Camino a Kuala Lumpur


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Abre los ojos, abre los ojos, abre los ojos ?? Me despierto e inicialmente no sé donde estoy hasta que por la molesta postura y por los ruidos recuerdo que estoy dentro de un avión de KLM con destino a Kuala Lumpur y que mi aventura comenzó unas horas antes ??

El día de la Reina, el Koninginnedag, mientras la gente mercadeaba y se divertía sin saber que un hijo de puta iba a cometer un atentado en Apeldoorn, yo corría frenéticamente por toda mi casa. Desde bien temprano estaba un modo de actividad disparado. Primero terminando un par de las más de veinticinco anotaciones que he dejado preparadas para llenar espacios durante mis vacaciones, después buscando por todos lados las cosas que me iba a llevar. Mi lista habitual no valía de mucho así que me hice una nueva. A mediodía, mi habitación parecía un zoco, con dos mochilas abiertas y una miríada de objetos tirados por el suelo y sobre la cama. Poco a poco cada cosa fue ocupando su sitio y yo seguía revisando que los cuatro grupos en los que las había dividido estuvieran al completo: el primero de ropa, el segundo de electrónica, el tercero de medicinas y el cuarto de objetos de supervivencia vital. A las tres y media ya estaba más o menos contento y me dediqué a relajarme y dejar que mi cerebro recordara por si solo lo que me podía haber olvidado. Salí al jardín y me despedí del vecino y después de eso me duché, me vestí y alrededor de las cinco salí de mi casa.

Pese a ser el día de la Reina, los autobuses funcionaban normalmente y llegué a la estación central de Utrecht sin más problemas. Desde allí tomé un tren al aeropuerto, servicio que tampoco estaba afectado por los eventos de ese día y sobre las seis de la tarde ya estaba usando una de las máquinas de KLM para sacar mi tarjeta de embarque. Cuando iba a facturar la mochila recordé que alguno de mis asesores me había dicho que la plastificara y me acerqué al mostrador de Seal&Go, en donde me vendieron una funda enorme en la que cabe la mochila y que puedo reutilizar y que va cerrada con candado. Flipé en colores cuando vi el peso en el mostrador de facturación: ocho kilos, creo que nunca había viajado tan ligero y al mismo tiempo con tantas cosas.

Visité el Burger King para una última comida en el primer mundo y después crucé los controles de seguridad y fui a la zona de comunicaciones del aeropuerto para matar la hora y pico que faltaba. Antes de entrar en el avión hablé con el Rubio y con Waiting y me acerqué a un baño para echar la última jiñada, esa que va incluída en los CUARENTA euros de tasa de aeropuerto y como siempre, dejé el retrete hecho un Cristo.

Entramos al avión como ganado y me senté en el lugar que había elegido, el asiento 17G, pasillo, que a mí en un vuelo de tantas horas me gusta levantarme y no quiero molestar a la gente que se encuentra a mi lado. Llevaba a una pareja que iban hacia Jakarta, lugar al que continuaba el avión después de parar en Kuala Lumpur. Salimos en hora y el piloto nos dijo que tardaríamos unas doce horas en llegar. Volví a lamentarme porque en los últimos treinta años de aviación comercial no ha habido una puta mejora, nos robaron los aviones supersónicos y tampoco se han currado lo de las cápsulas para-comáticos, que yo prefiero que en lugar de mariquitas y putorras llamados azafatas/os pongan anestesistas y nos pasen a todos a una situación de coma inducido durante las horas que dura el vuelo y así no enterarme. Estoy seguro que de esa forma podrían llevar más gente.

Después de despegar nos dieron un aperitivo y después servían una cena. Con la misma me tomé cuatro pastillas de Melatonine para inducir el coma onírico y mientras hacían efecto aproveché para ver una de las veintipico películas que podía elegir en mi micro-pantalla. Después de la película me jamacullé y me fui despertando a intervalos regulares. En uno aproveché para ir al baño y asaltar las botellas de agua, en otro la azafata pasaba dando helados y en un tercero zumo de naranja. Creo que llegué a dormir unas seis horas, casi la mitad del vuelo, lo cual no está nada mal. Al despertarme me puse a ver una película que era la continuación de Underworld, una movida de lobos y creo que vampiros. Era tan mala que me volví a dormir y me despertaba de rato en rato. La cosa parece ser que iba del disgusto de un padre porque la puta de su hija follaba con un lobezno y él quería algo mejor para ella y así poder ponerla en portada de la revista Hola, pero la hija no cedía porque solo quería follar con tíos de pelo en pecho y huevos. Total, que después de eso enganché una tercera película que coincidió con el desayuno, el relleno de formularios y demás. La comida en el avión fue IM-presionante, todo de calidad y con cubiertos de verdad, de los de metal.

Al tomar tierra nos informaron que pasaríamos un control médico adicional por culpa de la gripe de los mexicanos. A la salida del avión teníamos un montón de malayos con mascarillas en plan película de terror que querían que llenáramos unos formularios en los que si respondías sí a algo, podía suponer el fin de tus días. Después, una tía me metió una cosa en la oreja y le gritó algo a otra. Le pregunté y me dijo que tenía 37.1 grados, que era normal. Me dieron un papel con instrucciones para avisar al gobierno si tengo síntomas de gripe y al salir busqué un cajero y un baño, por ese orden. El aeropuerto es enorme y espectacular. En realidad son dos aeropuertos dentro de uno y con el circuito de formula UNO en su interior. En el cajero había una pareja de italianos. Justo antes de llegar yo apareció una malaya musulmana y se puso a menos de cinco centímetros de los italianos, casi echándoles el aliento encima. Le pidieron que se alejara un poco pero ella como que pasaba así que el tío le bloqueó la vista mientras la tía sacaba dinero. Después le tocó el turno a la supuesta terrorista musulmana y yo guardé las distancias aunque le vi un saldo de 4000 RM en su cuenta. Llegado mi turno saqué guita y bien cerca encontré el baño. Los primeros cagaderos eran como las letrinas del camping de abajo en Tauro, de esos que te acuclillas y rezas para que el trusco no salpique y con un chorro al lado que supongo se usa para lavarte los bajos cuando haz completado el servicio. Más adelante habían retretes normales y usé uno de esos. Al lavarme las manos me entró cosa porque recordaba que aquí con el agua nosotros los europeos nos podemos morir pero me arriesgué.

Tuve que coger un tren para ir desde la terminal en la que llegué a la principal y allí pasé por el control de inmigración, nada que ver con el de los Estados Unidos, todo como de risa. Después recogí mi maleta, que estaba bien cerrada y me acerqué a los de aduanas, que me ningunearon completamente. Antes de salir a la zona INsegura compré el ticket para un taxi y fuera me acosaban los taxistas ilegales que supuestamente cometen un delito y aunque allí vi al menos dieciseis policías (contados con mis ojitos), parecen ser invisibles porque ellos no los veían. En la zona de taxistas legales me asignaron uno que cargó mis mochilas en el portabultos y me abrió la puerta. Al principio es un poco un shock ya que los coches circulan como en el Reino Unido, por el lado equivocado, pero después de un rato te acostumbras y me asustaba más pensar que en cada semáforo el taxista se quedaba dormido y lo despertaban las pitas de los de atrás. También aluciné cuando en un momento determinado, se echó un eructo de premio. Ni mi amigo el Rubio ha conseguido jamás uno tan fuerte y mira que él es experto. Yo que llevaba esa bombona de aire macerado en las entrañas me emocioné pensando que si el taxista se tiraba un peo (pedo en otras latitudes) yo le respondía con cinco segundos largos de aire transcontinental y lo dejo callado por toda la semana pero no hubo suerte y me lo tuve que aguantar.

Al llegar al hotel, pasé por recepción, relleno de papeles y demás y finalmente a la habitación. Lo largué todo, comprobé que por alguna razón mi ordenador no se puede conectar a la WiFi del hotel y visto lo visto, me fui a la piscina a refrescarme. Así transcurrió el viaje en el que salí a las 17.00 de la ciudad de Utrecht y llegué a las 17.00 del día siguiente a mi habitación en el Crowne Plaza Mutiara de Kuala Lumpur.

El relato del viaje continúa en Primer día. Visitando las torres Petronas

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8 respuestas a “Camino a Kuala Lumpur”

  1. No se si atreverme a decírtelo siendo tu un experto, pero para conectar el portátil tienes que pedir la clave en recepción, porque no en todos es libre. Al menos, a mi me ha sucedido varias veces.
    Que lástima haberte privado del contrapeo (fart) en el taxi…
    Algún día, si te sale del forro, cuentas el porque de dejar el baño hecho un cristo…
    Salud

  2. ¨aunque le vi un saldo de 4000 RM¨en su cuenta. Lo he leído deprisa y corriendo, he entendido que le viste las bragas a una mujer y yo, muy imaginativa de buena mañana, creía que la chica todavía tenía saldo, vamos, que iba algo salida. Claro, me he reído y ya te veía en un podio de comediante, o filmando los sábados por la tarde un You Tube XD

  3. Genín, ya lo ha contado…. es para, resumiendo, pagar «por algo» las tasas, más o menos…
    12 h. de avión, uf, la verdad que viendo eso, yo apoyaría lo del anestesista.

  4. Sulaco! : Ya ha pasado casi una semana desde que hablamos por ultima vez, el tiempo vuela… Un besito.

  5. Genín, no funcionaba. Ya me ha pasado en un par de hoteles. Acepta el password pero el router no reconoce mi equipo y no le asigna una IP.
    Sobre lo del baño, las tasas del aeropuerto de Schiphol son de CUARENTA EUROS, por pasar por allí durante un par de horas. No te dan ni agua, no tienes derecho a nada, no es mejor que cualquier otro aeropuerto del mundo pero es muchísimo más caro, así que puesto que pago CUARENTA EUROS por usarlo, siempre jiño y me aseguro que la limpieza del baño les tome tiempo y les cueste mucho dinero.
    Waiting, en las islas Perhentian no tenía internet, me colgaba del bendito de Mr. Hyde. Ahora estoy en un sitio donde sí que funciona. Sigo bien, esto es increíble.

  6. Menos mal que dices que es increible! Empieza a tomar forma ese viaje entonces 🙂

  7. Hoy acabo Cameron Highlands, mañana me piro a Penang y un día más tarde a otro paraíso: Langkawi. Después 3 días de selva y un último día en Kuala Lumpur antes de volver a casa. Para ese día ya tengo reservado un 5 estrellas con vistas a las torres Petronas.

  8. Me estoy leyendo todas tus aventuras, es una suerte poder viajar tanto pero tambien debe ser agotador no? no se como eres capaz de superar tantas horas en un avión sin que te de algo, yo les tengo pánico.