De hielo, patinaje y demás


Aunque puede parecer que no estoy yendo a patinar, sí que voy cada semana y si no hablo sobre el tema es porque me faltan horas y horas para contar todo lo que hago cada día y termino saltándome esta fabulosa parte de mi vida. Hace dos semanas descubrimos que en un lugar de las instalaciones que estaba en obras durante el otoño han hecho un PUB, es decir, un templo para la cerveza y un lugar de recogimiento espiritual para nosotros los alcohólicos conocidos. El día que nos enteramos no pudimos ir por culpa de la mamona que trabaja en el sitio en el que compramos las cervezas. Pedimos como siempre, nos las dio, volvimos a pedir y nos quejamos porque no nos dio un vaso de cristal sino uno de plástico y nosotros tenemos nómina, no somos estudiantes y no bebemos cerveza en vasos de plástico y ahí fue cuando nos dijo que desde que abrieron el pub ya no servían cerveza en vasos de vidrio. A la semana siguiente ya teníamos claro que jamás volveríamos a poner un pie en ese sitio para tomar cerveza. En la clase, creo que la segunda de este ciclo, comenzamos a trabajar los movimientos y el estilo que nos permitirán cruzar las piernas, no como una princesa de pacotilla cualquiera sino patinando en curva, el movimiento más difícil y sofisticado de todos y ese que distingue a las personas de las bestias, ya que se dijo y se habló que aquellos que dominan el difícil arte del patinaje de velocidad sobre hielo y cruzan las piernas en las curvas son lo más de lo más. En nuestros primeros ejercicios trabajamos la posición adecuada puesto que para hacer esta maniobra tan difícil y sofisticada has de poner la cuchilla del patín en un ángulo determinado que evite que resbale sobre el hielo, tienes que despatarrarte con la otra pierna mientras creas una línea entre el patín, tu rodilla y tu hombro izquierdo, lanzas el peso del culo hacia la izquierda para crear un contrapeso y después ejecutas el cruce de piernas. Suena sencillo y dicho así hasta un político lo podría hacer pero cuando te pones a ello es jodidamente complicado. Yo envío a la pierna la orden para que la cuchilla coja ángulo y los músculos de la pierna se niegan a acatarla porque temen que me arreé una hostia. Después lo de hacer contrapeso con el culo puede que funcione con una bosta encochinada, pero como yo soy bulímico-anoréxico y no paso de los sesenta y cuatro kilos, mi culo no tiene la masa suficiente para servir de contrapeso y trato de compensarlo bajando mi centro de gravedad más y más hasta que parece más bien que voy patinando y que quiero echar una jiñada en movimiento. En esa clase hicimos un montón de ejercicios y al terminar seguí entrenando con mi amigo el Rubio, el cual ya cruza las piernas como un campeón pero está saliendo a una hostia por clase, lo cual nos reconfirma que el tema no es sencillo y se ha caído una vez siempre que hemos ido al lugar. Al terminar la clase limpiamos las cuchillas de nuestros patines con un trapo que le robé a la mucama y que seguro que anda buscando como loca por mi casa, le hicimos la universal señal del pajarito a los del lugar en el que no nos dan vasos de cristal y entramos en el universo mágico y maravilloso de un pub de verdad dentro de la pista de patinaje. Mientras el Rubio pedía las cervezas yo hice este pequeño vídeo del centro de mesa y de los alrededores:

Aquello parece más bien un Estarbukkake, las cafeterías esas para pijos y pollabobas en las que te venden agua chirria al precio de tinta de impresora pero sin todos los bosmongolos que pululan en esos antros de estupidez.Nos tomamos nuestra cervecita al lado del fuego, nos relajamos y parloteamos como siempre y al salir se supone que el Rubio me iba a dar mi nueva cuarta bicicleta que sustituye a una de las Mili-Vanili que me robaron hace un año. Su mujer se ha comprado una nueva y yo he heredado la suya. La tenía dentro del coche y mi idea era volver a casa en bici pero él se empeñó en alcanzarme en su coche por aquello de que había hielo en las calles y llovía agua-nieve y seguimos con nuestra conversación habitual. Un día de estos le tengo que poner nombre a esa bici ya que hasta que no se lo das, no creas el vínculo afectivo con ellas. Siguiendo la tradición, tiene que ser un nombre espectacular y pachanguero. Por ahora me decanto por Yola Gayola, Chu Pamela, Cholina o el más modesto y sencillo de Pitita.

Ayer volví a ir a clases de patinaje. Me despisté y salí tarde de mi casa y pese a que fuera la temperatura era de cinco grados bajo cero, llegué a la pista sudando como un burro y con un nuevo récord de velocidad para cruzar la ciudad de Utrecht con hielo y nieve. El Rubio había pillado una consigna y metí en la suya mis cosas ya que no quedaba ninguna otra libre.

En clase, seguimos trabajando en la teoría del cruzamiento de piernas y en el vídeo anterior podéis ver a la gente cuando llega a la curva y cruza las piernas sin caerse. Parece algo natural y tonto pero requiere un montón de práctica. Normalmente, cuando patinas en línea recta, al cambiar el peso de un pie al otro sueles llevar la pierna que has usado para impulsarte a la posición inicial levantándola hacia atrás, momento en el que la pierna y particularmente la rodilla descansa, o al menos ese es el cuento que nos sueltan los profesores y que nosotros nos creemos. Ayer todos los ejercicios eran en pareja y me agencié a un asiático como compañero. Por el tamaño de la cabeza yo diría que no es un cabezudo koreano pero una vez excluimos esa sub-especie, puede ser de cualquiera de los otros pueblos de ese continente. Los ejercicios en pareja son para darle la manita a la otra persona y crear un punto de apoyo que te sirva de equilibrio. En varios ejercicios simplemente forzábamos la pierna que lleva el peso a coger la posición correcta y en otros teníamos que levantar la otra y quedarnos a la pata coja, solo que con el patín en ángulo respecto al hielo, lo cual da un poco de miedo. Mi amigo el Rubio se cayó como siempre y espera con ansia el momento en el que yo tenga que hacerlo sin ayuda para reírse de mí. Tras la pausa seguimos quince minutos más en los que yo aproveché para trabajar en mi velocidad y en mi equilibrio en las curvas. Nos fuimos directos al pub y nos pedimos cerveza Palm y como sé que el Turco la adora, le mandé fotos para darle envidia. Al Rubio le llevé un montón de Pasteles de Nata y un buen puñado de Suspiros porque las Unidades Pequeñas 1, 2 y 3 los adoran. Ese mismo día en mi trabajo repartí otro montón de Suspiros.

Como todos sabemos que hay alguno que le gustan los vídeos, acabo esto con un vídeo en Laarder Wasmeer cerquita de mi oficina en Hilversum, a donde fui para comprobar si era posible patinar sobre hielo, algo que este año no parece posible. El domingo parece que se acaba el invierno.


4 respuestas a “De hielo, patinaje y demás”

  1. Tanto cuento con el cruce de piernas y a las chicas se lo enseñan desde pequeñitas…jajaja
    ¿Un mambo de Perez Prado en el Pub?
    ¡Que modernos!
    Que perdure el poner vídeos en las entradas, mejor incluso que fotos!
    Salud

  2. Gayola!! (sin yola) además es un nombre que si un cabeza-queso intenta pronunciarlo te vas a morir de risa.
    Me encanta el centro de mesa, tengo debilidad por las velas.