Hartenstraat


Por más que le digo a mis amigos que el abono es el abono y que puesto que pago los diecinueve leuros al mes y tengo acceso ilimitado lo voy a ver casi todo, ellos siguen alucinando con alguna de las películas que voy a ver. Todos sabemos que yo la línea la trazo en historias basadas en libros del fascista Tolqui-¿ehh? y dirigidas por el yackson ese. Por lo demás, cae casi todo, incluyendo las comedias románticas holandesas, esas que están llegando a las salas de cine con una cadencia de una cada seis semanas. La última de ellas se titula Hartenstraat y por descontado, jamás se estrenará en España aunque de hacerlo, el título podría ser Los truscolanes son todos fascistas de mierda, por sugerir uno más atractivo que la Calle corazón, que sería más parecido al original.

Un julay busca pava a la que empetarle el churro y así volver a mojar

Un chamo divorciado y con una hija habla del amor verdadero y tal y tal pero lo único que hace es desarrollar los biceps a base de pajas. Cuando un amigote lo apunta a una página para encontrar chocho por Internet, se emociona hasta las chacras y pronto tiene un montón de citas, aunque ninguna acaba bien y en la única en la que moja lo hace con una que está majareta. Una vecina nueva más borde y antipática que un yogur caducado se encoña de él y se hace pasar por una hembra misteriosa con la que chatea. Cuando por fin desvela el secreto se monta el pitote y ambos se odian y todos sabemos como acaba la cosa.

La idea de la película era buena pero cuando metes veinte historias secundarias para adornar una historia principal demasiado endeble, la cosa no puede acabar bien. Lo triste es que lo mejor de la película es la banda sonora, una selección de música fantástica y que encaja perfectamente en todos los lugares en los que aparece. Lo malo es que cuando bajan el volumen de la música y alguien habla, la cagan. Las situaciones están muy vistas, los clichés demasiado trillados y usar una niña ya no es original. Los actores y actrices son todos conocidísimos en Holanda y desconocidos fuera del país. Todo apesta a sitcom televisiva, con decorados que parecen sacados de la tele y una calle que por momentos se ve demasiado falsa. En ningún momento escuché a las hembras en el cine gemir o aullar con lo que la cosa las deja más bien frías y ni siquiera aplaudieron al final, algo que si sucede con algunas de las otras películas de este tipo que se han estrenado en los últimos meses.

No voy a alargarme más. No es cine para los miembros del Clan de los Orcos y gracias a que jamás llegará a España ni siquiera para los sub-intelectuales de Gafapasta. Es sencillamente del montón.


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