27 Dresses – 27 vestidos


Con los años me he ablandado y le he cogido el punto a las comedias románticas, la más ñoña y trillada de todas las variantes de la comedia y al mismo tiempo una que cuando funciona te deja muy buen sabor de boca. Cuando entras en una sala casi llena e inmediatamente notas la anomalía, sabes el género cinematográfico del que se trata. Si en la sala hay un noventa por ciento de mujeres y solo un diez por ciento de hombres, lo tienes super claro. La película era 27 Dresses que en España se transformó en 27 vestidos.

A una pava se le está pasando el mejillón

Una chica que es dama de honor veintisiete veces y aún no se ha casado, es carne de sillón de psicólogo argentino o psiquiatra caníbal. Si además está encoñada con su jefe pero no se lo dice y se limita a olerle los gallumbos a escondidas, la pobre está muy pero que muy mal. En su rescate llega un caballero metrosexual de esos que la mira con ojitos de cordero degollado mientras calcula el ángulo para endiñarle el garfio sin que lo note. La chica sigue en su negocio de las bodas y su ciego amor le impide ver el pedazo de maromo que tiene delante suyo y tendremos que asistir a toda una ceremonia de disgustos y plantones para que vea la luz y se den las condiciones necesarias para la gran escena final en la que todas las mujeres de la sala suspiran y se emocionan simultáneamente.

Estas películas se sostienen por la química entre los protagonistas. Si no la hay, la cosa termina yendo de mal en peor. Aquí tenemos a dos parejas, todos perfectos y maravillosos que es como debe ser. Tienen frases divertidas y en ocasiones contundentes y la cámara se acerca continuamente para regalarnos primeros planos de todos ellos. En realidad, lo más increíble es descubrir que James Marsden puede actuar, yo creía que era un cacho de carne con ojos a quien cualquier cosa más allá de Cyclops le quedaba grande y me tengo que tragar mi opinión porque resulta muy divertido y solvente en este tipo de películas. A él le tocó lidiar con Katherine Heigl, la dama de honor profesional que no termina de encontrar su media naranja. Hace muy creíble su papel de mujer despechada, hermana celosa y tonta del bote. Con ella tenemos algunos de los mejores momentos de la película.

Como es de esperar, cerca del final el nivel de romanticismo alcanza niveles estratosféricos y para cuando llegan los títulos de crédito no hay mujer en la sala que no esté ovulando a toda velocidad. Sacrifica una tarde y lleva a la parienta a ver esta historia para demostrarle que tú también eres sensible y capaz de ver películas en las que no hay tiros, palabrotas ni nada parecido.
7artuditos