Estambul primer día. Un palacio y una mezquita impresionantes


El relato comenzó en Y allá al este ?? Estambul

Este año he tenido la suerte de abrir los ojos por la mañana en lugares preciosos. Son días especiales en los que esa primera impresión en tu retina es tan hermosa que sabes que todo el día será perfecto. Mi primer día en Estambul fue uno de esos. Al abrir los ojos y mirar por los enormes ventanales tenía frente a mi el Puente del Bósforo, el mismo que une Europa y Asia. Lo segundo que vi fue una preciosidad que venía directamente hacia mi con intención de darme un abrazo y un par de besos. Así fue mi encuentro con la mujer del Turco. Cualquier cosa que diga sobre lo hermosa que es no será suficiente. Ya sé que nunca he terminado de contar la historia de mi amigo pero saltándonos algunos capítulos os diré que se casó con una presentadora de televisión, concretamente una periodista que trabaja en el principal canal de noticias del país. Su mujer tiene club de fans y miles de seguidores en el feisbuk. Increíble pero cierto, yo toda la vida creando una leyenda para mi amigo y al final él solito consiguió superarla.

No tuvimos tiempo de charlar porque la recogían en ese instante para llevarla al estudio a trabajar. El Turco me dio una llave de la casa, me apuntó en un papel unos cuantos números e instrucciones básicas y se marchó a trabajar. Yo me había comprado una guía de viaje pero tampoco había preparado la ruta del día ya que este viaje me apetecía dejar que el azar se encargue de dirigir mis pasos.

El lugar en el que está la casa del Turco es un barrio llamado Ortaköy, la zona pija de la ciudad y en la que se encuentran los restaurantes más populares y fastuosos entre los turcos. Es también la zona favorita para salir de terrazas. Salí del edificio y me llamó la atención que tiene servicio de seguridad, al igual que todos los de los alrededores. Bajé andando por una calle bastante empinada y al final me topé con la Büyük Mecidiye Cami ? Mezquita de Ortaköy. Hice unas cuantas fotos y paseé por el lugar, un sitio muy bonito y que muchísimos turistas de la ciudad no llegan a ver porque no salen del centro. Aunque mi amigo me recomendó coger un taxi yo opté por caminar el kilómetro que me separaba de Be?ikta?. En esa zona es donde se encuentran los tres equipos de fútbol de la ciudad y también la mayor concentración de palacios de Estambul. La única carretera que une ambos barrios es un atasco continuo pero se puede caminar sin más problemas y es perfectamente seguro. En Be?ikta? estaba el primer lugar que quería visitar, el palacio Dolmabahçe, una auténtica maravilla construida en el siglo XIX por orden del Sultán Abdül Mecit y que costó tanto dinero que llevó al país a la bancarrota. Si estáis pensando en visitarla aseguraos que está abierta ya que cierran al menos dos días por semana. La entrada vale 20 liras turcas para el palacio y el harén y en el interior está totalmente prohibido hacer fotos.

La visita es guiada y bastante completa recorriendo gran parte del palacio, de estilo neo-clásico y de aspecto Europeo aunque con toques otomanos. Este es el palacio más grande del país y tiene doscientas ochenta y cinco habitaciones. Sirvió de residencia hasta la abolición del sultanato en el año 1924 y en su interior falleció el fundador de la república Turca, Mustafá Kemal Atatürk. En la actualidad además de museo el palacio se sigue usando para las grandes recepciones y justo un par de semanas antes de visitarlo había estado cenando allí el presidente de los Estados Unidos. El palacio es de puro-lujo-María, con unas alfombras preciosas y amueblado muy fastuosamente. En el salón del trono o salon de Muayede hay una lámpara de araña que es la mayor lámpara de Bohemia del universo, pesa cuatro toneladas y media y tiene seiscientas sesenta y cuatro bombillas. En esa sala es en donde tuvo lugar la recepción al presidente norteamericano y estoy seguro que lo dejó con la boca abierta del asombro. Por todo el palacio hay otras lámparas de araña tan espectaculares como esta y unas alfombras infinitas. Me impresionó mucho la escalera de cristal.

Con las retinas de los ojos medio quemadas de tanta belleza me acerqué al Harén para visitarlo y complementar todo ese lujo con las estancias en las que vivían la madre del Sultán y sus esposas, una parte más entrañable del palacio pero también muy hermosa. Durante toda esta visita el guía nos iba contando detalles de la historia del lugar y de sus residentes. También pasamos por el despacho y el dormitorio en el que murió el fundador de la República Turca y lugar venerado por la gente del país.

La visita me tomó unas horas y cuando salí de allí fui andando a la parada del tranvía para ir hasta el centro de la ciudad. Todo Estambul tiene una red de transporte público muy buena y barata. El acceso al tranvía me costó poco más de una lira turca y en el fui hasta la parada de Gülhane. En mi guía recomendaban encarecidamente el Museo Arqueológico de Estambul y sabiendo que estaría cerrado el lunes, opté por verlo ese día (viernes). En realidad son varios edificios y aunque está medio vacío y no atrae tantos visitantes como los edificios cercanos, es una auténtica maravilla. En su interior retrocedí miles de años, hasta la época de Babilonia en los tiempos de Nabucodonosor. Una cosa es leer sobre la historia y otra muy distinta es tener el privilegio de poder verlo. Os lo repito una y otra vez, la wikipedia está bien pero haciendo turismo se conoce gente y se aprende a apreciar todas las maravillas de nuestro mundo. En ese museo también tienen el tratado político más antiguo que se conserva, del siglo XIII antes de Cristo entre egipcios y los hititas. En el segundo edificio tienen una colección impresionante de arte Helénico y Romano con unos sarcófagos de impresión. Entre los tesoros, el sarcófago de la necrópolis real de Sidón y el famoso sarcófago de Alejandro Magno que no es que fuera el del legendario general y emperador sino que se llama así porque está representado en los relieves que lo adornan y hay que reconocer que es espectacular. En otra sala vi el Efebo de Tralles, una estatua de un niño con una capa que parece estar a punto de cobrar vida y marcharse. Enumerar todas las obras sería interminable. Cuando acabé con el segundo pabellón me acerqué al Pabellón ?inilli, el cual es el edificio no religioso más antiguo de Estambul y una joya llena de azulejos antiquísimos y que parecen recién horneados.

De alguna forma habían pasado las horas y cuando salí y me acerqué al Topkapi Sarayi ya faltaba menos de una hora para cerrar y en la taquilla me dijeron que ni de coña me daría tiempo para verla. Le hice algunas fotos desde fuera y después bajé hasta la Iglesia de Santa Sofía ? Ayasofya Müzesi pero también estaban a punto de cerrar y opté por dejarlo para otro día. Este fue el gran error de mi viaje y lo que hará que visite al Turco el año que viene ya que el lunes, el día que pasé por allí, estaba cerrado por descanso. En fin, eran las cinco de la tarde y decidí acercarme a la Cisterna de Basílica o de Yerebatan Sarn?c?, la cual cierra más tarde.

Esta es la más grande de las cisternas que se construyeron en Bizancio por orden de Justiniano en el año 532. Tiene una capacidad para treinta millones de litros de agua y estuvo en uso hasta el siglo XIV. La visita es muy interesante, como bajar a un submundo misterioso y extraño. La entrada cuesta diez liras turcas. La cisterna tiene ciento cuarenta y tres metros de largo y en la misma hay trescientas treinta y seis columnas agrupadas en doce filas. Las columnas se trajeron de templos ruinas y entre ellas destacan dos que tienen cabezas de Medusa y que forman la atracción principal del recinto.

Después de salir de la Cisterna de Basílica me acerqué a la Mezquita Azul ? Sultanahmed Camii pero en ese momento estaba cerrada para la oración de la tarde y mientras la volvían a abrir decidí hacerme una ruta que recomendaban en mi guía. Bajé hasta la Iglesia de San Sergio y San Baco o Küçuk Ayasofya Camii, una iglesia que se convirtió en mezquita y a la que ahora la gente se refiere como la pequeña Santa Sofía, una mezquita que en su día estuvo en la lista de los cien monumentos más en peligro del universo y que después de restaurarla la han dejado MAGNÍFICA. Creedme, merece la pena ir a verla. Fue construida también en la época de Justiniano y no hay palabras que la describan. Cuando salí de allí caminé por callejones hasta llegar al Hipódromo en el que hay un obelisco egipcio erigido por el emperador Teodosio hace 1600 años. Imaginad lo que debía ser aquel lugar cuando se celebraban las carreras. Está justo al lado de la Mezquita Azul ? Sultanahmed Camii y para entonces ya volvía a estar abierta al público así que volví y me puse en la cola para entrar. Por fuera el edificio es majestuoso pero por dentro esa misma grandeza se multiplica por diez. Hice fotos a porrillo y contemplé la grandeza del hombre, esa que hace que para adorar a dioses que no sabemos si existen se creen las obras más espectaculares.

Cuando terminé la visita ya tenía que volver. Mi amigo el Turco me había hecho algunas llamadas durante el día para controlarme y había insistido en la hora a la que debía volver a su casa. Según él no lo conseguiría por culpa del tráfico de hora punta. Yo tomé el tranvía hasta Be?ikta?, caminé un par de cientos de metros hasta pasar uno de los estadios y cuando el tráfico aclaraba cogí un taxi que me llevó hasta su casa. Llegué cinco minutos después de la hora a la que supuestamente debía estar allí, algo que lo asombró porque esperaba media hora de retraso o más. tuve tiempo para ducharme y vestirme y salimos a cenar a uno de los restaurantes pijos, rodeados de famosos, aunque teniendo a su mujer en nuestra mesa, supongo que otra gente nos miraba a nosotros como famosetes. La velada fue fantástica y la comida excelente. Yo atesoro algo que la esposa de mi amigo no había tenido ocasión de conocer. Todos sus años en los Países Bajos fue uno de mis mejores amigos y yo soy la única persona que conoce su historia en ese tiempo así que ella se dedicó a interrogarme y cotejar las cosas que ya conocía con mi versión. Lo pasamos muy bien. Cerca de la media noche ella se marchó a visitar a una amiga que estaba mala y nosotros hicimos algo que repetimos durante años: fuimos al cine. Hay todo un ritual en mis visitas al cine con el Turco, una secuencia de eventos que ambos disfrutamos enormemente. Nos sirvió también para ponernos al día y para beber como cosacos antes de la película mientras disfrutábamos de un concierto de música pop turca que daban en el centro comercial al que fuimos. El grupo al parecer es uno de los más famosos del país. La película fue una mierda pero bueno, lo pasamos muy bien y seguramente ahí encarrilamos de nuevo el tren de nuestra amistad.

Bien entrada la madrugada volvimos a la casa y tras un par de cervezas finales dimos por concluida la jornada mientras mirábamos hacia el Puente del Bósforo iluminado, el mismo con el que comencé el día.

El relato continúa en Estambul segundo día. Un paseo por el Bósforo.


2 respuestas a “Estambul primer día. Un palacio y una mezquita impresionantes”

  1. Virtuditas, en mi escala particular de ciudades favoritas, Estambul está en el top 4, junto con Nueva York, Berlín y Amsterdam. Infinitamente más hermosa y agradable que Madrid, Barcelona, París o Kuala Lumpur por nombrar algunas de las que he visitado.