Dos días después


El segundo día después del advenimiento o El final del ciclo ha sido en realidad un día de vacaciones. Ya dejé encaminado lo del abogado y ahora solo tengo que esperar a que me llame y lo único que hice fue luchar contra la tentación de encender el portátil del trabajo y mirar el correo y lo que está pasando. Sé, por experiencias que me han contado de reorganizaciones pasadas, que la gente se obsesiona con la idea que los necesitan imperiosamente e intentan serpentear su camino de vuelta a una empresa que no los quiere. Así que para evitarlo, me levanté tarde y después de desayunar me dediqué a trabajar en el jardín, hacer mi gimnasia, ducharme, ir a caminar una hora y algo y por la tarde, como tenía entrada para el cine por la noche, tomar el sol en la hamaca y jugar con el iPad. También compré en la tienda esa china que te mandan las cosas desde el recarajo y tenemos que esperar semanas un cargador USB para tres o cuatro dispositivos, porque el día anterior sucedió algo extraño e inexplicable. Como estamos en ola de bochorno y calor, puse en mi dormitorio un chisme que tiene unos líquidos mágicos en un bote y que supuestamente mata o espanta a los mosquitos. El problema es que se mama uno de los enchufes de la pared, que son dos y están juntos y el que me queda no es suficiente para la lámpara y el cargador. Si hay algo que hay repartido por toda mi casa son extensiones de esas de enchufe. Que yo sepa hay al menos cuatro que no uso, una de ellas de tres enchufes que me venía perfecta. La encontré, la llevé al dormitorio, la conecté a la corriente, enchufé la lámpara y cuando iba a enchufar el cargador, es que no entraba, no entraba y yo venga a apretar. Me da que el chisme ese para las tres tomas está roto y cuando por fin cedió y metí el cargador, se oyó un sonido chunguísimo dentro del mismo, como de muerte con sufrimiento. Lo llevé a otro enchufe, lo probé, pero estaba muerto y si lo olías de cerca, olía a quemado. Por suerte tengo otro que no me gusta porque es enorme y ese será el que use hasta que me llegue el nuevo. Lo increíble fue que el cargador, que tiene una protección interior para este tipo de situaciones, funcionó como debería, la protección evitó que aquella cosa cortocircuitara y reventara la energía eléctrica en toda mi casa, algo que ya me sucedió con un cargador super-hiper-mega barato cuando estaba de vacaciones en Tailandia y que consiguió dejar sin electricidad a un hotel entero. No solo funcionó la protección, mirando en el historial de compras de la tienda esa china, lo he tenido sin una queja más de dos años y medio, ha viajado conmigo por todo el mundo y lo he conectado a todo tipo de enchufes. Espero que el nuevo sea tan bueno como ese.

Lo de la bajona del segundo día tampoco ha llegado, con lo que a lo mejor se equivocaron y sucede el tercer día, o el vigésimo cuarto o no le sucede a todo el mundo. En fin, que hoy lo acabamos aquí que me piro ahora mismo para el cine.


4 respuestas a “Dos días después”

  1. hazte hippy, vende todo…. comprate una furgona VW para vivir dentro y aprende a tocar la guitarra en CCC

  2. Acabarás cediendo y mirando el correo, es lo lógico, pero después de tanto tiempo dejándote las uñas por esa empresa, si quieren algo urgente, que esperen ellos ahora. Tú ya no les debes nada.

  3. Virtuditas, ni de coña. Hoy tampoco lo encendí. Lo haré la semana que viene porque tengo que dejar apalabradas las reuniones para transferir mis sacrosantos conocimientos y según se acaben, sacaré lo poco que hay mío en la red y lo mandaré a mi ordenador propio y ese portátil no volverá a ser usado hasta que lo devuelva al final de octubre.
    Cuñao, paso. Yo no soy folclórico.