El post-cursillo


Obviamente, esta es la continuación de aquello que comencé en El cursillo, pero vamos, que si no te has enterado, no hay nada que yo pueda o quiera hacer para remediarlo. Tenemos que hice tres días de curso ondeline y me examinaron y contra todos los pronósticos, aprobé y en enero, al final de enero, un amarillo del país del sol caguiente viajó a la vieja Europa para la segunda parte, que constaba de muchas reuniones, de una auditoría a un suministrador en la que yo miraría a los maestros laburando, de una segunda auditoría y de un curso de tres horas relacionado con el tema.

Ya de entrada, yo me escaqueé de la segunda auditoría porque dos son demasiadas. También eludí muchas de las reuniones trabajando desde mi keli, que los amarillos son más de reuniones en vivo y al no estar allí de corpore insepulto, como que se olvidaban de mí. Después vino un significativo problema logístico. Resultó que empezaron a apilar gente para ir a la auditoría y finalmente éramos seis y el carro que alquilaron era de cinco, así que yo me ofrecí como cordero de sacrificio a ir desde mi keli en transporte público, algo que me interesaba porque el suministrador está a dos horas de mi kli o de la oficina y si volvía allí, en realidad tardaría tres horas en regresar. Primero teníamos una reunión para preparar el evento entre los seis y después de eso comencé mi desplazamiento, que me llevaba desde Utrecht hasta Enschede, ciudad en el recarajo neerlandés y que básicamente está a las puertas de Alemania. Primero iba en un tren intercity hasta Hengelo, y allí cambiaba a un tren local. Resultó que mi tren acumuló unos minutos de retraso y el cambio, para el que tenía seis minutos, se convirtió en carrera sin tiempo y en el mismo andén había dos trenes locales que iban a sitios diferentes y por la ley de Murphy, me subí en el equivocado, que iba hacia el noreste y yo debía tomar el que se movía hacia el sureste. En la siguiente parada me bajé y por allí pasa un tren cada media hora, así que busqué una parada de guaguas y regresé a la estación de Hengelo en guagua y esta vez me puse en el lugar adecuado para el tren. Cuatro minutos después de salir me dejó en Enschede Kennispark y allí me recogió el colega que llevaba el carro, aunque el suministrador estaba a diez minutos andando y podía haber hecho el kilómetro a pata. Lo de la auditoría fue un paripé, es mucho de tomar café y contar mentiras y como nosotros éramos seis, ellos metieron en el cuarto a ocho julays y acabamos con catorce julays perdiendo el tiempo durante tres horas y puedo confirmar y confirmo que no aprendí nada sobre como realizar auditorías. A las cuatro de la tarde, el colega me llevó de vuelta a la estación y de allí pillé el tren inverso hasta Hengelo y desde allí enganché en el intercity que me llevaría a Utrecht. El viaje iba bien hasta que nos paramos en una estación y el chofer nos dijo que íbamos a estar allí parados un gran rato porque él y el billetero se iban y los que los sustituían estaban atrapados en otro tren en otro lugar del país porque habían visto a alguien caminando sobre las vías y habían parado la circulación de los trenes. Lo del cambio en estaciones de los chamos es algo que está en su plan social y la empresa y los ciudadanos (exceptuando, obviamente, a podemitas, truscolanes y suciolistas) llevamos demandando que lo quiten porque solo añade retrasos. La excusa que dan los empleados es que si hacen una ruta en ida y vuelta (una o varias veces por día), se aburrirían y eso llevaría a accidentes y el que lo proclama, te lo dice mientras mira su telefonino y no te mira a los ojos. Cuando por fin encontraron a otros dos para sustituir a los que faltaban, después tuvieron que encontrar un hueco para nuestro tren entre los otros y vamos, que llegué a Utrecht con veintinueve minutos de retraso.

Al día siguiente fui a la oficina para el curso de tres horas, en el que no aprendí nada, el amarillo habló y habló y habló y nos dijo que teníamos que hacer un examen en nuestra keli y mandarle los resultados para evaluarnos. Yo volví a responder mal a todo. Al día siguiente tenían la segunda auditoría, de la que escapé porque iba a Alemania con mi jefe, pero ese viaje se canceló y yo me quedé calladito para que no me metieran en la otra. El viernes teníamos el cierre de la semana, con más reuniones aburridas y con el amarillo diciéndonos que tenemos que hacer lo que él dice y mi jefe diciéndole que haremos lo que nos dicen las leyes europedas y no lo que pretende un ignorante y bárbaro que ni siquiera las conoce. Cuando le pregunté si había superado el segundo examen me dijo que pol favol, espela y vamos, que han pasado dos semanas y sigo espelando y hoy por ejemplo una pava pretendía que labure en el tema y le dije que yo no estoy oficialmente titulado y que por más que no me duela, no pienso hacer nada sin la titulación necesaria y la bendición de mi jefe.


Una respuesta a “El post-cursillo”

  1. Resumiendo, podríamos decir que te lo has pasado genial con los viajecitos y los cursos de amalillos… 🙂
    Salud

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