Ik wist het


Llegó San Valentín, que ahora es una fiesta comercial pensada para que la gente se gaste pasta sin más y en los cines neerlandeses se estrenó una especie de comedia romántica del país. Aunque inicialmente la iba a ver ese día, llovía y cancelé la reserva, la cambié para otro día, que también cancelé y fue en el tercer intento cuando finalmente la vi, una mañana y creo que yo solo en el cine. Está claro que mi interés en la película no incluía recibir baldazos de agua por el camino. La película se titula Ik wist het y jamás se estrenará fuera de los Países Bajos, ni siquiera con el atractivo título en español de truscoluña no es nación o el menos atractivo pero más literal de lo sabía o lo supe, que los neerlandeses están muy pero que muy limitados en tiempos verbales por culpa de su horrenda y terrorífica gramática.

Una julay está hasta la pipa del coño de su trabajo y lo que quiere es abrir una floristería y abrirse de piernas para que le coman el mejillón.

Resulta que una pava es mística o panoli, o quizás ambas cosas y sueña con el futuro, es como la pitonisa Lola, pero sin el glamour. Se encoña en que ha soñado con abrir una floristería, deja su trabajo, la abre, contrata de ayudante a una pava con la que soñó y después conoce a un pavo que vende bocadillos en un camión con el que también soñó y ya se abre toda para que la empale con gusto. Entre tanto sueño, resulta que sale otro pavo, uno con estudios y que parece más inteligente y entonces ella está confundida porque no sabe si lo mejor es montar un trío y que se la empeten por los dos puntos cardinales, o largar al listo y quedarse con el otro que está en sus sueños, o algo así.

Esto es lo que pasa cuando haces fritanga y no pones aceite limpia. La película es un desatino y jamás levanta cabeza, entre las gilipolleces de la tía, que vemos sus sueños y después vemos las mismas escenas en la vida real y la estupidez superlativa de todos los caracteres secundarios, abundan los momentos de vergüenza ajena. Además, abre una floristería que debe vender las flores más horripilantes del universo conocido, que la pava no sabe como hacer un ramo de flores y si extrapolamos eso a su vida sexual, el de los bocatas las va a pasar putas cuando quiera que le coma el maromo. La película se revuelca en estupideces que intentan camuflar como magia y misticismo pero siguen siendo estupideces. Va dando tumbos sin definirse y cuando al final ya llegan a los noventa minutos, ella elige un pavo corriendo para poner una escena de epílogo en la que todos son felices y comen mondongos. La acarajotada que contrató para su tienda también consiguió un friki y espero que no hagan película de esa, que era vieja y daba mal rollo.

Qué suerte que tienen los miembros del Clan de los Orcos porque cosas como estas jamás están a su alcance. Esto se lo pones a un sub-intelectual con GafaPasta y se le rompen, pero que seguro, los cristales de las GafaPasta.


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