El tiempo de las arañas


El mes de agosto es ese en el que por primera vez notamos que el verano ya está a punto de acabarse y pese a las excelentes temperaturas y a las tardes al sol, sabes que las noches llegan antes y los días comienzan un poquito más tarde, por estas tierras del norte se nos escapan cuatro minutos de luz cada día y cuando los vas sumando, poco a poco son un montón de minutos y pronto estaremos con días cortos y oscuros.

Después de unos años en los Países Bajos descubrí que el mes de agosto es también el tiempo de las arañas, el mes en el que te las encuentras por todos lados, de patas enormes y cuerpos pequeños, tejiendo sus telas y capturando mosquitos. Las arañas son amigas serviciales y silenciosas, no nos molestan y se agencian algún rincón de nuestra casa para realizar su tarea. En algún día de septiembre, con los primeros fríos desaparecen y no las volvemos a ver más hasta el año que viene. Siempre he sentido una gran fascinación por estos insectos, por la paciencia que demuestran a la hora de cazar sus presas y lo meticulosas que son con el trabajo que realizan.

En mi casa saben que son bienvenidas, que no quitaré sus telas de los rincones ni las aniquilaré. Ellas no me molestan y agradezco el trabajo que hacen. La señora de la limpieza también lo sabe y durante los dos meses en los que notamos su presencia las dejará estar. Cuando desaparecen ya tendremos tiempo de limpiarlo todo. Las arañas no están en la lista de animales que temo, al menos no las pequeñas e inofensivas que se alimentan de insectos.

Cuando vivía en las Islas Canarias nunca noté esa presencia de las arañas a partir de agosto y su posterior desaparición a finales de septiembre aunque allí, viviendo en una eterna y monótona primavera, quizás su ciclo sea diferente.

Ver las arañas y reconocer el comienzo del final del verano es una de las señales que he ido adquiriendo con el paso de los años, cada estación tiene una serie de alarmas que avisan de su comienzo y marcan su final y esta es una de ellas, junto con el cambio de color en las hojas de los árboles y los vientos que parecen susurrarnos que no nos dejemos atrás los abrigos.

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5 respuestas a “El tiempo de las arañas”

  1. A mi tampoco me fastidian, en casa me dan igual que estén aunque como las vea la parienta pueden darse por muertas. Aquí el final del verano lo marcan la aparición de las nieblas mañaneras, brumas que no levantan hasta las once o doce del mediodía. Es pasar el quince de agosto y empezar poco a poco, un día, otro, otro…

  2. Ya, es es porque no se te meten por todos lados ni te las encuentras, del tamaño de un pulgar, recorriendo tan a gusto tus muslos mientras esperas las guagua en la parada. Y encima, la muy puta, cuando quiero empujarla con el libro, se me revira.

    De todas formas, ahora que estoy trabajando en el campo (Tafira), no hay día que no tropiece con alguna paseando por mi mesa. O columpiándose desde el techo a ver si pilla algún sitio donde terminar su tela. Aquí las arañas son perennes.

  3. A mí este año las arañas no me tienen preocupada, pero las mini moscas si comienzan a fastidiarme. No has notado más moscas de lo normal?