9. Las verdades de los amigos der Dani


A pesar de haberla aparcado unas semanas, la vida y obra der Dani en el día de su cumpleaños no está acabada ni mucho menos. Ya habréis leído en los comentarios que mis visitas a Málaga han terminado, que mi vida corre peligro en aquellas tierras y puesto que no tengo nada que perder, continuaré desgranando la verdadera historia de lo que sucedió aquella noche. Este es un momento tan bueno como otro cualquiera para recordar y leer de un tirón esta serie que comenzó con 1. Todos queremos ser como er Dani, continúa con 2. Conozcamos ar Dani, y se desarrolla plenamente en 3. Lugareños der Dani, 4. Conocidos der Dani y 5. La Carmen, hermana der Dani. No hemos acabado ni mucho menos, la cosa sigue en 6. Er Dani y la metrosexualidad y a partir de aquí dejamos el local en el que estábamos y emigramos en 7. Camino del restaurante con er Dani. El último capítulo fue .
8. La Gayola y los amigos der Dani en donde finalmente entrábamos al restaurante y se producía el esperado encuentro de la Gayola con los amigos del festejado protagonista.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Durante todas estas semanas hemos ido desgranando los eventos que sucedieron una noche de marzo. Han sido instantáneas de algunos de los momentos cumbre de esa noche. Aún no hemos terminado. La historia continúa y la retomamos en el punto en el que nos habíamos quedado, en el restaurante.

La cena debería haber pasado sin pena ni gloria. Si todos hubieran mantenido sus bocas cerradas o al menos ocupadas en el comer no tendríamos nada que contar. Pero no fue así. Estábamos comiendo, todos los hombres cordero y la Gayola devoraba su ensalada ?vegetal??. Comía con el mismo envite que un chancho aplica a la tarea. Levantaba el dedo meñique de la mano con la que sujetaba el tenedor. Era su interpretación particular de la clase y el estilo.

Uno de los individuos hizo alguna broma grosera sobre ella, broma que no consigo recordar. Ponía en duda la capacidad de esa hembra para dar cuenta de todos los hombres que la acompañaban, más si tenemos en cuenta que según er Dani, allí follábamos tooós. La Gayola alzó una ceja, dejó los cubiertos sobre la mesa, miró hacia el individuo y le empetó: No hay suficientes machos aquí para acabar conmigo. Una risa colectiva recorrió el grupo. Comenzaron a hacer comentarios soeces y a rebatir la aserción de dicha hembra. Ella se levantó y cruzó la mesa de lado a lado, mirándolos a todos cuidadosamente. Cuando volvió a su sitio les pidió que se presentaran.

El primero dijo su nombre y ella lo calificó sobre la marcha: el Pajero, porque lo único que haces es cascártela. El tío perdió el color y todo el mundo comenzó a reírse de él. Por las reacciones de todos ellos debía ser cierto. Fue a por el segundo, que tras nombrarse recibió su calificación: el impotente, porque estás especializado en gatillazos. Tras las risas y los aplausos que siguieron dicha aserción llegaron los primeros temores. ¿Cuánto sabía la Gayola sobre ellos? ¿Cuanto le había contado er Dani? Las dudas sobre la lealtad del amigo se hicieron patentes. Las risas se apagaron. Ahora había algo de temor en el aire, un regusto amargo.

Cuando llegó el turno del que la había ofendido y dijo su nombre, una sonrisa cruzó la cara de la Gayola. Todos nos quedamos en silencio, expectantes. Ella se regodeó en ese momento de gloria y cuando habló, sus palabras fueron como lozas que cerraban una tumba. Tú eres el que se metió en un baño con una maricona para que te la chupara y todo porque querías que la maricona te pagara unas copas. Si hubo un instante en la historia en el que se debía haber parado el mundo fue este. El silencio era tan duro que se podía ver. Incluso los camareros quedaron temporalmente congelados, expectantes. Una mosca cruzaba la sala y sus alas creaban todo el ruido que había allí dentro.

Dicen que tras recibir un golpe uno trata de levantarse. Después de ese derechazo nos quedamos todos mirándonos, sin saber que hacer o que decir o como reaccionar. El dedo de la Gayola señalaba al pobre totorota al que había acusado. El calado de sus palabras continuaba reventando barreras en nuestro cerebro, destrozando todo aquello en lo que habíamos creído. Tras una o varias eternidades volvimos a respirar, las luces recuperaron su brillo y er Dani trató de romper el hielo con un comentario insustancial y vulgar. Otro de los que allí estaban miró al acusado y le preguntó directamente: ¿De verdad te la chupó una maricona?. En su cara se reflejaba incredulidad. Bueno, no fue exactamente asín. La Gayola volvió al ataque. ¿Cómo que no? ¿Cómo que no? Te fuiste con la maricona al baño para que te la chupara a cambio de pagarte unas copas y encima era una maricona vieja, en la disco esa que está a las afueras de Benalmádena, la Pollola, amos.

Estos nuevos detalles fueron como clavos sobre el ataúd de aquel pobre. ¿Te la chupó la Pollola? Pero como has podido tío, como has caído tan bajo. Aquel hombre se encogió hasta la mínima expresión. Trató de excusarse pero no cabía ninguna duda. Nadie le dijo más nada, pero se suspendieron las presentaciones. Aquel era un juego muy peligroso y ahora sabíamos que la Gayola venía con armas de destrucción masiva.

Hubo intentos de romper la tensión pero ninguno podía evitar el mirar hacia aquella alma en pena y pensar que un día no muy lejano estaba en el baño de una disco, con los pantalones bajados siendo succionado por unos labios colagenados y carnosos de otro tío ya viejo y vestido de lo que él pensaba debe ser una con estilo. La conversación tomó otros derroteros y nuestra heroína continuó con su sorna devorando su ensalada vegetal. Tras los postres llegó la ceremonia de entrega de regalos de cumpleaños, pero esa es otra historia.

En el próximo capítulo continuaremos ahondando en la degradación humana con el reparto de regalos en el episodio llamado Regalos para er Dani.

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2 respuestas a “9. Las verdades de los amigos der Dani”

  1. Es gayola es agente de la CIA y es más lista que el hambre aunque de otra impresión , estará criada en las mejores escuelas y se esta quedando con todos sus amigos y añadidos que creen que es una pobre desgraciada.

  2. Yo sólo sé que esa chica es un arma de destrucción masiva. Por desgracia, a partir de este punto en la historia su participación ya no será tan acusada.