Buceando en Banana y la pared Jemeluk antes de ir a Nusa Lembungan


El relato comenzó en Desde Utrecht a Kuala Lumpur

Mi segunda mañana en Amed comenzó como la anterior, desayunando a las siete y después preparándome para ir a bucear. Ese día no tenían a más nadie así que era un paseo privado. La primera bajada fue en Banana Point seguramente llamado así porque debe haber plataneras en la zona (o las hubo en su día). En el lugar hay unas plantas negras espectaculares, tortugas, chuchos y un montón de vida. Íbamos de banda a banda y ascendíamos en cada cambio de sentido pero en uno de ellos, el del viaje de vuelta, la corriente cansaba. Aún así, conseguí hacer sesenta y dos minutos bajo el agua. Acabé muerto.

Regresamos al club y cuando se cumplió la hora fuimos en la barquilla a la pared Jemeluk. Allí había al menos otros dos grupos buceando y parece ser uno de los sitios más populares en la zona. Primero bajamos a unos veintitrés metros y desde allí vamos rastreando la pared y subiendo. Es espectacular, mucho mejor que la anterior, con bancos de barracudas, vi un diminuto caballito de mar y mil cosas más. A partir de los quince metros de profundidad yo ya voy como la seda, para mi lo duro y más cansado son las profundidades de veinte o más, sobre todo si no llevas aire enriquecido. Aún así, rompí el récord del día anterior con sesenta y ocho minutos bajo el agua. Si alguien me dice en mis comienzos, cuando hacía cuarenta minutos, que llegaría a superar la hora, no me lo creo. Probablemente ayudó mucho que no hubieran otros, ya que así nos centramos en lo que me mola y no tengo que ir siguiendo a otra gente.

Al regresar, me duché, hice la bolsa con mis cosas y después se trataba de esperar a que llegara el coche que me llevaba al puerto de Sanur o a lo que ellos llaman puerto, que aquí los conceptos son muy flexibles. El viaje es de dos horas y media por culpa de las terribles carreteras de Bali y sus conductores. El que me llevaba adelantaba, rebasaba y si no podía, metía el coche por el arcén. Todo por adelantar a cualquiera que se le pusiera por delante En total ganó veinte minutos, con lo que lo hizo en dos horas y diez minutos. Yo iba aterrorizado a su lado y viendo la luz al final del túnel a cada momento. Cuando llegamos al puerto, encontré el barco que salía a las cinco para Nusa Lembungan, me compré el billete y a esperar. Aquello es como una cutre playa y las falúas llegan y varan allí y la gente sube desde el agua con cuidado y junto a los cinco motores fuera borda. El barco venía petadísimo pero para allá fuimos cuatro gatos. Van como locos, a todo meter e hicimos la ruta en menos de media hora. Una vez en la pequeña isla (o islote) de Nusa Lembungan, te llevan hasta tu hotel, pensión o lo que sea. Yo iba hacia el Two Fish Divers, de nuevo, ya que lo que hice fue montarme un paquete con esta empresa en dos sitios. Llegué, me lo explicaron todo, preparamos el equipo y después tomé posesión de mi habitación. Cené en el Maria’s Boemboe Warung, comida de la zona a precios de risa. Dos platos principales y dos bebidas por cinco leuros. Después me marché a mi habitación para terminar de ponerme al día con lo de las anotaciones y me llevé el disgusto del milenio cuando descubrí que la segunda memoria que traje para la cámara Xiaoyi Yi 4K está rota. He borrado algunos vídeos de la que tengo, liberando unos diez minutos pero o aquí o en Kuala Lumpur el viernes tendré que comprar una memoria para poder seguir haciendo vídeos.

El relato continúa en Buceando con mantarrayas

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