Dios mío, esto es un infierno


El mes de junio que aún no ha terminado ya es el más seco de la historia holandesa desde que Adán se comió una manzana porque Eva no le ofreció potorro. No ha habido un periodo de tanta caló dañina como el que estamos padeciendo en la historia de estos terrenos casi-sumergidos. Esto del cambio climático pretende convertir a España en el nuevo Sahara y a los Países Bajos en la nueva Andalucía. Aquí cuando teníamos una semana de veintipico grados todo el mundo hablaba de ese año como épico y legendario y lo recordábamos en todas las leyendas urbanas como aquel en el que durante siete día o así hasta te podías poner pantalones cortos y este año ya llevamos como mes y medio de más de lo mismo, salvo por la semana pasada que hemos tenido un respiro.

En el 2018, ya estamos ahítos, o ajítos, que es como se pronuncia en Canarias, que en las Canarias la hache cuando es la primera letra de la palabra NO SIEMPRE es muda, como ya conocemos de otros ejemplos como jediondo, jinojo o jarto. Y ahora Virtuditas, que después de que llega su hora nos machaca con su cultura dirá que en ajito la hache no es la primera letra y tiene toda la razón pero es que con esta hicimos una excepción y aplicamos la misma regla con ilusión y poderío y fantasía y por eso, nosotros los seres superiores que nacimos en las Canarias podemos estar aJitos de algo y el significado es que estamos hartos (o más bien jartos) de lo susodicho. Ahora que hemos sentado los principios y finales lingüísticos del tema, miramos la previsión meteorológica para las próximas dos semanas.

14 días de drama

Esto solo se puede denominar pesadilla mucho antes de la Navidad, es que el calvario comienza mañana y va a peor con un fin de semana que me obligará a meterme en el cine a ver tres o cuatro películas seguidas, las que sean, para disfrutar del aire acondicionado, que no se pueden comparar treinta y dos grados de Benalmádena con los de Utrecht, que aquí son como una losa de hormigón que nos cae encima y nos aplasta y ojito que he dicho losa y no loza, que no es culpa mía si nosotros no distinguimos entre algunas letras y las pronunciamos de la misma manera. Desde hoy y sin final a la vista, mi casa entra en alerta roja tirando a rojísima y todas las ventanas, todas las cortinas, todas las persianas estarán completamente cerradas durante el día y solo cuando la temperatura exterior sea inferior a la interior lo abriré todo y pondré el ventilador a la máxima potencia para que mueva el aire y así tratar de enfriar el hormigón (y en este caso si que no decimos jormigón) de las paredes que va absorbiendo el calor y transforma mi casa en una estufa. Este año la cosecha de moras me va a llegar antes y hasta la de uvas será por primera vez en la historia de uvas dulces y no de esas que parece que llevan en su interior zumo de lima o de limón. Ya lo decía aquel sabio que fue, ha sido, es y será, Rambo: ¡DIOS MÍO, ESTO ES UN INFIERNO!

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3 respuestas a “Dios mío, esto es un infierno”

  1. Yo creo que habría que darles trabajo a todos los migrantes, como llaman ahora a los emigrantes de toda la vida, poniéndolos a planta árboles por doquier, con un plan bien diseñado para evitar la desertización y protegernos un poco del calor, o vamos de culo, cuesta abajo y sin frenos… 🙁
    Salud

  2. Yo creo que deberíamos emplear a todos los migras sin papeles y ponerles a todos en toda Europa, especialmente aquí, a plantar árboles, con un plan bien diseñado para mejorar el clima, y aquí, evitar la desertización, a ver si logramos que la ardilla vuelva a cruzar España sin bajarse de los árboles… 🙂

    Salud

  3. Me rechifla el acento canario… esos morenitos que hablan suaaaaaave y con ese acento… ay mimadre……