Acabando el viaje en Khao Lak y regresando a Patong


El relato comenzó en Desde Utrecht a Kuala Lumpur

Por si no os ha quedado claro, el viaje vida-abordo que he hecho para bucear es uno de los momentos épicos de mi vida y lo recordaré por y para siempre. El último día regresábamos a puerto sobre la una de la tarde y hacíamos «únicamente» dos inmersiones. La tarde-noche anterior el capitán nos llevó hasta las cercanías de Khao Lak, junto al pecio Boonsung. Este barco está a unos quince metros de profundidad en un arenal y es famoso por la ingente cantidad de vida que tienen sus restos. No se parece para nada a un barco. Se usaba para el transporte de metales desde las minas y según dicen, se hundió por un problema en los jiñódromos, para que veáis lo importante que es tener las cañerías en buen estado. Después, el ejército tailandés lo bombardeó porque era un peligro para otros barcos, el tsunami del 2004 le dio un buen repaso y ahora es uno de los sitios favoritos para bucear.

Nuestra primera inmersión, la de las siete de la mañana, cuatro horas antes de la hora Virtuditas, nos llevó a ese mundillo y desde el principio vimos tres chuchos, tres mantas pequeñas o como las llaméis en vuestro terruño. También vimos una morena pequeña y espectacular que es muy difícil ver en otros lugares de Tailandia y cienes y cienes de millones de peces. Allí hay poca visibilidad con lo que hay que andarse con cuidado para no perderte y separarte de tu grupo.

Después de salir desayunamos y comenzamos a liquidar las cuentas y pagar lo que no estaba incluido en el viaje, como el alquiler de equipo o las bebidas alcohólicas. Quedamos en la cubierta superior, en el solario y zona de charla un rato antes de bucear para el Gran Reto. El Maestro de buceo español, mi amigo el chino de zumosol y un servidor habíamos jurado por las bragas más mugrientas de Mafalda que saltaríamos al agua desde allí, a unos ocho metros de altura. Un montón de gente más se apuntó al reto. Al parecer, esto no ha sucedido en toda la temporada, que comenzó en octubre. Nadie ha estado tan loco como para hacerlo. En el agua, una cámara para grabar los saltos, una infinidad de teléfonos desde arriba e incluso desde las cubiertas inferiores. Saltó primero el español y después el primo chino de Zumosol y un servidor a la vez. Aún no tenemos el vídeo desde el agua pero sí que tengo desde arriba y fotos. Entre las curiosidades tenemos que se tiraron al menos dos chinas que tienen título para bucear pero que NO SABEN NADAR, así que según llegaban al agua las rescataban. También se tiraron los japo-brasileiros con lo que de nuestro equipo, hubo un pleno. Lo hicimos, entre otras cosas porque nos lo pasamos genial en estos días.

Nuestro segundo y último descenso fue en el mismo lugar. Al parecer ninguno de los otros grupos vio las mantas con lo que ellos las iban a buscar y nosotros nos centramos en otras cosas. Estuvimos bajo el agua casi cincuenta minutos y salimos tristes porque sabíamos que se acabó lo bueno. Al salir, ducha y adecentarnos, volver a ponernos gallumbos después de tantos días viviendo en bañador. Preparamos las maletas, recorrimos el barco una y otra vez buscando cosas que nos dejábamos atrás y la jefa del barco nos mandó el diario digital de todo lo que vimos y también la mega-foto de grupo que nos hicimos. Me asignaron la furgoneta para ir con la chino-argentina y los japo-brasilerios y el primo chino de Zumosol iban en otra pero por el camino, todos chateando por el Güazá y quedando para ir a cenar juntos. Ninguno se lo esperaba y no solo nos lo pasamos bomba, congeniamos y en el tiempo que vivimos juntos, fuimos como una familia.

En Patong tenía otro hotel, el Villa Atchara, con una piscina preciosa que nunca llegué a usar. Lo primero que hice fue apuntarme a una excursión para el día siguiente para ir a Koh Phi Phi, llevar la ropa a una chama con lavadora que lava por algo más de un leuro por kilo y después, apalabrar la hora para cenar. La china eligió uno llamado Honeymoon Thai Restaurant by Kenya. Con el aceite que perdía el camarero se pueden llenar dos barreños. La comida estuvo bien, nos reímos, gritamos y nos echamos en cara de todo. El único que no vino fue el chino Zumosol porque estaba en el gimnasio de su hotel tuneando los músculos pero se nos unió para las cervezas. Nos metimos en un sitio solo porque tenían aire acondicionado, que los asiáticos son muy exigentes con eso. Por allí apareció el de Zumosol y le contamos todos los chismes y chanchullos del barco. Resultó que por la calle en Patong nos cruzamos con la Noréxica y la Bulímica y estaban con su maestro de buceo chino y una de ellas le cogía la mano. El de Zumosol flipó porque nos dijo que las dos están casadas y con hijos, así que allí una iba a hacerle un Vitorino al marido. Tengo anéctodas por un tubo del viaje, como la de la Cangrejo, una china, F-E-A, fea, feísima y que está casada con un austriaco. Una vez comprobado que es tonta, la única explicación es que en la cama debe ser épica y legendaria porque ni jarto de ron de garrafón me arrimo a ese bicho. Entre las cosas más fuertes de esa chama, pese a ser delgada, se bebía el aire más rápido que nadie, la tenían que agarrar por detrás continuamente para moverla y de ahí le viene el mote de la Cangrejo y el último día, en la primera inmersión, bajó y a los diez minutos su equipo estaba de nuevo en el barco porque le entró agua en la máscara y al parecer no sabe como limpiarla, algo que es uno de los ejercicios del curso de buceo más básico, con lo que lo debe haber aprobado a base de mamadas a todos los del centro de buceo. Otra cosilla que me viene a la cabeza es el peote que nos pegó en la cara un chino. Los que estaban con nosotros nos confirmaron que eso no es normal entre su gente, que lo hacen los agitanados. Podría seguir pero ya sabéis que lo que sucede en el vida-abordo se queda en el vida-abordo. Por el grupo en común del Güazá nos hemos mandado un montón de fotos. Mientras tomábamos cerveza, diluvió y tuvimos que esperar hasta la medianoche para poder regresar a nuestros hoteles.

El relato continúa en Saltando por islas cerca de Phuket

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2 respuestas a “Acabando el viaje en Khao Lak y regresando a Patong”