Diario de Berlín – ?ltimo día y reflexiones finales


Alguna casualidad de la vida te ha traído directamente al capítulo final de una historia que comenzó en Diario de Berlín, el prólogo, después siguió con Diario de Berlín – Llegando a la ciudad y más tarde vino Diário de Berlín. Primer paseo por la ciudad, avanzó hacia Diario de Berlín – Gira turística por los grandes monumentos y finalmente llegó a Diario de Berlín – Crucero en barco y caminata al anochecer.

Llegamos a nuestro último día de visita a Berlín y como nuestro tren salía después del mediodía nos dedicamos a vagar sin rumbo fijo por Charlottensburg para matar la mañana, haciendo las últimas compras y disfrutando de la agitación de un sábado por la mañana. Ese día había algún tipo de celebración especial y la mayor parte de las tiendas iban a estar abiertas hasta la medianoche y lo celebraban con ofertas especiales, payasos y con degustación de productos. Cuando llegó la ahora de partir fuimos al hotel, recogimos el equipaje y nos dirigimos a la estación en donde compramos comida para el viaje (una caja de Dunkin’ Donuts) y esperamos la salida de nuestro tren. En resumen fue un viaje excelente.

Con la excitación del relato se me olvidó contar un par de anécdotas. La primera sucedió la primera mañana. Cuando me levanté hice lo que siempre en estos casos. Primero la gran jiñada, que a mí ya no me detiene el obrar en baños extraños, he superado esa fase de mi vida en la que llegué a estar hasta diez días sin cagar por no usar un baño desconocido. Recuerdo en mi primera visita a los Estados Unidos, en casa de mis tíos, donde aguanté siete días comiendo como un cochino y sin expulsar nada. Cuando al fin me llegó la hora, tupí el retrete. Así como lo escribo. Bajé la cisterna y aquello empezó a subir y a subir y pensé que me moría del bochorno. No llegó a rebosar pero le faltó poco y después tuve que salir y pedir un desatascador para recuperar el equilibrio del baño. No fue la única vez. En mi segunda visita solo tardé tres días y dos pizzas del tamaño de ruedas de camión para provocar una nueva hecatombe. Cosillas como esta me han curtido y me han vuelto menos melindroso. Ahora procuro mantener la pauta y la música de mis envíos y así no tener que pasar por momentos como esos. Así que me levanto, me siento en el trono y envío mi primer regalo a la gran Alemania. Tras ello, agarro mi neceser y me voy a la ducha, que era de plato. Cualquiera que me conozca sabe que yo me afeito duchándome gracias a mi Philishave Cool Skin 7780 de gama altísima, una maravilla de la técnica que además lleva loción Nivea incorporada y con la que puedo combinar el placer de la ducha con la obligación de la rasuración del vello facial, esa maldición con la que Dios nos castigó a los hombres y a las mujeres portuguesas y griegas (y según mis amigos el Moreno y el Chino también las españolas aunque yo lo niego vehementemente, que porque Inma Monster tenga barba no podemos generalizar …). Gracias a esta combinación de tareas puedo permanecer más tiempo bajo el chorro de agua caliente saliendo arrugado como una pasa y rodeado de una nube de vapor que en ocasiones me hace parecer como un santo que baja de los cielos para dar la Bendición a los terrestres. Me pegué mi media hora larga bajo la ducha y cuando cierro el grifo y salgo me encuentro que el baño está inundado. No por un poquito de agua, un charquito y tal, allí había tres dedos largos de agua en todo el cuarto y rebosaba hacia la habitación. Aparentemente se había roto el desagüe de la ducha y casi toda el agua entró en el baño. Fue un drama. Tuve que vadear para alcanzar la puerta, con todo el baño lleno de agua, algo increíble. En aquel momento no se me ocurrió pero debería haber hecho fotos que este es el tipo de cosas que uno cuenta y no se las creen, igual que nadie me creyó cuando encontré la revista porno en el hotel de Kaiserslautern o la Pizza sin comer en la habitación de Omán. Por suerte no tenía nada en el suelo y no se me mojó la ropa. Al salir avisé en recepción y aquel mismo día arreglaron el baño y de alguna forma secaron la moqueta.

La segunda anécdota que quería contar era la de la falta de protección del sistema de gestión del WiFi pero he revisado lo publicado y ya lo narré así que os ahorro el masque y quien quiera leerlo lo puede hacer rebuscando en los archivos.

Por último decir que hay algo extraño en el tempo alemán. Los alemanes son gente de costumbres extrañas, al menos eso pensamos yo y un par de amigos y lo comentamos en la intimidad, aunque sin hablarnos en catalán que no quiero que nadie se piense que me estoy politizando. Esta gente parece vivir siguiendo un ritmo distinto al del resto de los europeos. Hay algún tipo de señal que los sincroniza y los hace moverse simultáneamente. La gente va por las calles y parece que bailan algún tipo de danza que llevan escrita en su material genético. No se rozan, saben por qué lado hay que esquivar, se paran todos en los semáforos y esperan sin demostrar la más mínima impaciencia aunque no se vea ningún coche en kilómetros a la redonda y te miran con mala cara si intentas cruzar al otro lado sin respetar el sagrado muñeco rojo. Los conductores también se lo toman con calma y respetan los ceda el paso, los semáforos y cualquier señal que se encuentren. Igualito que en España. Poseen una sangre fría que en ocasiones exaspera pero lo curioso es que después te los encuentras en un bar y son alegres y dicharacheros y se tocan unos a otros igual que los latinos, algo que por ejemplo los holandeses jamás hacen.

Resumiendo, Berlín es desde ya una de mis ciudades favoritas y un lugar al que pienso volver alguna que otra vez porque me ha encantado su magia y sé que aún me queda muchísimo por descubrir. En los próximos días continuaré mostrando una serie de fotografías de la ciudad y aquellos lugares que más me han llamado la atención.

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4 respuestas a “Diario de Berlín – ?ltimo día y reflexiones finales”

  1. Me encanta esta escatología así recien desayunada, Umhmmm …
    y de inundaciones mejor no hablamos, que eso de los tres dedos de agua me ha pasado en casa este sábado despues de que cayese el diluvio universal y aún estoy intentando secar; pero tengo una pregunta, no será que atascaste la bajante con el regalito mañanero, o que se te cae el pelo en grandes cantidades para atorar el desagüe de la ducha???

  2. Si llega a ser por el retrete habría visto las pateras flotando. Era todo de la ducha y seguramente estaba rota por el visitante anterior pero no dijo nada.

  3. Sí. La puerta que está al otro lado de la ciudad es la que están restaurando en estos momentos y la tienen totalmente tapada con un entramado similar al de una de las fotos que tú enlazaste el otro día. Por debajo de esa aún circula el tráfico de vehículos.