Desde Denpasar a Ubud


El relato comenzó en Desde Utrecht a Kuala Lumpur pasando por Abu Dhabi

Después del ajetreado día anterior, la verdad que no tenía ganas de complicarme la vida. Me levanté sobre las ocho de la mañana en el hotel de Denpasar al que habíamos llegado casi a la una de la mañana.

Lo primero que hice fue buscar un lugar para alojarme en Ubud. Ya tenía preselecccionados unos cuantos y con la App de booking lo hice en un momento. Esta aplicación te permite exportar a PassBook tus reservas y en lugar de imprimirlas, llegas al sitio con tu dispositivo mágico y maravilloso, lo enseñas y ya está. Quería quedarme en la zona cero de Ubud, cerca de todo andando y mis únicos requisitos eran Wifi gratis y piscina en el complejo. Después de ducharme salí a desayunar y conocí a la dueña y encargada del hotel. Me estaba hospedando en el Nakula Familiar Inn y esta mujer me devolvió la fe en la gente de Bali. Me explicó todo, me contó las distintas alternativas que tenía para ir hasta Ubud, lo que me iban a costar, el tiempo que me iba a tomar y se portó como una auténtica anfitriona. Además me dieron a probar junto con el desayuno un dulce de Bali que estaba riquísimo y que supongo que habéis visto en las fotos de comida. Cuando estaba terminando de desayunar apareció la británica y me puse a hablar un rato con ella, ya que todos sabemos que soy asocial y paso de la gente. Ha estado viajando sola siete meses por toda Asia y comienza a añorar la lluvia y el frío Británico así que me dijo que en un mes se regresa a casa. Ella se iba hacia Lombok y la señora también le explicó lo que tenía que hacer. Las cuatro holandesas se levantaron las últimas y ellas se irían hacia la zona turística por excelencia de Bali, el lugar para las juergas, las borracheras, las playas llenas de contaminación y demás. La británica se fue la primera, en taxi hasta la estación de guagua y desde allí continuaba en transporte público. Yo y las holandesas salimos al mismo tiempo sobre las doce de la mañana. La mujer me dijo que un taxi (usando el taxímetro y siendo de la compañía Blue Bird, que al parecer es la única decente en Indonesia) me costaría alrededor de 150000 Rupias, o unos once leuros y pico El taxista conducía con una cortesía y una precaución que hasta me asustó, acostumbrado a los kamikaze de Java. Al parecer en Bali la gente sí que sabe conducir y no se practican las conductas suicidas de Java. Plácidamente y sin sobresaltos me llevó en unos tres cuartos de hora hasta Ubud. Al llegar a la zona, le di el teléfono del hotel, llamó, le explicaron en donde estaban y me dejó cerca del mismo, ya que está en un callejón que sale de la Monkey Forest Road, que es la arteria principal de Ubud. Desde donde te dejan, los últimos cincuenta metros hay que caminar porque no entran coches, pero vamos, sin ningún problema. El lugar que elegí se llama Pering Bungalow y mi habitación era enorme, con un baño oscuro pero grandísimo y una piscina fantástica. Lo primero que hice fue largarlo todo, ponerme el bañador e irme a la piscina a refrescarme.

Cerca de las cuatro me vestí y salí a pasear y en concreto a visitar el Sacred Monkey Forest Sanctuary o el Santuario Forestal de los Monos Sagrados (o algo parecido). Es un trocito de jungla llena de monos al comienzo de la Monkey Forest Road y que por eso le da nombre. En su interior hay tres templos y viven casi trescientos monos, o deberíamos decir macacos balineses de cola larga. Se ven bonitos y adorables pero como te vean comida se lanzan a por ti sin dudarlo un solo instante. La gente compra plátanos, entra al sitio y de repente se ven atacados por esas bestias y más de uno es mordido. Por ejemplo una chama que llegaba ocultando sus plátanos, pese a un cartel enorme que decía que es mejor no ocultarlos y darle uno a los monos cuando se acercan. Ella los escondió entre las manos y uno se le tiró a los hombros y empezó a buscar la forma de robárselos. Ella primero se reía pero después se estresó y tuvo que venir un vigilante a espantar a los monos. Como ella, dos tontos por minuto más o menos. Los monos son interesantes pero lo realmente bonito es uno de los templos que está escondido en la jungla y que te hace sentir como un Indiana Jones de pacotilla.

Tras la visita al lugar regresé paseando por Ubud y esquivando gracias a mis auriculares bluetooth y mis gafas de sol a todos los que querían ofrecerme un taxi o venderme servicios de Spa o similares. Por la noche fui a cenar al Nomad, un restaurante que la gente considera muy bueno pero que a mí me pareció más bien para turistas, con comida internacional y especializado en cócteles y bebidas alcohólicas a precio de discoteca de capital europea. Después de cenar encontré una heladería y aunque ya no tenía hambre, me pedí un helado de dos bolas. Esa noche, el cansancio acumulado de los días anteriores hizo efecto y me quedé dormido muy temprano.

El relato continúa en Tomándomelo con calma en Ubud

, ,

3 respuestas a “Desde Denpasar a Ubud”

  1. Yo, donde veo un Spa…allí que voy de cabeza; son mi perdición. Dentro de un baño de vapor, o en una tumbona calefactada (con duchas por encima de todo tu cuerpo), el mundo se borra de mi mente.

  2. Yo paso de largo. Primero porque dudo mucho de las condiciones higiénicas y segundo porque las empleadas siempre están tiradas en la calle repartiendo panfletos. Entre las historias que he oído tenemos el inglés al que le produjeron quemaduras de tercer grados con piedras calientes, o aquel que se quedó cambado dos semanas con un masajista de esos tan buenos o ese otro que también tuvo problemas. Igual que no como nada en lugares en los que no tengo una certeza al 150 por ciento de que no me pasará nada, paso olímpicamente de los Spas y de ese alivio tan grande que prometen.

  3. Cada uno cuenta según le va… En mi caso, he ido a un montón de sitios de estos…y siempre han estado en condiciones admirables. Y la relajación es total (al menos para mí). De todos modos, solo he probado los españoles, los noruegos, los alemanes, y los suecos. Imagino que no en todos los países tendrán la misma calidad.