Es malo de rogá


Cuando la multinacional para la que trabajo mudó las oficinas de un lugar de Hilversum a otro, comencé una guerra sin cuartel con recursos inhumanos por el sistema de climatización, que era una porquería y provocaba que nos muriéramos de frío o nos asáramos. En la guerra, la compañía trató de jugar sucio y yo acepté el envite y lo subí y comenzamos una serie de batallas brutales en las que un núcleo muy conflictivo de empleados nos lo curramos para ir ganándolas una a una. En cierto momento de ese juego de monos y tras cuatro o cinco cambios en las compañías que ajustaban el aire acondicionado, llegó una en la que los tíos parecían saber lo que hacían y al menos en mi zona, lograron poner el flujo de aire y la temperatura del mismo bajo control. Hay otras plantas en las que la gente se sigue quejando pero en lo que a mi respecta, mi zona está en condiciones óptimas. Como siempre hay ladillas que saltan cuando menos te lo esperas, dos o tres en mi oficina empezaron a quejarse que la temperatura era muy cálida y entonces reorienté mis cañones para disparar contra ellos, desacreditarlos y asegurarme que el aire acondicionado de la sala enorme en la que trabajo no se toque, algo que conseguí.

Ahora que llega el otoño, hay que volver a ajustar la máquina para que tenga en cuenta la estación en la que estamos y se centre más en calentar que en enfriar. Como soy un ferviente defensor de los conceptos visuales, necesitaba una imagen impactante para enviar a los de recursos inhumanos y que mi solicitud recibiera la prioridad adecuada. Ahora que se debate tanto sobre los inmigrantes y todos esos que parecen elegir una carrera laboral medrando en estaciones y lugares públicos y apelando a la bondad de otros, se me ocurrió que lo mejor era mandar un mensaje contundente y de ahí salió el proyectillo para hacer una foto que iba a compartir con un grupo muy selecto y poderoso dentro de la compañía y así agilizar la tarea. En mi oficina, tengo mi poncho peruano, tengo un polar y un pullover con capucha como ropa residente por si se dan las circunstancias así que pillé dos de estas piezas, me las puse y después todo fue cuestión de arrodillarme y que un compañero hiciese la foto. La imagen causó el efecto esperado y ya está organizada la visita para ajustar el aire acondicionado a las nuevas temperaturas necesarias en la oficina. Huelga decir que los de cierto departamento mencionado, esta vez han preferido no entrar al trapo ya que saben que los vapulearé sin compasión.

Es malo de pedí
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3 respuestas a “Es malo de rogá”

  1. Luis, los de recursos inhumanos ya han aprendido que fue un tremendo error no hacerme caso al comienzo. Lo pagarán mientras trabajen yo y ellos trabajemos aquí.