Aprieta y ahoga


He mencionado en varias ocasiones por aquí la anomalía tan grandísima que supone mi existencia. frente al pensamiento uniformado que predomina, sobre todo en la empresa, yo soy el bicho raro, el objeto que está fuera de la caja y que no hay manera de meterlo en la misma. En la oficina, todos hacen planes y más planes, discuten entre ellos, toman decisiones, llegan a acuerdos y cuando esa información llega a mis manos, le echo un vistazo y desmonto el tinglado con algún comentario que seguramente hiere a alguien. El comentario es culpa mía, por supuesto, pero el pensar diferente no lo es. Es lo que me convierte en un elemento de un valor inusitado y lo que me ha salvado de un montón de reorganizaciones. Yo creo firmemente en los procesos y los sigo con una devoción ciega hasta que un día encuentro una grieta y los dinamito y fuerzo a la creación de nuevos procesos.

El presidente de la empresa que paga mi nómina lo sabe y me odia, un sentimiento que es mutuo pero cuando tiene un problema y hay que resolverlo, siempre sugiere mi nombre a mis jefillos y hasta ahora no lo he decepcionado. Su odio no viene de eso, le llega por las otras decepciones, como esa que tiene por la falta de ajuste del sistema de climatización en la oficina. Vamos por la tercera compañía que contratan para arreglar el aire acondicionado y han traído tantos expertos entre las tres que uno llegaría a creer que el sistema se acaba de inventar y están aprendiendo aquí. Todas han chocado con mi control de realidad y como les he demostrado una y otra vez que no consiguen eso de lo que se jactan. Ni la temperatura en los diferentes lugares del trabajo es la adecuada ni la humedad está bien, por no mentar las corrientes de aire frío. Cuando me neutralizaron bloqueando mi capacidad para quejarme usando el procedimiento oficial de la empresa, les monté una guerra de guerrillas que los llevó a la locura, con quejas en todas las plantas, en todas las salas y relativas a todo. Eso fue lo que determinó la caída de las dos primeras compañías y seguramente llevará a la debacle a la tercera, que se deben haber creído que esto es caballo regalado y no se les ha ocurrido mirar el dentado del susodicho, que vengo a ser yo y que ya les estoy dando candela. Uno de mis compañeros me decía hoy que lo que más le asombra es la tolerancia que tiene todo el mundo conmigo. Entre ellos son todo educación, respeto, adular y lenguas lamiendo traseros y yo disparo verdades como gruños y lo hago apuntando a la línea de flotación del que las recibe para ver como empieza a zozobrar. Si eres un cabrón y decides que hoy es el día de joderme, yo te la voy a devolver, solo que no recibirás aquello que me distes, gratuitamente añadiré algunas cosillas más para que aprendas la lección y no lo repitas.

Ayer el presidente nos daba un discurso de tres cuartos de hora que básicamente sonaba a bronca y amenaza. Detrás de todo ello estaba la partida que estamos jugando y que él veía como una victoria cantada y los tragos de aceite de ricino avinagrada que se está teniendo que tomar no le están sentando nada bien. Tres meses atrás todo eran parabienes y orgullo por lo bien que iba todo y ahora las cosas que mencionó explicitamente en el pasado como ejemplo de buen funcionamiento son las que se le están enrocando y sin decirlo directamente, básicamente solo miraba a un julay cuando lo explicaba, el mismo que lo ignoraba conscientemente y se dedicaba a mandar mensajes por el güazap de pie al fondo de la sala. Él puede ganar la partida porque controla el juego y mi misión nunca ha sido el ganar, lo que yo busco es que pague un precio por la victoria muy alto y que cuando llegue ese momento en el que debería celebrarlo, estará tan jodido y mal pagado que no le quedarán ganas de hacerlo. Bien mirado, igual el que no ve el final de la partida es él, que nosotros no tenemos que lamer la mano que nos da la nómina, ese es su trabajo.

Asuntos muy obscuros y retorcidos para un día que es festivo en todo el universo conocido excepto en los Países Bajos.


3 respuestas a “Aprieta y ahoga”