Duchas, [malos] olores y algo sobre mí y mi mundo


Estos días han sido muy movidos. Me los he pasado visitando amigos para aprovechar y darme una ducha gratuita. También he ido en varias ocasiones a casa del turco ya que seguía en su país y tengo las llaves de su casa. Aquí mucha gente se cree que todo lo que sucede es falso y lo que se cuenta no es auténtico. Sin embargo, al menos un lector ha tenido el dudoso privilegio de venir conmigo un día a casa de este hombre y pudo ver el lujo y boato en el que vive, así como sus múltiples botellas de alcohol con las que se caga en los muertos de su religión y rompe con ella. El baño del turco es el más lujoso de los que he visitado pero tiene un pequeño problema. Cuando se marchó a su país en diciembre apagó la calefacción de su casa para ahorrar dinero y no he sido capaz de volver a encenderla. El resultado es que la casa está a unos saludables cuatro o cinco grados y darte una ducha es una operación de alto riesgo. Hay que planificarlo todo cuidadosamente, colocar la ropa y la toalla en el lugar adecuado, abrir el agua para que se vaya calentando y en el momento adecuado desnudarse y saltar en la bañera corriendo para darte la ducha. Al acabar no es tan duro porque el cuarto de baño acaba ahumado y a una buena temperatura y se puede salir, secarte, vestirte y coger el piro antes de que te cale el frío. Yo creía que lo de no poder encender su calefacción era por culpa de mi ignorancia y mis limitaciones obvias con la tecnología (no hay más que ver lo mal que se presenta esta página en navegadores tan mierdosos como ese producido por microzof hace como 4 años). El turco volvió esta semana y cuando entró a su casa casi le da un jamacuyo. Trató por activa y por pasiva de encender el puto cacharro y no hubo manera. Finalmente decidió llamar a un técnico que le confirmó que por dejarlo apagado todo el invierno el trasto se había medio escoñado y la broma le costó ochenta euros. El lado bueno de la historia es que al menos este año le bajarán la factura por consumo de gas y electricidad, que por culpa de tener la calefacción a máxima potencia el invierno pasado durante seis meses ahora está pagando doscientos cuarenta y nueve euros mensuales solo en energía. Volveré a hablar del turco próximamente porque ha retornado con algunas historias interesantes que espero poder contar.

Otra ducha visitada fue la de Dani, no el de las historias sino el que vive en Nijmegen. En este caso era un baño normal y la calefacción funcionaba perfectamente. Antes de la ducha nos tomamos una cervecita Grolsch Kanon con unos escasos 11,6% de volumen alcohólico que hace que cada cerveza sea como tomarse una botella de vino y que me dejó con la lengua fuera. es un cañonazo de que te cagas. Suerte que estaba enconchinado por la cena porque si no caigo muerto allí mismo. De hecho la segunda historia der Dani que publiqué esta semana fue escrita una hora más tarde cuando volvía en tren a mi casa y aún estaba bajo los efectos de tremendo brebaje.

El último baño que quiero mencionar ha sido el del chino. Pese a mi reticencia al final me tuve que tragar mi orgullo y pedirle al chino que me dejara duchar en su casa. Procuré ir después de la cena para que no me intoxique con alguna mierda de esas que come. Aún tengo pesadillas con las cagadas de caniche que me obligó a comer no hace mucho. Después de la tertulia de cortesía me acompañó al baño. Fue abrir la puerta y supe que ese era el mayor error cometido últimamente. Ya era demasiado tarde y había que apechugar. Me fui a su casa con toalla, champú y todo lo necesario porque quería minimizar al máximo el contacto con las cosas que allí podía encontrar y al menos en eso acerté. Lo primero que me llamó la atención era el mal olor que había allí dentro. El baño del chino no tiene ventanas pero aún así la peste no era normal. Levantó la tapa del retrete y casi me vomito allí mismo. Había un líquido negro, como alquitrán del que yo juraría que salían burbujas. Me dijo que un par de días antes se había roto la cisterna y no podía bajarla. Y una mierda pa’ él. Aquello llevaba roto seguro que semanas o meses porque el agua no se cuaja así de un día para otro. Cerró el retrete pidiéndome que no lo usara (¡sic!) y me dejó allí dentro. Puse mis cosas sobre la lavadora y me fijo en el lavamanos, lugar en el que algo no estaba bien. En el lugar donde la gente suele poner el jabón se encontraba una mata de pelo negro. era como un manojo grasiento y repugnante que decoraba el lavamanos. Otro lugar que no debería tocar. Saqué las cholas de playa para ponérmelas en la ducha ya que algo me dijo en mi casa que mejor me las llevaba. De nuevo he de decir que hice muy bien. Cuando abrí la mampara para entrar descubrí el complejo macrouniverso de algo similar a las algas marinas que había en el desagüe. Los pelos acumulados durante meses y meses se habían agrupado allí formando una mata que se mecía al ritmo del agua. Me recordaba a los documentales estos marinos en los que siempre te ponen el plano de las algas meneándose suavemente. Era algo asqueroso. Batí mi marca personal y me duché en menos que canta un gallo, literalmente. Salí de allí a escape sintiéndome aún más sucio de lo que había entrado. Tuve que volver a ser cortés y educado con el chino durante diez minutos más antes de salir a escape hacia mi casa. No voy a criticar más que el hombre es amigo pero allí no vuelvo a entrar en el baño en lo que me queda de vida.

Junto con las duchas en viviendas ajenas el otro tema que me ha tenido obsesionado estas dos semanas ha sido el olor, o el mal olor. Saber que no me podía duchar por las mañanas me hacía sentir sucio y rastrero y mis aguzados sentidos me tenían todo el día en vilo porque me daba la impresión de que apestaba. Nadie parece haber notado nada o al menos nadie ha dicho nada pero yo he andado con este Sanbenito todos estos días. No he usado la bicicleta para no sudar, he reducido al mínimo las caminatas y he estado moviéndome a cámara lenta para evitar al máximo la generación de sudor y su posterior maceración. Ni con esas, por las tardes cuando volvía en el tren siempre intuía que todo el mundo me evitaba porque apestaba. Cualquier persona que se tocara la nariz o virara la cara conseguía que me pusiera colorado. Llegaba a mi casa y lo primero que hacía era darme un chas-chás en la cocina. Gracias a dios esto ya ha finalizado y ya puedo volver a ir al trabajo en bicicleta. La próxima casa me la compro con el baño reformado porque no vuelvo a pasar por esto.

Quiero también aprovechar el aquí y ahora para avisar a los canarios de mi próxima visita. La idea es ir desde el 25 o el 26 hasta el 1 o el 2 de abril. A la vuelta comenzaré en mi nuevo puesto en la oficina, en la nueva compañía, en un entorno nuevo y con compañeros de trabajo distintos y quiero relajarme y disfrutar del sol antes de que suceda esto para empezar al 120% con los nuevos retos. Aún no nos han dicho más nada desde que se hicieron los anuncios y tuvimos las reuniones preliminares. Sólo sé que de los treinta y pico que formarán parte del nuevo equipo hay unos cuantos jefes que me tienen en gracia y a los que he hecho ya algunos favores así que espero que los tengan en cuenta. De hecho creo que esa generosidad natural y mi desapego a la hora de ayudar gente con problemas han tenido parte de la culpa porque algunos que darían hasta el coño de sus esposas por estar en ese equipo han quedado relegados a las divisiones inferiores y yo que soy feliz en cualquier rincón con internet y cobertura para mi teléfono DECT he ganado el premio gordo. Tendré que demostrarles que no se han equivocado, algo que seguro que consigo sin más problemas. La rumorología que abunda por las máquinas de café me sitúa en Suecia en los próximos meses. Espero saber algo más la semana que viene, antes de irme de vacaciones. Como suele ser habitual se terminará sabiendo por aquí ya que a estas alturas de mi vida en la red no me voy a guardar esas cosillas para mí y mis sesenta vidas interiores.

Una última reflexión. Un par de amigos me han dicho algo de lo que yo soy inconsciente. Me siguen diciendo que me siente y escriba un libro o algún tipo de texto más largo porque mi prosa según ellos es aceptable tirando a buena y sobresale de la mediocridad en la que nos movemos por este universo. Yo ni entro ni salgo en lo de la calidad de mi escritura aunque siempre he pensado que es francamente mejorable pero sí que estoy de acuerdo en lo de que algún día debería escribir un libro. Mi problema es el tiempo y el esfuerzo. Tendría que sacar el tiempo de otros sitios y siempre me ha dado pereza. Por ejemplo, no me veo dejando de escribir en la bitácora porque me divierte y me relaja, lo mismo que cocinar. Creo que este verano trataré de coger un día a la semana para revisitar todo lo que he escrito en estos años y escribir el libro de mi vida, un libro lleno de individuos legendarios y de historias cochambrosas. Veremos que tal queda si llego a terminarlo, que esa es otra.

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8 respuestas a “Duchas, [malos] olores y algo sobre mí y mi mundo”

  1. Con los libros hay que tener paciencia, ir escribiendo con constancia y si tienes problemas dejarlo ahi reposar unas semanas hasta volver a cogerlo. Asi termine yo mis tres novelitas (aunque para lo que sirven)

    Seguro que la historia de tu vida se convierte en un libro la mar de entretenido (no se por que me me viene a la cabeza maquiavelo…)

  2. Seguro que sí. Y no veas el libro que podría escribir solo con los comentarios moderados en las anotaciones en las que critico la música de los anuncios de TelaJinco. Acabo de darme el gustazo de mandar a tomar por culo uno escrito por un tal javimon7 sin siquiera haber leído más allá de la segunda línea. Me siento tan bien que creo que esta noche dormiré como un bebé.

  3. ya está, ya está. Joder con tanto agobio. Uno se levanta a las 6.30 un sábado para ir a trabajar y se tiene que poner a pensar tan pronto

  4. Puaj, en inglaterra eramos 5 viviendo en una casa, el baño de arriba era usado por un amigo y yo, el de abajo por el resto. Entre ese resto habia un ser humano muy muy muy peludo, a mi me recordaba a mi perro cuando se sacude en época de muda, y otro que era menos peludo pero al cual, despues de ver su cuarto apodabamos «chiquerito».

    Una vez en un apretón entre en ese cuarto y mi sorpresa fue mayúscula. Habia algo por todo el piso que parecían hormigas pero no lo eran, al acercarme observe aquellos pendejos pululando por todo el cuarto. La ducha era aún más desagradable, algo entre negro y verdoso ocupaba el lugar del sumidero, puajjj, jamás pense que la raza humana fuera tan desagradable. El tercero en discordia me daba muchisima pena, tanta que pensamos en ofrecerle nuestro baño y que aquellos dos cerdos retozaran en su pocilga particular.

    En cuanto a lo del libro, yo quiero un ejemplar, y firmado por el autor.

    PD: Avisa para irnos al cine y echarnos un algo en la mierda de centro comercial ese que a bleuge tanto le gusta, tengo ganas de volver a ver sus músculos.

  5. Por supuesto que habrá reunión. Cuando tenga el billete y esté todo confirmado lo aviso y la montamos. El tema de la misma será: Fantasía diabólica de perra descarriada con yogurt de plátano, mucha ilusión y fantasía. El lugar será posiblemente el mismo que la vez anterior aunque si elegimos alguna película marginal del festival de cine habrá que quedar en otro sitio.