El día que visité la Acrópolis de Atenas


El relato comenzó en Viajando a Atenas

Ayer llegaba a Atenas y además de ver la Acrópolis desde la azotea del hotel, salía a cenar. Por la mañana, unas horas antes de la hora Virtuditas yo ya estaba superactivo, con jiñote incluído. Sabiendo que la Acrópolis abría desde las ocho de la mañana, no veía razón para esperar y además, sabía que ese día llovería por la tarde según una de las previsiones y al mediodía según otra. Salí escopeteado y sin desayunar. En la plaza que está junto a la estación del metro de Monastiraki se empezaban a instalar un par de puestos de venta de verdura. Prácticamente al poner el pie fuera de la plaza te encuentras con la Biblioteca de Adriano o Biblioteca de las Cien Columnas, que estaba en mi lista de cosas para ver y que tiene una entrada combinada con otras ruinas por treinta leuros. El problema es que allí solo podía pagar en efectivo así que seguí adelante sabiendo que tendría que volver. Después llegué a la Ágora romana de Atenas y allí tampoco podía pagar con tarjeta así que seguí ascendiendo hasta la entrada principal de la Acrópolis de Atenas y allí compré la susodicha entrada combinada y entré. Es como cruzar un umbral mágico. De una parte, truscolanes, chusma y gentuza de la mala y según pasas la valla estás miles de años atrás en el tiempo y flipando en seis o siete dimensiones, si no más. Por la puerta por la que accedí, lo primero que me encontré fue el Odeón de Herodes Ático, un pedazo de auditorio construido en el año 161 bellísimo, al contrario que la mole horrorosa y zarrapastrosa del auditorio de Tenerife, obra jiñada por el Calatrabas ese que tiene el don del hormigón. El auditorio se sigue usando hoy en día. Desde allí me acerqué al Teatro de Dioniso Eléuteros, que en su día fue el teatro más grande de la Grecia clásica. Se ve muy bien desde lejos pero cuando estás en el mismo se nota que está peor conservado. Aún así, impacta este teatro hecho en el siglo VI (uve-palito) antes de Cristo o hace más de dos mil quinientos años. Cuando visitas estas ruinas y las romanas te queda claro que toda la Edad Media fueron mil años de tiempo perdido, que podríamos estar pero que ya en las estrellas y en otras galaxias si no hubiésemos perdido siglos y siglos sin avanzar nada de nada. Desde allí retrocedí viendo la Stoa de Eumenes, un pórtico que conectaba ambos teatros. También vi las ruinas del Santuario de Asclepio, una especie de templo para curarse.

Propileos desde el lado del Partenón

Finalmente y temblando de la emoción me acerqué cautelosamente hacia el Propileos, el glorioso acceso a la Acrópolis. De nuevo, hecho hace tantos siglos que resulta imposible contarlos, es un enorme portal. Allí te desbaratas y te entra el frenesí y no puedes parar de hacer fotos. En la imagen anterior lo podemos ver desde el lado del Partenón, una vez lo has cruzado. El muro que se ve en la foto a la izquierda creo que es parte del Templo de Atenea Niké, la de las playeras y los chándals.

Partenón de Atenas

Por aquello de certificar que mi bondad es absoluta y también relativa, nos giramos ciento ochenta grados (o ciento setenta y cuatro, vete tú a saber) y enfrente de nosotros tenemos el PARTENÓN y se te queda la boca abierta. Es gigantesco como se puede ver comparando con los julays que había allí. Cómo se podían hacer obras así en el pasado y ahora solo tenemos la morralla del PoZero no me lo puedo explicar. Somos como insectos en el lugar, el mismo en el que tantos y tantos han caminado y que está en la historia de nuestra especie desde mucho antes que truscoluña sea nación, igual que mi keli, que es del ochenta y cuatro y en aquella época tampoco existía truscoluña.

La parte trasera del Partenón

Mirándole el trasero al Partenón lo vemos aún más lindo porque no está la grua. Hay tantas maravillas en el lugar que podría seguir flipando dos días pero bueno, la vida sigue. Mencionar el Erecteón (por Dios, no es eso), aunque fuese un templo dedicado a Atenea Polias, Poseidón y Erecteo, un templo precioso y con el increíble Pórtico de las Cariátides con las estatuas de las seis chamas jóvenes que funcionan a la vez de columnas. Recorrí cada centímetro del lugar e hice una cantidad brutal de fotos. Si algún día vuelvo a Atenas, esta es una visita obligatoria, no importa las veces que vaya por allí.

Al tener solo un acceso, para salir de la Acrópolis de Atenas retrocedí y seguí en orden inverso, yendo a la Ágora romana de Atenas y esta vez sí que entré a verla. Son las ruinas del lugar que era el mercado de la ciudad en la época romana y que fue construido entre el dieciséis y el año once antes de Cristo. Una de las estructuras que mejor están es la Torre de los Vientos y que era un reloj. Básicamente era como el instituto nacional de meteorología de Grecia solo que con estilo.

Mi siguiente parada fue en la Biblioteca de Adriano, ruinas que mirando lo que ha quedado se puede ver que era un lugar espectacular. En el solar se construyeron varias iglesias y cuarteles y ahora se ha recuperado la historia.

Antes de seguir mi ruta me acerqué a los puestos de venta de la plaza de Monastiraki y me compré un kilo de castañas, tiradas de precio y elemento esencial para mi elevada producción de gases con efecto peorrero. No puedo seguir torturando a los usuarios de los ascensores de mi empresa si no añado combustible a la maquinaria y las castañas son esenciales. Las dejé en el hotel, que estaba allí al lado y aproveché para desayunar en un café junto al hotel. Después seguí mi ruta de las ruinas y fui a ver la Ágora de Atenas, el centro de la vida política, administrativa y comercial de la antigua Atenas. Es un lugar enorme, lleno de ruinas y en donde está la Estoa de Átalo que han reconstruido y convertido en un pequeño museo, el Museo del Ágora de Atenas.

Hefestión

Lo que recuerdas de estas ruinas es el Hefestión, un templo griego fabulosamente conservado y que durante más de mil años de su historia fue una iglesia cristiana. Todas estas ruinas sirven para usar aquella información inútil que nos grababan a fuego en la escuela de los estilos dórico, jónico, corintio y truscolano, siendo los tres primeros fáciles de identificar por las columnas y el último porque tienes que dar el tres por ciento de lo que tengas. Durante esa visita llegué más o menos a la mitad de ese día y este es un punto perfecto para detener el relato. Por supuesto que hay un vídeo con segmentos grabados en varios lugares pero habrá que esperar a la continuación de la historia para poder verlo.

El relato continúa en El templo de Zeus, el estadio olímpico y bastante más


4 respuestas a “El día que visité la Acrópolis de Atenas”

  1. Es impresionante, lo que mas me ha dejado flipando en colores es que tenían unas gruas parecidas a las de hoy día y lo bien conservada que la tenían, tal pareciera que estuvieran trabajando con ella…jajaja 🙂
    Salud

  2. Me encantó cuando estuve, estás visitando la Historia de la Humanidad. Todavía me emociono de pensarlo y lo que más me cabrea es que todavía hay gente que ha ido y sigue diciendo que son un montón de ruinas. Cómo no pueden flipar estando allí, yo no lo entiendo y estoy muy feliz de que te haya gustado. Tanto el Partenón como el Erecteión son de los monumentos más espectaculares que he visto en mi vida.

  3. Por cierto, no sé si fuiste al Museo arqueológico, que es impresionante y tiene una de mis esculturas favoritas del mundo mundial, un Zeus o Poseidón, no se sabe bien quién es, de la época helenística, que es para comérselo y que está en posición de arrojar un rayo o algo así. Fantástico.