Origen – Inception


Hay veces que sales del cine temblando de emoción y en lo único que puedes pensar es en que quieres comprar otra entrada y volver a ver aquello que acabas de vivir. Es una sensación fortísima, intensa y que noquea completamente todos nuestros sentidos. Hoy he tenido una de esas escasas experiencias místicas que quiero repetir y que mañana me llevará a un cine para volver a ver la misma película y el lunes la veré por tercera vez y el martes ya estaré en mi cuarta vez y solo Dios sabe si pararé cuando haya llegado a los ocho visionados de mi récord anterior o seguiré adelante. La película que me ha fascinado tanto y que es una obra clásica súbita se llama Inception y en España se estrenará en un par de semanas como Origen.

A un julay pijo se le mete una banda de ladillas en sus interiores y se tiene que rascar que no veas para poder quitárselas

El único lugar en el que nadie ha robado nunca es en nuestro subconsciente. Nuestras ideas, las experiencias más íntimas están a salvo de miradas indiscretas y aunque parezca increíble, esta es la misión de los protagonistas de esta película, romper la mente de un hombre y robarle aquello tan preciado. Es un atraco perfecto perpetrado en un lugar en el que no parece posible que se pueda hacer algo así y en el que en lugar de llevarse algo, dejarán un pequeño regalito.

Antes de empezar a hablar de la maravillosa Inception conviene poner unos cuantos puntos sobre las íes. Todos hemos padecido la mediocridad y falta de imaginación de la trilogía de los julandrillos de ese nefasto director que es Peter Jackson. Insultó el género de la fantasía con esa basura con una banda de julandros caminando durante once horas de película para tirar un puto anillo y con aquella mamarracha que se parecía a la duquesa de Alba solo que sin pelo gimiendo todo el tiempo: mi tesoooro, mi tesoooro. No era cine, era vómito para descerebrados y mariconas viejas. Todos también hemos sufrido las cagadas de Michael Mann desde los noventa, mierda tras mierda, cine vacío y en el que lo único destacable son las ubicaciones de cámara y los movimientos de la misma porque a nivel de argumento sus películas son, han sido y serán diarrea para acarajotados. Todos hemos vomitado con infinidad de directores que ocultan su mediocridad con escenas en las que los planos se cortan después de unas milésimas de segundo y cambian tan rápido que marean al público y así lo descentran. Todos. Pese a esto, un puñado de directores han seguido haciendo aquello que nos lleva a las salas y nos hace abrir la boca y soltar un ¡guau! y uno de ellos (si no el mejor) es Christopher Nolan. Su maestría a la hora de esconder mundos dentro de otros mundos quedó demostrada desde Memento y no ha parado de crecer. La historia que ha bordado en esta ocasión es posiblemente una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia del cine, un auténtico golpe de estado en un género dominado por los efectos especiales y las tramas estúpidas y una reivindicación del cine de calidad. Hay tantos niveles en la historia que nos cuentan que para apreciarla completamente hay que volver al cine una y otra vez y seguro que descubrirás algo nuevo, detalles que se te pasaron por alto y que iluminarán ideas que estás macerando pero que no terminabas de cuajar. Es una montaña rusa de emociones y en la que la acción está al servicio de la historia y no de los efectos, con un montón de actores que rozan la perfección y entre los que destacan el asombroso Leonardo DiCaprio, un actor que parece no tener límites y que en esta ocasión está acompañado de una maravillosa Ellen Page y del fascinante Cillian Murphy.

Técnicamente la película es perfecta, con unos efectos especiales increíbles que no nos distraen y que nos llevan a niveles impensables. Hay una lucha en un edificio que si no te hace morderte las uñas o arrancarte el pelo es porque estás muerto. El guión está muy trabajado y en lugar de venir masticado y procesado como el puré de las películas veraniegas nos obliga a pensar y recordar cosas y a usar esa cosa grande y dura que descansa sobre nuestro cuello. La cámara se mueve con elegancia, con planos alargados y que nos permiten fijarnos en los detalles (y hay miles de detalles) y nos mueve por los diferentes escenarios como si estuviéramos viéndolo todo a través de los ojos de algún Dios menor. No hay absurdos cortes para distraernos y engañarnos, todo lo vemos suceder frente a nuestros ojos y según la acción va adquiriendo intensidad y los múltiples niveles en los que se desarrolla el juego van llegando al punto en el que confluye todo, sentiremos la tensión vibrando por todo nuestro cuerpo y será difícil el mantenerte agarrado a tu asiento. Todo lo demás parece haberse alineado para crear una gran película, un clásico que hay que ver varias veces para paladearlo bien.

La segunda vez que la vi disfruté enormemente al reconocer detalles que aparecen en pequeños flashes y que más tarde se explican y con la intrincada estructura construida para anidar cinco realidades distintas y sincronizarlas en un momento determinado. Definitivamente es un clásico.

Esta es sin lugar a dudas LA película del verano y posiblemente del año. No dejes de ir a verla al menos un par de veces. Un clásico.


2 respuestas a “Origen – Inception”

  1. Yo, de momento, he visto la película dos veces, y voy a verla un par de veces más, eso seguro.

    Porque lo de «peliculón» se queda hasta corto.

    Joder, toda la peli es épica. Todo, desde el argumento, hasta la banda sonora, pasando por el convencimiento de que Nolan sabe hacer una peli compleja sin tratar a sus espectadores como cretinos a los que hay que explicarles todo pasito a pasito. El sentido del ritmo de la película es algo para arrancarse el pene a manuelas de pura adoración.

    Así que sí, coincido contigo ^^