El caminito hacia el futuro


Hemos llegado hasta este punto del 2021 a tropezones, con encierros, con toques de queda, con reglas que aparecen y desaparecen y ahora nos vemos en una nueva encrucijada. Llegamos al punto en el que un millón ochocientas mil personas no quieren vacunarse contra el virus truscolán y podemita y el resto si lo han hecho o están en ello. La constitución holandesa impide obligar a alguien a vacunarse porque el derecho a decidir sobre tu propia salud está en la susodicha, que es lo que hizo que la eutanasia sea tan fácil por aquí, si decides morir, ningún médico, abogado, juez o julay te lo puede impedir, es tu derecho. La misma ley te protege si no te quieres vacunar. Tenemos las reglas de la distancia del metro y medio, el límite en la capacidad de los locales, la prohibición de los festivales, las discotecas y salas de bailes cerradas y todo eso va a acabar.

La semana pasada el gobierno neerlandés anunció que a partir del uno de septiembre, aunque el límite de aforo en las clases universitarias es de setenta y cinco personas como máximo por clase, no habrá que guardar distancia de seguridad o usar mascarilla. El día veinte de septiembre, para dar tiempo a que los menores entre doce y dieciocho años ya estén perfectamente vacunados, se levantará la prohibición en institutos y colegios. Ese veinte de septiembre, cambiará el sistema y el aforo volverá a ser del cien por cien en todos lados, solo que únicamente se podrá entrar con un código QR, que se obtiene estando vacunado por completo y con dos semanas desde la última vacuna (cuatro si es la Janssen), o haciéndote un test que solo será válido por veinticuatro horas. Básicamente, los no vacunados tendrán que hacerse tests para entrar al cine, ir a un festival, al teatro o a un mega-restaurante con capacidad para más de setenta y cinco personas. Los test de acceso, que ahora son gratuitos, dejarán de serlo y los no-vacunados que quieran uno lo tendrán que pagar. El gobierno ha calculado que entre cinco mil y quince mil de esos que no creen en la vacuna morirán, pero morirán porque han elegido ese destino. También espera que cuando empiecen a morir como ratas, muchos correrán a vacunarse, ya que las excusas para no hacerlo son estúpidas. Otra restricción que desaparecerá a final de septiembre es el de las mascarillas en transporte público, aeropuertos o aviones. Serán voluntarias. A partir del uno de noviembre abrirán las discotecas y no habrá ningún límite, nos olvidaremos de la pandemia. También, cualquier persona vacunada que haya estado en contacto con un infectado ya no tendrá que guardar diez días de cuarentena en su casa, podrá seguir con su vida normal, igual que la gente con gripe se la pega a otros. Será una escabechina entre los que no se han vacunado, pero como dijo el primer ministro neerlandés, un diez por ciento de la población no puede limitar la libertad del otro noventa por ciento y como tienen una solución, que es vacunarse, si eligen no hacerlo, que apechuguen con las consecuencias.

Hay un camino para llegar a la inmunidad de grupo, que es ese en el que nos vacunamos todos y hay otro camino, que es ese en el que los que no se vacunaron van cayendo e infectándose y los más fuertes llegarán a la inmunidad de grupo y los menos fuertes, bajo arena, que es lo que hay en los cementerios holandeses, en los que además, como te hundes en la arena con tu féretro, a los veinte años si tu familia no paga no se molestan ni en sacar el tuyo, te jincan otro encima y tan contentos.

El otoño se presenta muy interesante ….


3 respuestas a “El caminito hacia el futuro”

  1. En los periódicos canarios, siempre que hay muertos, siempre añaden que tenían PATOLOGÍAS PREVIAS, que no sé que enfermedad es, pero si la tienes estás jodidísimo.

  2. Y sin patologías previas también, si te pilla mal el bicho, estás jodido. Respecto a los antivacunas, por una vez tengo que decir que no me parece mal una purguita social… como dice mi madre «el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe».