Día 3. El fin del viaje


Praga Julio 2005

Llegamos al tercer y último día del fin de semana en Praga. Hasta este momento han sido dos días de mucho turismo y conversaciones de esas que todos negamos haber tenido. Esta pequeña opereta en tres actos comenzó en Nos vemos en Praga y continuó en El castillo de Praga y un millón de escalones

Kostel sv Mikuláše - Iglesia de San NicolásSi hay algo medianamente cierto es que el tercer día me desperté molido. Las subidas de escaleras del día anterior me pasaron factura, aunque no fue hasta un par de días más tarde cuando gocé del dolor de las agujetas en su gloriosa plenitud. Nos levantamos tarde. Ya no quedaba mucho por ver, sólo museos y esas cosas que interesan a los intelectuales y aquellos que quieren parecerlo. Yo ya me he curado bastante de museos de arte. Debo ser el único que lo reconoce públicamente, pero para mí el museo de Van Gogh en Ámsterdam es uno de los sitios más aburridos del mundo, con tanta pintura idéntica de ese tipo. Muy cerquita está el museo nacional y no hay comparación con Rembrandt y amigos. Esos sí que transmitían emociones, miradas, sentimientos y no los putos campos de tulipanes mal pintados.

Molino de agua en la isla KampaEn fin, dejemos atrás las limitaciones de uno y volvamos a retomar el hilo argumental. Nos levantamos tarde, como ya he dicho. En teoría teníamos que abandonar el lugar antes de las once, pero ya había apalabrado con la sustituta de los dueños el dejar nuestras cosas en la habitación hasta pasado el mediodía, cuando volveríamos a recogerlas. Después de las oraciones matutinas nos echamos a la calle. Como Kike se quedaba en la ciudad un día más, antes de continuar su peregrinación por Europa, buscamos un nuevo lugar para que pernoctara. Cumplida la formalidad, marchamos al centro, al casco antiguo. Estuvimos andando por calles desiertas, lo típico en un domingo por la mañana. Había una gran cola para entrar en el cementerio de los judíos y pasamos de visitarlo. Una curiosidad de esta ciudad es que el barrio judío de la ciudad sobrevivió intacto a la segunda guerra mundial. Los alemanes, tan puestos en eso de limpiar ciudades de dicha raza se abstuvieron de tocar o alterar nada en esta. La razón no era otra que los planes del señor Hitler de realizar un gran parque temático para mostrar a las generaciones futuras como vivía esta gente antes de ser reubicadas en universos paralelos.

Nuestra reposada caminata nos llevó junto al río Moldava, en donde nos sentamos en un banco a disfrutar de la mañana y ver pasar los barcos por el río. Flotaba en el ambiente una golosa humedad que se pegaba al cuerpo. El agua bajaba plácidamente, ajena a las gentes que habitan en la ciudad y a los numerosos visitantes. Estuvimos allí bastante tiempo, hablando y disfrutando del día sin más, sin prisas y sin agobios. Praga es un lugar que se puede visitar en tres días sin muchos problemas, cuatro si se quiere ir sobrado de tiempo.

Escaleras del metroPara comer fuimos a un bar de bocadillos muy popular en la ciudad y de precios muy económicos llamado Bohemia Bagel. Tras la pitanza comenzó la operación salida, un poco ajustada de tiempo. Primero fuimos a buscar nuestras cosas al hostal, después a dejar la mochila de Kike en su nuevo alojamiento y tras eso, tranvía, metro y autobús al aeropuerto.

Ir con gente al aeropuerto es abrir las compuertas de la tristeza. Cuando uno va solo no es más que el paso intermedio al salto que te llevará hacia otro lugar. Cuando vas con alguien, dejas algo atrás, si lo miras desde el punto de vista del viajero y pierdes algo cuando lo miras desde el punto de vista de la persona que acompaña. Facturé y nos sentamos en una de las cafeterías para apurar los últimos momentos. Había llegado la hora de decir adiós a la ciudad y volver a casa. Atrás quedaron tres fantásticos días en una de las grandes ciudades europeas, un lugar que merece la pena visitar y al que espero volver de nuevo algún día.

Aunque el relato de este viaje termina aquí, en el año 2009 volví a la ciudad de Praga y hubo un nuevo relato y más ideas, sitios que ver y cosas que descubrir. En Mi segunda visita a Praga comienza esta nueva historia.

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