Agüita fría


Llegué al reto que voy a comentar de casualidad, ya que no era algo en lo que hubiese mostrado algún interés en ningún momento de mi vida. A través de un programa que instalé en mi Aipá para hacer ejercicios de respiración y que me fascinó inicialmente porque en poco más de una semana podía aguantar la respiración casi tres minutos, descubrí que tenían una especie de reto de duchas frías, aunque conviene explicar que son duchas frías tras la ducha normal, no entrar directamente en el agua fresca. El reto, de veinte días, comienza con quince segundos de ducha fría y cada cinco días se incrementa la cantidad en quince segundos, con lo que pasas al medio minuto, tres cuartos de minuto y finalmente llegas a cinco duchas con un minuto de agua fría. Comencé en los Países Bajos, en donde el agua estaba un pelín fresca, aunque no de una manera horrenda y después, cuando fui a Gran Canaria, allí lo terminé e inmediatamente, comencé el segundo reto, el avanzado, que nos pone primero con setenta y cinco segundos de agua fría, después minuto y medio, tras esto ciento cinco segundos y acaba con dos minutos de ducha de agua fría. En algún momento del reto, regresé a los Países Bajos y los dos últimos pasos los he dado aquí y ahora sí que soy capaz de comprobar la diferencia entre la temperatura del agua fría en Gran Canaria y en Utrecht. El minuto y medio en Gran Canaria era hasta agradable mientras que los dos minutos en mi casa aquí arriba te agudizan el oído, esperando que la alarma que pongo comience a sonar para cerrar el agua inmediatamente. Mañana será el último día con dos minutos.

En realidad, le he terminado cogiendo gusto a eso de cambiar el agua a unos treinta grados de la ducha por la traca fría final y creo que a partir de ahora lo haré siempre o regularmente, solo que reduciré la cantidad de tiempo a un minuto, más o menos, ya que a efectos prácticos, no hay mucha diferencia con el tiempo adicional bajo el agua. Una cosa que noté, cuando estaba en la playa de las Canteras, es que ahora no me pego diez minutos para entrar en el agua en la playa, voy y avanzo decidido esquivando la seba que flota en el agua cerca de la orilla cuando hay marea llena y hablando de seba, palabra que está en el diccionario canario de la lengua, es la forma con la que nos referimos a las algas marinas y cuando te tropiezas con un lugar en el que hay un montones, es un sebadal, nombre que además tiene una zona industrial cerca del Puerto de las Palmas que supongo que en el agua tenía un montón de seba y siguiendo con la versatilidad del idioma por las islas, los surferos y los bugueros, cuando galopan sobre las olas, las seban, ya que también tenemos el verbo sebar que solo se usa para expresar acciones de deslizamiento sobre las olas.


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