Andando por Rávena y viaje a Verona


El relato comenzó en Pateando por Bolonia

El segundo día en Boloña comenzó antes de las ocho de la mañana, desayunando. Si decides viajar conmigo, has de ser consciente que yo no permito el efecto Virtuditas y eso de bajar a desayunar a las diez de la mañana para salir no sucede. De hecho, a las ocho y media ya estábamos comprando los billetes de tren para Rávena, cerca de la costa y aún dentro de la provincia Emilia-Romaña en la que está Bolonia. Esta ciudad es uno de los secretos mejor guardados de Italia, pequeña, relajada y con un montón de historia, con una serie de monumentos bizantinos y paleocristianos que harían rabiar al más envidioso. El viaje en tren tomó cincuenta y nueve minutos y en el camino el tren paraba en Imola, famosa por las carreras de coche y en Lugo, que yo juraría que está en Galicia pero que al parecer tiene franquicia italiana, aunque sin marisco ni galleguiños. Al llegar a la ciudad me pidieron por favor que no escriba sobre la misma porque después se enteran los truscolanes de mierda y se les infesta el lugar con esa chusma y gentuza.

Camino de la oficina de turismo para recibir la información pertinente pasé por el Battistero degli Ariani, el cual ya sabía que es de acceso gratuito. El Baptisterio Arriano es el más antiguo de los edificios que forman parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad en esa ciudad y que iba a visitar durante el día. Se construyó a finales del siglo V (uve) y en la misma ciudad hay otro para los ortodoxos, con lo que ambas ramas de la secta cristiana tenían sus edificios para el bautismo de nuevos miembros. El mosaico del techo es precioso y en el mismo Jesús está en pelota picada y mostrando el paquetillo y parece que la paloma lo va a atacar. Esto ya nos da una idea de lo que se puede ver en la ciudad.

En la oficina de turismo me dieron el mapa, me explicaron todo y me indicaron que tenía que ir a la calle de al lado para comprar la tarjeta de Rávena que te da acceso a los seis monumentos principales. Como llegamos temprano no había cola pero para los que prefieren aparecer a medio día, la cola era como las de los supermercados venezolanos el día que tienen papel higiénico y leche en polvo.

Justo al lado está la Basilica di San Vitale y entré a verla. Si tienes problemas para ver el vídeo, prueba con este enlace. Este es uno de los templos más importantes de la época bizantina y lo mandó reformar el mismísimo emperador Justiniano. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad y la iglesia es una joya artística la mires por donde la mires, con unos mosaicos que son capaces de ponerte los pezones como cubitos de hielo de duros del gusto que te da.

Al lado de la basílica pero con su entrada independiente y que también te cobran a menos que tengas la tarjeta de la ciudad tenemos el Mausoleo di Galla Placidia, el lugar en el que enterraron a la hermana del emperador Honorio. Todo el interior del mausoleo está recubierto de mosaicos conservados impecablemente. Solo permiten entrar en grupos de veinticinco personas y con una duración limitada a cinco minutos en los que todos tus sentidos se saturan ante ese despliegue de arte. Al parecer, en el 1577 hubo un pequeño accidente y se quemó el cuerpo embalsamado de Gala Placidia, con lo que ahora está el sarcófago pero sin ella ocupándolo.

En la oficina de turismo me había dicho que el único lugar que cerraba entre las doce y las tres de la tarde era la Basilica di San Francesco, así que fui escopeteado a verla para admirar la cripta del siglo X (equis), la cual está bajo el altar y que tiene un suelo de mosaicos y que esta inundada, con sus peces y todo. El acceso es gratuito y hay una pequeña cola pero merece la pena porque es muy bonito el efecto con el agua y los pececillos.

La tumba de Dante

La tumba de Dante, originally uploaded by sulaco_rm.

Al lado de la iglesia está la Tumba de Dante Alighieri, el más grande poeta italiano y uno que es más conocido en el universo que el mismísimo Fary o la Pantoja. Además, estando en Rávena escribió parte de la Divina Comedia, libro que asumo que no os habéis leído y que sepáis que no os lo perdono. Para el infierno se inspiró en Truscoluña, que no es nación pero esta llena de chusma y gentuza de la mala y de la peor y que eran cagados por un malaje que estaba en el medio, lo cual explica por qué son tan mierdosos los truscolanes, ya que vienen de culo y no de potorro.

Al lado de la tumba está el Museo Dantesco, un bonito edificio con dos claustros preciosos y en el que te cuentan un poco de la vida y milagros de Dante, muy bien montado, muy didáctico y simple y directo, que es como yo prefiero los museos. En la zona también está el Palazzo della Provincia, el cual vi por fuera, ya que no me quedaba claro que tuviese nada interesante en su interior y había que pagar aparte para entrar.

Si no puedes ver el vídeo, prueba aquí. La siguiente parada era en el Battistero degli Ortodossi o Neoniano, «el mejor y más completo ejemplo superviviente de un baptisterio de los primeros tiempos del Cristianismo» que «retiene la fluidez en la representación de la figura humana derivada del arte greco-romano», citando a la Unesco. Nuevamente, te quedas con la boca abierta ante del despliegue de belleza.

En la foto tenemos el mosaico que está en la cúpula, con los apóstoles vestidos de puro lujo María y mucho colorido. En el mismo lugar estaba el Duomo, que también visité, aunque no tenía nada especial y también el Museo arcivescovile di Ravenna, pequeño y con un par de mosaicos preciosos, unos trajes de presuntos tocadores de niños y otras cosillas. Este es el primer museo diocesano creado en Italia. Dentro del museo está la Cappella di Sant’Andrea, patrimonio de la Humanidad y el único oratorio cristiano primitivo que ha sobrevivido hasta el siglo XXI (equis-equis-palito).

La ruta continuó hacia el Domus dei tappeti di pietra, el cual no lo cubre la entrada para los otros monumentos. Esta es una excavación arqueológica hecha a tres metros bajo la Chiesa di Sant’Eufemia y que encontraron casualmente en 1993. Allí tienen más de setecientos metros cuadrados de mosaicos maravillosamente conservados. Prácticamente no había nadie con lo que la visita es fabulosa.

La siguiente parada era para ver la Basilica di Sant’Apollinare Nuovo, construida inicialmente para el culto arriano. Como sucede con las anteriores, tiene multitud de mosaicos y aquí se mezclan estilos con alegria. De nuevo sorprende lo bien conservado que está todo. Al salir fui hasta la estación de tren para coger la guagua número 4, la cual te lleva a unos kilómetros al sur de la ciudad en donde está la última basílica que merece la pena ver.

La Basilica di Sant’Apollinare in Classe está a unos cinco kilómetros del centro en lo que antiguamente era el puerto de la ciudad, lugar llamado Classe. Se construyó en el siglo VI (uve-palito) y también se dedicó a San Apolinar ya que el chamo fue el primer obispo de Rávena. Está declarada patrimonio de la humanidad. La zona del altar está elevada y por supuesto, en el ábside hay un pedazo de mosaico que no veas, con unos tonos verdes muy bonitos. El altar que está en el medio al parecer marca el lugar del martirio del Apolinar. Al acabar la visita regresé en guagua al centro y con eso acababa más o menos la visita turística. Para continuar el viaje compré un billete a Verona, que conllevaba un cambio de tren en Boloña, con unos quince minutos de transbordo que en realidad fueron menos, ya que justo al llegar a la estación también lo hizo el que debía tomar y si no entro de los primeros, no consigo un buen sitio ni de coña, ya que se petó que no veas. Desde Boloña a Verona el viaje toma alrededor de hora y media y al llegar a la ciudad de Romeo y Julieta lloviznaba, un cambio frente a los dos días anteriores de veinticinco grados de temperatura y un solazo fantástico. El hotel estaba alejado del centro y a un kilómetro y medio de la estación. Lo bueno es que al lado había un supermercado y aproveché y compré mis dos kilos de harina de fuerza y casi un kilo de queso parmesano envejecido veinticuatro meses para traerme a Holanda.

Más o menos así transcurrió el segundo día.

El relato acaba en Visitando Verona y regresando a Utrecht


5 respuestas a “Andando por Rávena y viaje a Verona”

  1. Me declaro fan absoluta ! Me lo paso bomba con tus viajes, se ve que no soy envidiosa y me quitan un poco el mono!

  2. Lo que no me explico es como se puede quemar un cuerpo dentro de un ataúd en una iglesia…
    Pobre Venezuela, lo putas que lo están pasando y siendo tan ricos pero no veas como está chupando Cuba, les han solucionado la vida…
    Salud

  3. Me encantaron los mosaicos de Rávena, ya los había estudiado en Arte en la FAcultad, pero verlos en persona y cómo están conservados no tiene precio. Qué envidia te tengo ahora.

  4. Y dale!! Que me confundes, coño!! que yo soy de las que se levantan con el sol, majete!! que en esta semana santa le dije en el hotel si me podían poner el desayuno a las ocho porque empezaban a servirlos a las ocho y media!!
    Y en Lisboa (que encima era una hora oficial menos), estaban las calles más desiertas que el Sáhara en agosto!
    Solo me dejo en las vacaciones de verano con la familia, que no son vacaciones de visitas, son de relax… ¿¿¿queda claro???? :/
    Ah, y lo de Lugo italiano si que no lo sabía, pero es que nuestro Lugo es muy romano, de hecho en estos días están en Arde Lucus, así que casi es lógico.