El otro reloj


Una de las razones para darme un tute y dejar petado de anotaciones programadas el mejor blog sin premios en castellano es que cuando vengo a Gran Canaria se activa otro reloj, no la hora menos de las islas, que debería ser dos horas menos, igual que la península deberían estar en la hora Canaria, no, es más bien como otro ritmo vital. Paso los días con una rutina en la que no cabe el agobio o el estrés y en la que después de levantarme voy a caminar o correr, tras esto ducha y desayuno, bajo a la playa para escuchar podcasts o audio libros mientras tomo el sol, normalmente por la zona de las Canteras conocida como sensación de vivir (si has escuchado con atención cierto podcast que YO NUNCA recomendaría), vuelvo para almorzar con mi familia, a las tres bajo de nuevo a la playa, pero ahora cerca de la Peña la Vieja, y antes de regresar me paso por la heladería con ese nombre, elijo mi helado de dos bolas con dos sabores y regreso comiéndomelo. Tras esto, ducha y como ya he visto todo el cine español que hay en cartelera, si no he quedado, que con el virus truscolán y podemita es algo que está limitado a dos posibles grupos, ya no salgo más y mato la tarde haciendo ejercicios de idiomas, jugando en el iPad o viendo episodios de series. Lo de variar los helados continuamente es lo que más molesta a algunos de mis amigos, que lo ven como algo extraño porque ellos tienen sus favoritos y siempre, siempre, siempre toman el mismo. Da igual las veces que les he explicado que mi naturaleza es caótica y que para mi, repetir aburre, ellos erre que erre aunque el otro día, uno que fue conmigo se atrevió a cambiar una de las bolas del suyo cuando le dije que seguro que si se hacía una prueba de Asperges daría positivo porque tiene unas rutinas más marcadas que Forrest Gump y hasta podrían hacer una película suya.

En estos días he explorado algunas rutas nuevas para correr y he tenido muchísimo tiempo para escuchar libros, a un ritmo de casi uno diario. Es una pena que no haya más cine español o que hayan cerrado el Multicines Monopol, que era donde ponían las películas alternativas, porque todo lo que está en cartelera lo puedo ver en los Países Bajos en inglés o ya lo he visto y paso de ir al cine a escandalizarme con las mediocres versiones dobladas, que yo ya reconozco las voces de muchos actores y actrices y no tengo estómago para oír otras.

Por culpa de ese otro reloj en el que estoy funcionando, hay veces, como el lunes por la noche o ayer, que me olvido totalmente que no he preparado nada y quedan huecos en mi exquisita programación de la bitácora, que siempre he querido añadir algo de orden a mi mundo y escribir es una de las cosas que lo consigue. Mi mayor preocupación estos días es la certeza de saber que no me dará tiempo a probar todos los sabores de la heladería, así que ayer paré con mi barrido de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha y comencé con otro de abajo a arriba y de derecha a izquierda y los sabores que me pierda, quedarán en el centro de la nevera.

Estos días, como todos los días en los Países Bajos, dedico mi cuarto de hora a la meditación, sigo con mi minuto final de ducha fría, que aquí es más bien un minuto de ducha tibia y he añadido unos ejercicios respiratorios de Wim Hof que no sé si sirven para algo, pero al menos me desconectan de la realidad. Cuando regrese a Utrecht me costará dejar atrás el ritmo de este otro reloj.


3 respuestas a “El otro reloj”

  1. A mi, la única cosa que me da envidia truscolanopodemita de tu viaje, es el capítulo de la ingesta de los helados, que maravilla, menos mal que me deleita el saber como los gozas, lo cual neutraliza en cierto modo la envidia corrosiva cuando veo las fotos, a punto de jincarte sin piedad pero con deleite el heladito… 🙂
    Salud

  2. Pues porque nuestro asperger favorito tiene unas rutinas y no puede salirse de ellas porque colapsa. ¿Habéis visto como ha dicho que va comerse los helados? Y siempre corre 6 kilómetros en menos de 30 minutos, si corre 200 metros más colapsa. Y lleva años lustros enganchadísimo al Duolingo, y si un día no hace sus ejercicios … colapsa! Y ya no entro en los colores de su casa porque es blanca y el insiste en una gama de grises con matrícula RAL. Vamos, que es un TEA de manual. Pero afortunadamente esto no lo leerá porque el blog va en modo automático y leer esto podría colapsarle.