejamos que la Gayola viniera detrás de nosotros y al llegar a la autopista nuestros caminos se separaron. Nosotros enfilamos hacia Benalmádena y ella hacia dondequiera que sea que viven seres así. En el camino de vuelta no hablamos mucho. Yo trataba de procesar toda la información adquirida ese día y reservarla para poder contarla más adelante, como así ha sido. Mi amigo Sergio iba entretenido conduciendo y únicamente me hizo un comentario: te dije que merecería la pena y que no lo olvidarías. Así ha sido. Tenía más razón que un santo y quiero darle las gracias por haberme permitido conocer ar Dani y contarlo posteriormente. Llegamos a su casa y procuramos no hacer mucho ruido para no despertar a la tropa que llevaba horas durmiendo.

Fin.

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6 respuestas a “15. Quizás no hay vida tras despedirnos der Dani”

  1. Juas los «atrapasueños»… «atrapasueños» ni hostias! basura, ganas de hacer el pato y que se descojonen de uno… «atrapamongos» deberían llamarlos.

  2. Pues yo creo que la chica tiene mérito, despues de esa noche y aún guardaba ánimo para hablar de trabajo? ¡yo iría llorando todo el camino de vuelta, por los traumas soportados!

  3. Al menos ya no me pueden agobiar para que acabe el relato. Ya está, ya me lo he quitado de encima.
    Además de estar negro, he escrito una pasada. Tengo hasta el domingo ya publicado.
    Un pequeño sneak-preview para abrir el apetito:
    Esta noche En la montaña del Culo Roto, mañana El lento camino a casa, el viernes Chichones al sol y el sábado El ciclo de las hembras. Todo eso acompañado por fotos valencianas.

  4. Joder, tío, que pedazo de historia. ¡snifff, snifff! Me da hasta pena que se acabe. Hacía tiempo que no me reía con tanta gana. Yo vivo en Málaga precisamente y tú desde Holanda no habrás oído mis carcajadas por poco.
    He estado pataleando un poco por la bitácora leyendo las secciones de grandes historias y de reality sucks y la verdad es que aquí tienes material para un libro entero. Seguro que se vendería mejor que otros que hay por ahí de autores de cierto renombre y que están muy creiditos pero sólo escriben mojigaterías y mariconadas.

  5. ufff, no te relajes, que aún te quedan por terminar las aventuras amorosas del turco.

    La verdad es que me da hasta pena lo de la historia der Dani, pero me gustó el final, es hasta bonito

  6. Lo del turco tengo que planificarlo. Es el siguiente en la lista. El problema vendrá cuando acabe la saga del turco y no quede nada que contar. Tendré que cerrar el chiringuito.

    A Málaga no puedo volver salvo que sea de incógnito. Si me pilla er Dani o alguno de sus amigos me linchan seguro, que hay varios que se han ido de la lengua y se ha corrido la voz. Es una pena porque seguro que vuelvo a ver ar Dani y tengo para escribir otra temporada.

    El final der Dani era el más lógico, en plan epílogo cansino y lánguido para echar el freno. Pensé en acabarlo en el capítulo 14 pero no merecía terminar así.

    Jimmy, gracias. Algún día lo juntaré todo en plan diario y lo mandaré a alguna editorial para que lo rechacen.