Desbarrando o algo parecido


En infinidad de ocasiones ha quedado patente y demostrada mi superioridad, es algo que todos hemos asumido más tarde o más temprano. Ayer estaba en casa de mi amigo el Rubio y charlábamos con su Primera Esposa y al parecer ella no conocía mi legendaria historia. Como soy una bellísima persona y todo el mundo me adora, la gente parece no poder ver más allá, no atisban en las entrañas del mito y la leyenda y no se dan cuenta que hay mucho más de lo que aparenta. Cuando le confirmé a la chama que yo no valoro para nada la inteligencia de la gente, la colega flipaba en colores, pero es cierto. El tema salió a cuenta de las evaluaciones de las tres Unidades Pequeñas y como uno destaca en esto, la otra en aquello y la tercera en eso otro. Todos parecen avanzar por caminos distintos y no hay nada homogéneo. En mi caso, yo pasé por el engranaje educativo totalmente convencido que había dos notas posibles: sobresaliente o fracaso. Jamás me pusieron nada que no fuera un sobresaliente, tanto en la antiguamente llamada Educación General Básica como en el instituto. Conmigo era sencillo, se hacía un examen, yo iba y lo bordaba. Otros seres humanos parecían esforzarse para sobrevivir y los había que hasta repetían, concepto que no encajaba en mi percepción del mundo. El último año antes de ir a la universidad, me seleccionaron para participar en no-se-qué prueba en la que competían los mejores chamos de todos los institutos, algo como super-especial y de lo que sentirse orgulloso. Yo por esa época ya estaba asumiendo que el sistema no es capaz de procesarme o eso o soy el Elegido (esto se demostró con posterioridad y alevosía), el ser más inteligente y preciado del universo conocido y por conocer. Llegué a esa prueba nacional y super-hiper-mega importante después de haber salido de marcha la tarde/noche anterior y sin haber tocado ningún libro o repasado cualquier cosa. Hice las distintas pruebas del examen con la sensación de que algo estaba mal, que seguramente la estaba cagando hasta el fondo y que mi fama mundial era totalmente inmerecida. Cuando llegaron los resultados, era segundo. Viniendo del sistema público, pasando de todo y ni siquiera dándole la atención que obviamente no se merecía, fui a la prueba en un estado peripatético y la pasé espectacularmente bien. Ahí me quedó claro que la inteligencia está sobrevalorada ya que a día de hoy, sigo sin haber conocido a nadie que sea más inteligente que yo … je … je … je …

No solo tenía una inteligencia inaudita, mi control del instituto era completo y allí no se movía una coma sin que yo lo autorizara y por eso, en el Claustro de profesores se referían a mí como el Primer Ministro. Yo tenía un ego tan inmenso que ni llegué a notar mi absoluto control del entorno y no fue hasta años más tarde cuando lo descubrí. En mi círculo de amigotes estaban cinco de las seis matrículas de honor que hubo el año que yo me gradué, la sexta era de un gilipollas que me caía fatal y que por razones desconocidas y que seguramente me son imputables, nunca llegó a hacer un solo amigo en ese instituto. En mi grupo también había gente que no aprobaba y hasta una tetuda, que jamás llegó a mostrar ninguna actividad cerebral pero tenía dos tetas enormes y con eso le bastaba.

Acabé hastiado del sistema y al llegar a la universidad abrí los ojos y opté por descubrir el mundo y maravillarme con el mismo y hacer el mínimo imprescindible en todos aquellos campos que me aburren. Esto es lo que asombra y asusta a mis amigos. No me interesa la política aunque tengo unas dotes de manipulador épicas y que me llevarían en volandas a donde yo quiera, no me interesa el convertirme en el capo de todos los capos y soy un pasota de tal calibre que llevo doce años diciendo que voy a buscar un nuevo trabajo pero nunca acabo por hacerlo. Todos mis amigos parecen destinados a la gloria, todos tienen trabajos espectaculares con sueldos escandalosos y la mayoría me señala como la gran decepción, ya que lo que ellos hacen con mucho esfuerzo, yo lo podría conseguir sin que se me cambe la peluca. Siguen sin entender que yo elegí ese camino, que me interesan otras cosas y jamás arriesgaría mi mundo por un buen puñado de leuros.

No creo que sirva de mucho medir la inteligencia o que sea un índice en el que se deban basar las decisiones más importantes. Cada uno ha de seguir su camino y elegir aquel que le haga más feliz.


Una respuesta a “Desbarrando o algo parecido”

  1. Menudo percal, menuda joya estás hecho…jajaja
    Hace bastantes años que me di cuenta que en la vida todo no era blanco, o negro, descubrí una interesantísima gama de grises… 🙂
    Salud