Hacia el sur


Este año, mi salto hacia Gran Canaria ha sido un poco antes. La razón está en el abuso de las aerolíneas, que si esperas una semana más, inflan los precios de manera increíble. Compré mi billete hace un mes y medio y en esa época, podía encontrar opciones de vuelo directo más o menos al mismo precio que he conseguido, pero eran de asiento y una bolsita neceser minúscula, y si querías llevar una mochila decente en cabina añadías ochenta euros, si querías llevar maleta facturada, añadías 200 euros y así, sumando, sumando, te robaban y me refiero tanto a Buelin como a Transabia, Korendon o Isiyé, que son las que tienen vuelos directos a Gran Canaria desde los Países Bajos. Después miré las conocidas como líneas aéreas tradicionales, que son de igual bajo costo, pero con escalas y LIBeria me la empetaba hasta los pelos de los güevos, igual que CacaLM. Como en años anteriores he usado la portuguesa, volví a mirar con ellos y finalmente conseguí un vuelo de ida y vuelta con bolsa en cabina de tamaño de toda la vida y maleta de veinte kilos facturada por la módica cantidad de doscientos leuros y lo compré. El único problema con ellos, como en los años anteriores, es que el primer vuelo sale de Schiphol a las siete de la mañana y me tengo que quedar en los alrededores, así que reservé hotel en la zona, solo que en lugar de los clásicos Ivis o Ivis Budget, descubrí que hay un tercero llamado Ivis Stails o así que era considerablemente más barato que los otros dos, aunque en años anteriores ese era el caro.

El martes, el día antes, tenía que ir al aeropuerto pero incluso antes de eso tenía que hacerme un test de antígenos y maligenos, requisito imprescindible para volar por Portugal,así que me lo hice y me salió negativo, que a nadie debería sorprenderle que aquí comentan muchos negativos. Por la tarde, después de cenar en mi casa, cogí los bártulos y fui en guagua a la estación de tren de Utrecht y desde allí en tren al aeropuerto. Miré los horarios de los autobuses gratuitos que te llevan a los hoteles y justo llegaba uno en cinco minutos, así que prácticamente no esperé. El hotel está a unos cinco minutos de los otros dos Ivis y este es definitivamente el más lujoso y fastuoso y la habitación está muchísimo mejor que en los otros. Además no hay muchos clientes y no hay ruido, hay un silencio increíble.

Me acosté temprano porque me tenía que levantar a las cuatro menos cinco, ya que la primera guagua al aeropuerto era a las cuatro y media. Tras el jiñote y la ducha, bajé a la recepción y la guagua salió en hora hacia los otros dos hoteles, así que yo ya iba sentado en la guagua en un puesto fabuloso cuando se petó con la gente que se queda en los otros dos hoteles. Al llegar al aeropuerto, busqué los mostradores de facturación de los portugueses, que han cambiado desde una terminal a otra y facturé rápidamente, enseñando mi código QúeRre de la vacuna y mi test negativo-negativo, que como sigan pidiendo cosas llegará un momento que en el aeropuerto tengan a un catador de haces y te meterán un dedo en el culo para comprobar que vas bien. Por supuesto en el aeropuerto holandés la mitad de la gente va con la mascarilla protegiendo la barbilla, algo que de siempre se ha dicho, que el virus pandémico truscolán y podemita ataca por la barbilla. Páse con rapidez el control de seguridad y busqué mi sala de espera.

El embarque fue en hora y yo estaba en la penúltima fila del avión y no había nadie sentado ni delante ni detrás de mi, ni al otro lado del pasillo, con lo que tenía un espacio de quince butacas para mí solito. Un cambio pandémico de las aerolíneas portuguesas es que han quitado la comida gratis, ahora la venden, pero como el billete me costó tan barato, no me parece mal, eso sí, ahora son como las aerolíneas de bajo costo. El avión salió de Amsterdam en hora y el piloto dijo que llegaríamos un rato antes del tiempo previsto por los vientos. El vuelo fue sin problemas, sin turbulencias, sin nada. Me vi algún episodio de series, jugué y procuré no dormir. El aterrizaje fue en una Lisboa soleada aunque fría con un vídeo muy chulo.

En la escala, aproveché para comer en el aeropuerto y para cuando anunciaron nuestra puerta, fui para allá y embarcamos en hora. Ese segundo avión iba bastante más lleno pero aún así tenía una fila de tres asientos para mí solito, aunque había gente tanto detrás como delante de mí, pero todos supuestamente se han tenido que hacer o una PéCéeRre o el test de antígenos y malígenos, con lo que todos estamos relativamente sanos. El segundo vuelo era de menos de dos horas, salimos en hora y por la maniobra que hizo el avión, hice otro vídeo muy chulo para el futuro. Al llegar a Gran Canaria, iba por el lado malo del avión y en el aterrizaje no se ve mucho. Llegamos veinte minutos antes de tiempo. Pasamos el caótico control de entrada, que pese a que llevan más de un año sigue siendo un auténtico caos y después de eso me acerqué a donde las maletas y cuando empezaron a salir, la mía fue la cuarta, con lo que en el momento en el que supuestamente aterrizaba mi avión yo ya estaba en la parada de la guagua hacia la capital.

Así que sin retrasos y sin problemas, salté desde los Países Bajos hasta Gran Canaria pasando por Lisboa y durante las próximas semanas estaré al sur, donde el sol calienta y hay un montón de horas de luz al día y donde además y de gratis, la pandemia se está desbocando y cada día anuncian más y más infectados.

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2 respuestas a “Hacia el sur”