Cocino luego existo


Entre el sábado y ayer por la noche, además de aprovechar los 4 grados de temperatura por la tarde para descongelar el congelador poniendo las bandejas con la comida en el jardín, que ahora el invierno holandés ya ni llega al bajo cero pese a que no hay cambio climático, he tenido que coger las tres bandejas del congelador y recolocarlo todo una y otra vez para que entre la comida que produje, que fue un montón y ahoritita mismo, me es imposible cocinar en exceso porque mi congelador está al mil por mil de capacidad. El sábado hice una sopa de pollo con tortillas mexicanas en cocción lenta y de eso me salieron ocho porciones para congelar. El domingo antes de ir al cine hice burritos y aunque había planeado hacer ocho, acabé con diez y nueve fueron al congelador. Ayer hice pimientos rellenos con la olla a presión, que la máquina me tiene fascinado por lo flexible que es y tengo cuatro pimientos petados de relleno congelado y entre eso y lo que ya había en el mismo, he tenido que hacer ejercicios de la más avanzada ingeniería del posicionamiento para que todo quepa en el mismo, porque está petado. Tengo un listote de cosas que quiero cocinar pero no puedo, no hasta que me coma un montón de lo que acaparo, que parece que tengo el síndrome de diógenes del congelador y siempre lo veo vacío.

Y hablando de mi fabulosa y fastuosa a la par que maravillosa Crock Pot Express, la máquina me ha cambiado la vida y ahora siempre tengo ilusión y fantasía. En un solo cacharro tengo una olla mágica para cocinar a presión, que se puede programar POR MINUTOS y que adquiere la presión en un pis-pás. Además está la parte de cocción lenta, la sartén, la de cocción al vapor y hasta te hace, si quisieras, yogurt. No sé como pude vivir sin algo así en la cocina, lanzo todos los ingredientes dentro, la programo y me olvido y cuando me llama trinando como jilguero, tengo la comida preparadísima. Como además según acaba mantiene la comida caliente cuatro horas, me voy de belingo, o al cine, o a estirarme los güevos a ver si consigo que me lleguen a las rodillas, que es el sueño de todos nosotros desde pequeñitos y sé que en mi cocina la comida está esperando para jincarme un buen plato. Ya probé a hacer arroz blanco en cantidades industriales y fue un éxito y también he hecho un risotto sin tener que atrofiarme los biceps, que la pereza del risotto para mí es el rato larguísimo que hay que pasarse revolviendo eso. En la parte de cocción lenta, hice una receta de pollo que no tenía líquido ninguno, que lo juro por las bragas más sucias de Mafalda y estaba convencido que iba a ser un desastre y cuando abrí la máquina cuatro horas más tarde tenía un caldero lleno de líquido y un pollo que se deshacía si le gritas. Tengo en mi pocket una cantidad ingente de recetas para hacer en el cacharro y estoy considerando arrancarme los ojos para dejar de mirar, que cuando estoy aburrido, encuentro dieciocho más. Ayer mismamente, en lugar de mirar pornografía estaba surfeando la red y encontré que se pueden hacer unos panqueques gordísimos similares a los japoneses y después de quince minutos leyendo recetas y viendo los resultados de gente, me tuve que obligar a renunciar al mega-panqueque porque te sale tan grande que vale para alimentar ocho julays y eso no creo que se pueda congelar y yo me conozco, si hay que comérselo, me siento y seguro que se me abre el esfínter, que es la válvula de seguridad del estómago cuando se me haya llenado y mi cerebro siga en pleno frenesí de comérmelo todo.

En fin, que hoy como fuera para evitar mi cocina, que es un lugar muy peligroso.


2 respuestas a “Cocino luego existo”

  1. A mi me pasa lo mismo con mi Robot de cocina, me falta congelador, me da mucha pereza comprar otro, mas que nada por aquellos de que yo vivo con placas solares… 🙁
    Pero ese cacharro tuyo me gusta, pero tampoco tengo sitio para mas cacharros, además de ser innecesario para mi…
    Salud