Debacle tras debacle


No sé como han conseguido cagarla de tal manera pero los del aeropuerto de Schiphol, que durante dos años se han quejado porque con la pandemia truscolana y podemita la gente dejó de viajar y los aeropuertos se convirtieron en mausoleos vacíos, ahora que la gente volvió a viajar, los pilla sorprendidos y asombrados y ahora le piden a las aerolíneas que cancelen vuelos por un tubo para evitar que se les llene el aeropuerto, ya que echaron a su personal de seguridad, a su personal de limpieza y al resto y ahora se ven incapaces de absorber las tropas de pasajeros que llegan al aeropuerto. Es tercermundista o quizás hasta truscolano que cierren las entradas desde las autopistas y carreteras al aeropuerto, que hagan que los trenes no paren en su estación y que quiten las guaguas para tratar de controlar las multitudes de un aeropuerto al cien por mil de su capacidad, con colas gigantescas y con gente perdiendo sus vuelos por culpa de eso y los afortunados que no los pierden, llegando a su destino sin su equipaje porque la aerolínea de bandera neerlandesa, que mamó subvenciones mientras se las dieron, decidió también aligerar de empleados y los echó para contratar subcontratas y ahora que les pilló la ola de pasajeros, lo que quieren es que los cuatro que les quedan, trabajen como esclavos para el bien de los beneficios de una empresa que los está echando a la puta calle. Lo que ha sucedido durante esta semana y lo que continuará durante la semana que viene en los Países Bajos es de vergüenza.

En otro orden de cosas, el jueves estuve en Ámsterdam, la capital del reino, el día después de la fiesta del Koningsdag y la ciudad era un estercolero, no quiero ni imaginarme la cantidad de basura que han tenido que recoger por las calles cuando aún quedaban toneladas y había zonas que daban lástima. Resulta que todos los que son super-hiper-mega educados y limpios, o eso dicen, llega ese día y se convierten en cerdos bárbaros que tiran por las calles latas y botellas de cerveza y todo tipo de envoltorios y en algunos lugares los montones de basura eran épicos, las macetas con tulipanes y otras flores de primavera se acabaron convirtiendo en papeleras que además recibieron una cantidad brutal de colas de pitillos, ya que al parecer uno ve una maceta y su cerebro traduce esa información como cenicero y ahora, lo único que se podrá hacer, es retirarlas y poner nuevas plantas, porque ahí nada sobrevive. En la estación de tren de Utrecht Centraal, los dos túneles subterráneos que conectan los andenes apestaban a meados de borracho, por todos lados se podían ver los restos de charcos de orina.

Definitivamente, estos jóvenes de ahora, por mucho que farden, no son para nada mejor que los de antes, son igual de cerdos, igual de insensibles e igual de bárbaros, con la única diferencia que si pueden, te dan la matraquilla con eso de que ellos van a salvar el planeta, salvo el día que les interesa tirar toneladas de plástico a los canales y basura, ese día, al planeta, que le den por culo.

Probablemente en las escuelas tan avanzadas de hoy en día, no les enseñan el significado de la palabra hipocresía, que además, como tiene tantas sílabas, seguro que no está en ninguno de sus libros de texto.


3 respuestas a “Debacle tras debacle”

  1. Parecía que te estabas refiriendo a una cutre República bananera, hasta que flipando en colores me di cuenta que te referias a Comequesoslandia, y eso que no mandan los podemostruscolanes ahí…
    Salud

  2. Ayer las colas en el aeropuerto de Amsterdam y los retrasos fueron terribles y hoy ya dicen que serán peor. Echaron a la gente y ahora esos encontraron otros trabajos y no encuentran a nadie que quiera hacer esa mierda de trabajo en seguridad en el aeropuerto, que está mal pagado y es una pesadilla. En bares y algunas tiendas, por todo el país, es normal hoy en día ver en la puerta un papel indicando los días de la semana que NO van a abrir por falta de personal. Al parecer, después de dejar tirados a los trabajadores, ahora se sorprenden por la falta de lealtad. Esos no deben haber oído el refrán ese que dice que eres truscolán y podemita si tropiezas dos veces en el mismo mojón.