Contactando o algo así


Ayer me llegaba un correo de uno de mis ex-colegas en el que lo informaban de la muerte por viejo o quizás no de uno que se retiró en el año 2004, hace la tira de tiempo. Era un señor muy agradable que en mis primeros años en Philips, antes de vender la empresa a los amarillos, trabajaba mucho conmigo en los laboratorios y con el que me llevaba muy bien. El que me lo mandó es otro retirado con el que me veo unas cuantas veces al año para cenar y que hasta que el primero se retiró y seguramente durante décadas, siempre a la hora del almuerzo se iban a caminar juntos. Después del retiro, él intentó contactar con el otro varias veces para ir a verlo pero como que lo ninguneó. La forma en la que se enteró (o nos enteramos) de la muerte fue un tanto espeluznante, ya que le llegó un correo del muerto, el que lo había ninguneado durante más de quince años y cuando el hombre lo abre todo ilusionado se encuentra que la hermana le informa que tanto en su agenda de números de teléfonos como en la de correos electrónicos de su hermano estaba el nombre del chamo y que eso debía ser que era alguien lo suficientemente importante para él como para guardar esta información. También informó que la muerte fue inesperada.

Si tan importante era para su hermano, igual lo podía haber llamado o mandado un correo o incluso respondido a los del otro, que sé que no lo hacía. Lo de la hermana decidiendo a quién informar es más normal por aquí arriba, en donde la gente, si sabe que se va a morir, ya dejan las listas de personas que han de ser invitadas al funeral/entierro y en ocasiones, ya tienen hasta las tarjetas que se mandan para informar del fallecimiento elegidas y con el texto, esperando solo por la fecha de la muerte para encargarlas y enviarlas por correo. Como aquí, lo normal es el entierro (y funeral, que se hacen ambos el mismo día) como mínimo una semana después, hay tiempo para la impresión de las tarjetas y en muchas de esas empresas onDEline, hasta las meten en el sobre y si les pasas los nombres y direcciones, ellos envían las tarjetas directamente. Después todo depende de correos, que normalmente, si mandas una carta o tarjeta un día, se entrega al siguiente, salvo por el sábado o domingo, que si mandas en esos días, la entrega será el martes porque no hay recogida desde el viernes por la tarde hasta el lunes por la tarde y no hay entrega de correo ni los domingos ni los lunes.

Como yo le reenvié el correo del fallecimiento a mi amigo el Moreno, con el que sigo teniendo bastante contacto y con el que yo iba a caminar todos los días, más tarde, tras distribuirlo él, me manda un mensaje por el güazá dándome recuerdos de uno que según dice, yo me marché y les di la espalda a todos y nunca más quise saber de ellos. Lo único que puedo responder a eso es PoZí, sobre todo, porque el de ellos al que se refiere, es gente con la que trabajaba, pero ninguno de ellos era mi amigo y cuando salíamos de la oficina, ni ellos sabían qué era de mi vida, ni yo de la de ellos. Eran relaciones estrictamente laborales y por no tener, ni tenían mi número de telefonino, que al ser privado porque siempre me negué a que me dieran uno de la compañía para poder llamarme cuando se les antojaba, no lo tenían ni lo tendrán jamás, ya que lo que sí que debe picar mucho es que cuando le piden el número a uno de los cinco que lo tienen, ellos solicitan mi permiso y yo no lo doy. Lo mismo sucede con mi correo electrónico, que no lo tienen y yo no hice ese ejercicio de despedida colectivo tan popular por aquí en el que la persona que se marcha, el último día antes de entregar el portátil, manda un correo a toda la empresa y a la mitad del universo conocido dando las gracias por la buenísima experiencia que ha tenido, deseándoles a todos suerte y todo lo mejor, siempre y en la firma añade su correo privado para que puedan contactar con él (o ella) si lo desean. Yo no esperé hasta el treinta y uno de octubre para entregar el portátil, lo hice el quince de julio, el mismo día en el que según el documento de despido, me cambiaban mi estado laboral a NO activo, así que para evitar que la gente mandase preguntas o incluso me pidiera que trabajara en cosas para las que, contractualmente, no debía ni quería trabajar, entregué el portátil y así a los verbos deber y querer los sometí con el de PODER, ya que aunque quisiera ayudarlos, sin ordenador de ellos no puedo hacerlo. Lo mejor es que el que se quejaba de mi desapego con ellos, yo sé por qué lo hace, cuando a mí me habían echado y estábamos en el periodo de transferencia de mi sacrosanto conocimiento, organicé un montón de reuniones de varias horas explicándoles todo y entre otras cosas, que caería una bomba nuclear sobre todos ellos el veintiuno de diciembre de este año, cuando entrara en vigor el reemplazo del estándar de seguridad usado por todos nuestros productos. Hice al menos cinco reuniones explicándoles a todos los gerentes lo que debían hacer y el que se queja de mi desapego estuvo invitada a las cinco, pero no se unió a ninguna de ellas, entre otras cosas porque era amiguísimo de la zurriaga que estuvo en guerra conmigo y ahora, ella ni sabe, ni puede ni seguro que quiere ayudarlo y a él ya le deben estar temblando los cojones con la que le va a caer y el resto de los gerentes, como buenos Judas, se habrán lavado las manos porque tanto ella como él les caen mal. En cualquier caso y si mis cortafuegos me traicinaran y le pasaran mi correo electrónico o mi número de telefonino, el Androitotorota, el güazá, el correo, todos han mejorado horrores en los últimos años y en todos se puede bloquear a la gente y yo soy de los que mantienen una saludable lista de gente bloqueada en todos los servicios y si hay una brecha, el cortafuegos que me traicione, sabe que yo pagaré con el ninguneo máximo y perderá el contacto conmigo. El caminito que están siguiendo todos los que buscan preguntarme cosas del trabajo es el del linquin, la red esa profesional, solo que yo ya no acepto invitaciones de nadie que trabajó conmigo en esa empresa y en los próximos meses, incluso borraré a los que no quiero que sepan nada de mi, que al contrario que la gente esa que cree que tener cienes y cienes de contactos profesionales es normal y bueno, yo soy más de los que creen que si no trato contigo, ni me interesa lo que haces ni quiero que tú sepas lo que yo hago.

Y cerrando el círculo y volviendo al que la palmó, a ver si este fin de semana reviso los contactos en mi telefonino y les añado, a todos los que están ahí pero no son relevantes, una etiqueta que diga NIDECOÑA, para que mi hermana o quienquiera que encuentre mi teléfono cuando yo la palme dentro de unas décadas no se dedique a mandar mensajes a esas personas solo porque estaban en el teléfono.

,

3 respuestas a “Contactando o algo así”

  1. Curioso eso de los mensajes cuando palma la gente, yo en cuanto palme, no pienso hacer nada de eso ni de lo otro, no creo que pueda, una vez incinerado, claro… 🙂
    Salud

  2. Curiosísimo. Para empezar lo de tener una semana el cuerpo sin enterrar/incinerar.. madre mía… ya me parecían muchas las casi 24h. que te obligan a tenerlo aquí… uffff… ya no digo por el nivel de podredumbre, que eso tiene que ser bestial a muy en frío que lo tengas, lo digo porque seguro que a los comequesos se la pelará, pero aquí en los países donde la gente se quiere y se lo demuestra, el sufrimiento que debes pasar esa semana con tu familiar ahí… no lo quiero ni pensar.
    Mi padre me ha dicho (de palabra) que ya que le obligan a estar un día sin cremar, que pague una barra libre en su nombre para que el que quiera ir al velatorio vuelva con buenas vibraciones. Y mucho rock. La putada me la hace con las cenizas, que quiere que las tire desde una piedra que hay en la playa delante de casa y que el 90% de los días hay que ir nadando… que cabrón…

  3. Virtuditas, la ley española que regula el tema es del siglo XIX (equis-palito-equis). Ahora hay unas cosas llamadas cámaras frigoríficas super-avanzadas. En el sistema de por aquí, como hay tiempo, todo el mundo que quiere puede acudir y al no ser inmediatamente, sobre todo para los familiares, les da tiempo a digerir y procesar el shock y el drama.

    Los entierros son también eventos más íntimos y con invitación. Si no te mandan la tarjeta, no vas. Algunos entierros a los que yo he ido en Gran Canaria eran como verbenas, con cientos de personas allí porque el muerto era de alguien conocido o con influencia, pero allí a los que estaban se la sudaba enormemente. Recuerdo que cuando trabajé en Cabletelca, murió la madre de uno de los jefes y nos obligaron a toda la oficina a ir y como era en horario de trabajo, pues mira, 3 horas sin dar un puto palo al agua paliqueando, pero a mí esa vieja ni sabía quien era, ni me interesaba. Eso sí, cuando por fin llegó el entierro, con ese solajero en el cementerio no molaba nada de nada.