I, Anna


A veces me tropiezo con películas desconocidas, historias que no han merecido ni el tratamiento del trailer para anunciarlas y que llegan por sorpresa a la cartelera. Cuando esto sucede, es casi siempre en la filmoteca, que es el lugar en el que aterrizan las cosas raras y que no son para públicos convencionales. Después, para decidir si voy a verlas, el azar tiene gran parte de la culpa ya que si me monto una sesión doble, dependerá seguramente de otra historia y de lo bien que encajen para no tener que pasar mucho tiempo esperando, sobre todo en días fríos o de lluvia. Fue el azar el que me llevó a ver I, Anna, película que ni tiene ni tendrá fecha de estreno en España y de la que hasta dudo que consiga abrirse camino en las televisiones.

Una julay menopausica nos toca los güevos a todos

La tal Anna es una beba extraña y rara que parece recordar a ratos algo relacionado con el asesinato de un chamo. Vive con su hija y su nieta y tras su divorcio, busca encontrar un macho que la empale hasta los pelos de los huevos en eventos para solteros. En uno de ellos es donde al parecer conoció al hombre que ha muerto. Un detective londinense que trata de resolver el caso se encoña de la beba y se pone peor que Dinio cuando estaba enamorado de Marujita Díaz.

Esto es lo que normalmente llamamos una puta mierda. Una película estúpida y absurda dirigida por un pollaboba al que le deberían arrancar los ojos y triturarlos para evitar que se los vuelvan a pegar. En ningún universo de seres normales alguien habría puesto un puto duro para que se consume este desastre pero claro, si eres el hijo de Charlotte Rampling y mamuchi está dispuesta a joder su carrera y hundir su reputación para que su retoño pueda aspirar a tener una profesión para la que definitivamente no está capacitado, pasan cosas como esta y tras el engaño llegó la decepción. La historia es aburrida hasta niveles de denuncia en la policía. El subnormal del director estaba tan fascinado porque le dejaron dirigirla que se regodea en planos de artista fracasado y esto no lo salva nadie. El guión no tiene ni pies ni cabeza, las historias secundarias son aún peores que la principal y ni siguiera el fabuloso Gabriel Byrne puede hacer nada y los ratos en los que me dormí de puro tedio abundaron. De los noventa y tres minutos de duración de la película, aburren ochenta y cinco, que deben ser los de metraje y se salvan los títulos de crédito. Teniendo solo dos protagonistas, siendo uno el detective y la otra con recuerdos vagos del muerto, hasta el tonto más tonto del universo sabe desde el segundo minuto quien es la asesina y el resto no es más que esperar a que el director se canse de intentar mostrarnos su incapacidad para el artisteo.

No voy a decir mucho más porque no lo vale. Si perteneces al Clan de los Orcos, esto está vetado para ti, te puede dañar irremisiblemente el poco cerebro que tienes. Si llevas GafaPasta y te crees un subintelectual, si se te ocurre ir a verla, te deseo todo lo mejor, siempre.


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