El día de año nuevo mantuve un par de tradiciones que llevo cumpliendo desde hace casi nueve años. Pasé la mañana y parte de la tarde en la playa tomando el sol y esa noche fui al cine. Como era día de estreno conseguí encontrar algo que se salía del circuito estrictamente comercial llamado Flammen & Citronen, una película danesa que narra un episodio de la historia de ese país durante la Segunda Guerra Mundial. En España se estrenó como Flame y Citron. Siempre trato de encontrar una explicación a las razones que llevan a los traductores de las pelis a hacer lo que hacen. Podían haber dejado el título original puesto que eran los nombres que recibían los dos protagonistas y si no, podrían haberlos llamado llama y limon que es la traducción al español y no quedarse a medio camino poniéndoles nombres ingleses. En fin, es una causa perdida.

Dos julays poligoneros le tocan los huevos a los nazis mientras matan a la gentuza que sale en el Tomate

Dinamarca está ocupada por los nazis. El año es 1944 y aunque la gente quiere que acabe la guerra, están aplatanados y no hacen nada para echar a la chusma alemana. Un par de jóvenes que forman parte de la resistencia se dedican a asesinar colaboracionistas y tras dejar a uno con vida por dudar de la veracidad de las órdenes recibidas, entrarán en una espiral de asesinatos y traiciones que no puede tener un final feliz.

Lo que más llama la atención de esta historia es la frialdad con la que Flammen asesina. El tío disfruta con el tema y hay momentos en los que llegas a pensar que si no es por los nazis, habría acabado en una banda mafiosa ejecutando a gente por puro placer. A su lado, Citronen es el conductor del vehículo y un hombre más comedido dentro del cual va creciendo el odio poco a poco y acabará siendo tan cruel como su amigo. Alrededor de ellos, traidores, nazis, mentirosos y un montón de gente cuyos intereses no siempre persiguen el bien común y que cambiarán de bando cuando les interese o usarán los recursos disponibles para su propio beneficio. Es una historia de crimen y persecución policial muy bien llevada y que consigue mantener nuestra atención durante las más de dos horas que dura. Los actores ejecutan un trabajo impecable y cuando terminas tienes la sensación de haber descubierto un trocito minúsculo de la historia de Dinamarca que no conocíamos y aún más importante, una aterradora visión sobre los daneses durante la Segunda Guerra Mundial.

Al parecer es la película más cara rodada en Dinamarca y trataron de ser fieles a la historia. Si aún sigue en cartelera y buscas algo diferente, pásate a verla que seguro que la disfrutas.