Decimo tercer día. Langkawi a Kuala Lumpur


El relato de este viaje comenzó en Camino a Kuala Lumpur y Tienes un índice con todos los capítulos en Viaje a Malasia del 2009: Índice con toda la historia.

Ya sé que esto es más largo que una novela del Tolkien pero que le vamos a hacer si mi memoria es capaz de almacenar tanta información y yo estoy soltándola poco a poco para que quede constancia y poder volverlo a leer dentro de unos años. Mi último día en Langkawi comenzó con un desayuno para campeones en el que me puse tibio a huevos revueltos, tostadas, crêpes y otras viandas. Después recogí un par de toballas en la piscina, pasé por mi habitación para cambiarme y me fui de cabeza a la playa.

De gallos y gallinas

Allí me encontré con la gallina turuleta y su compañero sentimental, que buscaban comida por la arena. Entre gallos, gallinas, lagartos y monos la experiencia de la playa es fascinante. Busqué el sol, orienté adecuadamente mi hamaca, me unté con la crema protectora y pasé las siguientes cuatro horas entre baños en el agua y sesiones de sol intensivas.

Playa de BurauPlaya de Burau

El entorno era absolutamente idílico, una playa preciosa como podéis ver en las dos fotos anteriores con las vistas que tenía a mi izquierda y a mi derecha. Mi cabaña estaba en el lado de la izquierda con vistas hacia el islote que se puede ver por ahí. Cuando iban a ser las dos de la tarde me tuve que forzar a volver a la habitación para ducharme y prepararme para la marcha. Os juro que fue una decisión durísima.

El adiós para siempre a las cholas Moisés

En la puerta de mi cabaña quedaron mis viejas cholas Moisés, compañeras de camino durante un montón de años y que desde que pasaron a formar parte de mi familia en Alcampo han estado en Sudáfrica, Omán, Estados Unidos, gran parte de Europa y han ido a morir en Malasia. Ya me lo había advertido mi amigo el Rubio y yo no le hice mucho caso pero lo cierto es que por allí se suda tanto y hace tanta humedad que después de un tiempo las cholas apestan tanto que hay que tirarlas y comprarse otras. En el caso de mis cholas Moisés los dos últimos días era como llevar un conjunto de folclóricas a quince metros de ti anunciando tu llegada. Allí donde entraba la gente se tapaba la nariz del hedor tan grande que despedían y ni los baños con H&S las recuperaron y mira que ese champú es buenísimo para las caspas pero definitivamente no para el tufo sudoroso asiático.

Después de ducharme y preparar las mochilas hice la revisión habitual de la habitación para asegurarme de no dejarme nada, repetí la tarea dos veces más y cuando estaba seguro llamé a recepción. Enseguida vino uno de los conserjes con la furgoneta a buscarme y nos fuimos juntos a la recepción. Allí me despedí de todo el mundo. Ya lo he dicho pero lo repito, me hicieron sentir como parte de la familia, una gente increíble. Después de dar propinas a diestro y siniestro fui hasta el cochingo y conduje hasta el aeropuerto internacional de Langkawi a donde llegué en unos veinte minutos. Los del alquiler de coche me habían dicho que lo dejara allí que ya ellos lo encontrarían y que no me preocupara por esconder las llaves así que pagué los veinticinco céntimos que vale el aparcamiento y dejé mi pequeño vehículo con las llaves puestas. Me acerqué a la terminal y fui al mostrador de Air Asia para conseguir mi tarjeta de embarque y facturar mi mochila.

Después me di un paseo por las cuatro tiendas del aeropuerto para comprobar que no había nada que mereciera la pena comprar y justo al llegar al extremo me encuentro con lo más alucinante que he visto en mi vida. Un Kenny Rogers Roasters, una especie de cadena de comida rápida del cantante de música country. Lo flipé hasta el infinito y más allá.

Magdalena del Kenny RogersKenny Rogers es lo más

Encima se jactaba de tener unas magdalenas buenísimas así que tuve que entrar para comprobarlo y ya puestos me pedí algo más de comida y probé su famosa carne. La comida estaba por encima de la media de los restaurantes de comida rápida pero esta claro que en cuestión de magdalenas le puedo enseñar dos o tres cosas. Después de comer me senté fuera para aprovechar el Wifi gratis de un Starbucks que había al lado y allí esperé hasta que casi llegó la hora de embarcar.

Sala de espera LangkawiEmbarcando en el avión de Air Asia

Pasé el control de seguridad y me senté en una cutre sala de espera en la que tenían un cuartucho diminuto que podéis ver en la primera foto a la derecha que era el rincón de los fumadores. La gente hasta tenía golpes de tos cuando entraba allí de lo cargado que estaba el ambiente pero eso no detenía a los fumadores, ya sabemos que esa chusma no es capaz de rectificar. A la hora adecuada nos llamaron para embarcar y caminamos por la pista hasta nuestro avión.

Air Asia go holidayCondensación en el avión

Al pasar junto al mismo aproveché para hacer la foto esta que nos recuerda que HAY QUE IR de vacaciones. La Wikipedia está bien si eres cejijunto y asocial pero el resto salid a descubrir el mundo que solo se vive una vez y hay que aprovechar el poco tiempo que tenemos en este mundo. Al entrar en el avión, con treinta grados y una humedad del copón era como meterte en una sauna pegajosa. Todos nos sentamos corriendo para que encendieran el aire acondicionado lo antes posible y cuando por fin lo hicieron el avión se llenó de una nube de humo como el de las discotecas y algunos se pusieron algo nerviosos porque no saben que eso es más o menos normal.

Kuala Lumpur Low Cost Carrier Terminal

El viaje hasta Kuala Lumpur fue rápido y sin más problemas. Al salir del avión e ir caminando hacia la terminal nos cruzábamos con la gente que iba a tomar ese vuelo. Eso es lo que yo llamo eficiencia, para cuando nosotros dejamos el avión ya los siguientes están en la puerta esperando para subir. Esto igual lo pueden copiar los guarajos de Vueling y Clickair, esas dos aerolíneas de bajo costo que últimamente son más caras que las tradicionales. Al entrar en la terminal recogí mi mochila y compré un cupón para el taxi hasta el hotel.

Salí fuera y el taxista que me tocó en suerte era chino y no veas los escupitajos que echaba por la ventana. Eran como plastas de alquitrán. El hijoputa estaba podridisimo por dentro. En unos tres cuartos de hora me llevó hasta el hotel Mandarín Pacific Kuala Lumpur en pleno barrio chino y que elegí únicamente porque desde allí saldría al día siguiente mi excursión hacia Taman Negara.

Suite imperio en decadencia

La verdad que el sitio era cutre con ganas, aunque por los veinte eurolos que pagué tampoco me puedo quejar. Me quedaba en la planta de negocios en una especie de suite sin ventanas aunque con cortinas como si dijéramos para que parezca que las tiene. Lo largué todo y fui a un centro comercial que hay enfrente a comprarme un bañador porque el mío no seca muy rápido. Estos malasios no conocen los bañadores con taleguilla así que me tuve que comprar un dúo compuesto por bañador de natación de esos que te dejan todos los pendejos al sol y un pantaloncito, ambos de secado hiper-mega rápido. Después me di un paseo por el barrio chino de noche pero me agobió tanta gente y esos olores raros de la comida así que opté por un restaurante normalito, cené y me volví al hotel pronto ya que por la mañana debía madrugar. Así acabó mi décimo tercer día, aquel en que salí de Langkawi y llegué por segunda vez a Kuala Lumpur.

El relato continúa en Décimo cuarto día. Kuala Lumpur a Taman Negara


3 respuestas a “Decimo tercer día. Langkawi a Kuala Lumpur”

  1. y ese edredón no te sacó el sueño? ufff. Compraste otras sandalias aparte de los bañadores? Ah, y un consejo, usa un desodorante para los pies, no H&S, so bruto, en caso de extrema urgencia, como estar en Malasia y tal, sirven polvos de talco.

  2. El edredón no me afectó. Lo quité. Era de los mismos que se usan en la serie esa de Cuéntame como cagó.
    Compré unas nuevas cholas fastuosas de la muerte.