Décimo cuarto día. Taman Negara


El relato de este viaje comenzó en Camino a Kuala Lumpur y Tienes un índice con todos los capítulos en Viaje a Malasia del 2009: Índice con toda la historia.

Después de llegar al lugar en el que se encuentra el alojamiento y tomar posesión de mi fastuosa cabaña chalé que más bien parecía sacada de un documental sobre la India me dediqué a acondicionar mi habitación. La cama no tenía ninguna protección contra los mosquitos así que tuve que usar la red que había llevado conmigo desde los Países Bajos para montarme mi propio Cocoon. Controlé el baño en busca de arañas del tamaño de ratones y cuando me quedé satisfecho me fui a dar un paseo por el campamento. Los lugares en los que nos hospedamos los turistas se mezclan con las casas en las que viven los que trabajan allí, que parecen disfrutar de una vida relajada pero algo masificada ya que en cada habitación duermen un montón de personas y no da la impresión que la intimidad sea algo que les preocupe. Estuve haciendo fotos y aproveché para comprar agua y un par de paquetes de galletas y sobre las siete y media me acerqué al restaurante flotante para cenar. Llevaba conmigo mi linterna que se ajusta en la cabeza y me hace parecer un minero cabezudo, otra pequeña de mano e iba literalmente bañado en DEET para protegerme del ataque de los mosquitos. Pese al calor opté por pantalones largos ya que íbamos a realizar una actividad nocturna. Tenía una mesa reservada a nombre de SULACO y pese a que lo llaman restaurante, no hay posibilidad de elegir la comida, te la ponen directamente en la mesa.

La pareja formada por el australiano y la malasia me invitaron a sentarme con ellos y cenamos juntos. Al mismo tiempo que comíamos ponían un video en el que explicaban un poco la historia del parque y la fauna que vive en el mismo. Taman Negara se traduce al cristiano como Parque Nacional aunque por supuesto a nosotros nos suena fascinante y misterioso. Para ellos es un lugar sin nombre ya que hay otros por el país que también son Parques Nacionales. El vídeo debía estar por la mitad cuando se fue la luz en todo Taman Negara y nos quedamos a oscuras. Un minuto más tarde regresó la electricidad y los empleados comenzaron con el vídeo desde el principio, así que lo ignoramos totalmente y nos dedicamos a la charla social. Sobre las ocho y media se nos acercó el hombre que sería nuestro guía turístico para todas las actividades y nos explicó un poquito lo que íbamos a hacer.

Primero nos subimos en una de las barcas ya que nuestro paseo nocturno por la jungla comenzaba en la otra orilla del río Tembeling. Fue un viaje a oscuras de algo más de dos minutos. Nos bajamos y nos agrupamos allí. Se nos unieron una pareja de holandeses jóvenes y otra de alemanes. El guía nos dijo que procuráramos no salirnos del camino y que definitivamente miráramos hacia todos los lados para no pisar ninguna serpiente o que no nos caiga encima. Entramos en la jungla y es como cruzar un portal mágico. En un momento estás en la civilización y cinco metros más adelante el zumbido de las polillas y de otros insectos unido a los gritos y gemidos de todo tipo de animales es casi ensordecedor. Como hace tanto calor, la fauna tiene una vida fundamentalmente nocturna y a esas horas la jungla bulle con la actividad. Ni veinte metros dentro de la jungla el guía comienza a señalar con su linterna una rama bajo la que estábamos pasando para que no nos perdiésemos una serpiente verde que descansaba allí. No veas el golpe emocional. Empujé a una de las compañeras por si el bicho decidía bajar para que la ataque a ella. En cincuenta metros cruzamos bajo tres serpientes y nuestra confianza y paz interior se habían ido de vacaciones. Apuntábamos con las linternas hacia todos lados.

Seguimos andando y nos cruzamos con una procesión hormigas grandes como lombrices y el guía nos dijo que esas eran las pequeñas ya que son las obreras, que si veíamos una hormiga soldado lo íbamos a flipar, algo difícil porque nosotros ya alucinábamos. También nos llamaron la atención unas arañas como pájaros que ni se molestan en tejer telas de araña. Se agazapan en los árboles y cuando algún insecto o ratón pasa por el lugar, lo cual sucede con bastante frecuencia, lo atacan, lo capturan y se lo comen. En un árbol pudimos ver un cien pies del tamaño de un pepino y unas polillas como bombillas que cuando se acercaban montaban un montón de ruido con su aleteo.

Avanzábamos por un sendero que estaba sobre una plataforma pero de cuando en cuando la misma estaba rota y nos teníamos que desviar caminando por fuera, más dentro de la jungla. Yo me mantenía pegado al guía. Nos cruzamos con algunas ranas asombrosas y a veces los gritos de las aves que buscaban pareja nos desasosegaban.

En un punto determinado de nuestro paseo nos cruzamos con un numeroso grupo de chinos que iban en otra dirección y tras caminar cerca de una hora llegamos a uno de los puntos de observación de vida salvaje del lugar llamado Tahan. Está junto a una charca a la que los animales vienen a beber agua por la noche. Tras unos minutos pudimos ver un venado que miraba con recelo y que comprobaba que la zona estaba libre de enemigos. Imagino que nuestra presencia y el hedor que despedíamos lo mantuvo en guardia porque no se quiso acercar. En alguno de esos puntos de observación te puedes quedar toda la noche y supuestamente ver más animales. Mi amigo el Rubio lo hizo y me recomendó encarecidamente no repetir su error, ya que acabó taladrado por los mosquitos y aparte de unas ratas enormes no vieron ningún otro bicho y tuvieron que estar allí casi ocho horas.

En el camino de vuelta nos cruzamos con más serpientes y ranas y las consabidas arañas elefantiásicas. Una vez de vuelta a la civilización, medio deshidratado y con picores por todo el cuerpo de pura aprensión nos subimos al barco que nos llevó de vuelta al restaurante flotante, lugar en el que nos despedimos hasta el día siguiente de nuestro guía. Los holandeses me dijeron de ir a tomarnos una cerveza y comenzamos a peregrinar de local en local. En todos nos decían que no vendían alcohol porque son musulmanes. Mierda de religión. Controlamos absolutamente todos los sitios y al final nos tuvimos que conformar con una Coca Cola de mierda. Estoy seguro que si el Mahoma ese de los cojones vive en esta época también les prohíbe los refrescos y los jode vivos, pero como son tan hipócritas, se hartan a tomar alcohol a escondidas y de cara a nosotros se hacen pasar por buenos musulmanes.

Con el disgusto de no haber podido tomarnos una cervecita bien fría nos fuimos a dormir porque al día siguiente teníamos un programa bastante intenso.

El relato continúa en Décimo quinto día. Taman Negara


7 respuestas a “Décimo cuarto día. Taman Negara”

  1. Jodeeerrrrr, un paseo en plena noche por la Jungla, acojona y mola. Una vez superado el superevento, la sensación debe se cojonuda. La verdad es que lo de las serpientes debía ser de lo más inquitante, imagino que la mayoría no serían venenosas, pero el canguelo no hay quien te lo quite cuando las ves.

  2. «Empuje a una de las compañeras por si el bicho decidía bajar para que la ataque a ella.»
    Esto me ha hecho descojonarme, llorar de risa, y todavía me dan estertores…jajajajaja
    Yo se lo que es la selva, y no me hace ninguna gracia, te lo aseguro, a mi en eso no me pillan ni de coña…
    Salud

  3. Genín, yo lo tengo clarísimo. Si alguien tiene que caer, que sea otro.
    Luis, creo que el tío dijo que no eran venenosas aunque da igual, por muy experto que sea siempre te queda la duda de si realmente es la especie que él cree que es.

  4. ¡Con lo que me gustan a mí los bichos!
    ¿Aprovechaste a sacar alguna foto a la fauna? ¿O no querías que el flash les diese tu posición a todas las alimañas de la selva?

  5. Iván, lo del flash es como del siglo XX. Mi cámara es capaz de disparar sin flash y conseguir unos resultados excelentes. Y sí, tengo fotos aunque como no las he visto no puedo decir si habrá alguna que pase el corte y merezca la pena ver.

  6. No me digas que sacas una foto en mitad de la selva, de noche y sin flash y queda algo decente. Por mucho objetivo 2.8 que tengas me cuesta creerlo 😉

  7. También se trata de tener una cámara a la que un ISO 1600 le resulta asequible y que puede llegar hasta ISO altísimo a costa de algo de ruido que reduciré en el post-procesado con filtros. Mi antigua EOS 350D era totalmente inútil a partir de ISO 800