Ganando horas y gastándolas en otras cosillas


Una de mis rutinas que más han cambiado en los últimos años tiene que ver con los fines de semana. Hasta hace más o menos un año, esos dos días iba en muchas ocasiones al cine en Amsterdam y básicamente gastaba el día, ya que entre ir, ver al menos dos películas y regresar empleaba de seis a ocho horas. Cuando descubrí que en el cine Pathé Amersfoort también ponían muchas de las pelis que podemos considerar de filmoteca y además las ponían en una sola sala, se me abrió un mundo ya que me permitía salir del trabajo, saltar a Amersfoort que está bastante cerca, ver las pelis y regresar a casa y hacer todo eso en jueves o viernes. Cuando este año añadieron a mi abono mensual ilimitado de cine por diecinueve leuros el Cinemec Utrecht, pusieron a algo menos de treinta minutos pedaleando desde mi jardín un cine que también dedica al menos la mitad de sus salas para cine de filmoteca. Esto me ha liberado de hacer visitas semanales a Amsterdam y ahora me paso por allí como mucho una vez al mes. Todas esas horas las estoy aprovechando para cocinar el fin de semana, hacer platos que te pueden tomar horas o que estoy explorando. Este sábado por ejemplo, antes de las nueve de la mañana estaba en el supermercado comprando únicamente cerveza Guinness, una única lata de medio litro y un julay que estaba delante de mi en la cola del super me miraba fascinado y comentaba que era raro ver a alguien comprar una sola lata de cerveza. Le expliqué que en realidad no la quería para beber, que era el ingrediente que me faltaba para hacer un Estofado de carne y cerveza Guinness que estuvo al fuego varias horas ese día macerándose antes de pegarme un atracón por la noche y congelar el resto. La semana anterior fueron otros platos pero el mismo sistema, preparar algo y congelar las raciones que sobran, llegando a tal punto que ahora tengo el congelador totalmente petado, con raciones de pollo y cerdo agridulce, chili con carne, estofado con carne y cerveza guinness, pollo korma, caldo de millo y otras cosillas.

El domingo, sabía que iba a preparar un Pesto de albahaca porque mi albahaca está que se cae de grande y llena de hojas y tenía que podarla. La idea original era usar pasta de esa que todos tenemos en casa ya seca pero después me acordé que en mis visitas a la Toscana, siempre me ha fascinado el pici (pronunciado pichi), una pasta más burda y hecha sin máquina. Me perdí en GialloZafferano.it que es el paraíso de las recetas italianas y una página que no tiene parangón en España o al menos yo no conozco un lugar similar. Tras ver todas las variantes de pici, me quedó claro que lo de comerlo con pesto verde no es muy italiano pero eso no me detuvo. Quería explorar el hacer la pasta y eso fue lo que hice.

Pici con pesto verde

El resultado, una vez lo uní con el Pesto de albahaca fue increíble, aunque como siempre en estos casos, hasta que no pruebe todas las variaciones para hacer pici, no elegiré una.

Por la noche me entró un frenesí incontrolable por comer algo dulce y no tenía nada (o no tenía nada que no estuviese congelado). Al final, rebuscando entre mis recetas, opté por hacer unos Snickerdoodles y hoy me he traído varios a la oficina porque como los deje en mi casa, me los como todos.

Ayer también pasé un rato largo mirando ollas de cocción lenta. Me atrae la idea de dejar el trasto cocinando desde por la mañana y volver a casa para encontrarme la cocina llena de olor y con la comida preparada, hacer más a menudo estofados y sopas. Este último pensamiento me llevó a que va siendo hora de comenzar con las sopas y hoy caerá la primera con una receta de sopa de zanahoria y gengibre que tiene una pinta increíble en el papel:

Crema de zanahorias y gengibre

Resultó que no era tan rica como prometía y esta no la volveré a hacer pero siempre nos quedará la foto. Acompañaba a un Pollo con beicon y puerro que fue el plato principal:

Pollo con beicon y puerro

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