Indiana Jones y la última cruzada – Indiana Jones and the Last Crusade


Por tercera semana, regresamos a un pasado bien pero que bien lejano para hablar de una película que para mí fue un clásico instantáneo y por desgracia, debía haber sido el final de una trilogía prácticamente perfecta y Steven Spielberg decidió años más tarde joderla y hacer una cuarta que no estuvo a la altura de las tres originales. Gracias al cine digital y a la total ausencia de los rollos de películas en los cines, algo que yo no hecho en absoluto de menos porque digan lo que digan los pollabobas y comemieldas que siempre abundan, el cine digital es maravilloso y nos permite volver a ver en una sala enorme cosas como En busca del arca perdida – Raiders of the Lost Ark o Indiana Jones y el templo maldito – Indiana Jones and the Temple of Doom o la película de hoy, Indiana Jones and the Last Crusade, la cual se estrenó en los cines en el verano de 1989 y llegó a España en septiembre de ese año con el título Indiana Jones y la última cruzada.

El julay que todos adoramos busca junto a su padre un vaso de vino viejo para cogerse una cogorza

Indiana Jones recupera el espíritu original y tras encontrar un diario de su padre, viaja a Italia a seguir el rastro del Santo Cáliz o algo parecido, el vaso ese que usaba el fundador de la religión vinculada a los presuntos tocadores de niños para cogerse las moñas con sus doce coleguitas, aunque tras haber visto la pintura de la Última Cena de Leonardo el tortuga Ninja, yo estoy convencido que eran once colegas y la pelleja que le sorbía el rabote. Volviendo a la peli, en esta historia Indiana se tropezará con su padre, con el que tiene una relación complicada y por supuesto, llevará a una hembra a su lado de aquí para allá y por descontado, irán a Egipto, que es el país en el que todas estas movidas tienen más sentido.

Harrison Ford vuelve a deslumbrarnos con una película en la que se lo pasa bomba y está fabuloso. Parecía difícil que superara a la primera peli de esta saga pero aquí lo consigue sin ningún problema. Está perfecto. A su lado y como su padre toca-pelotas tenemos a Sean Connery cuando ya era viejo pero no pleistocénico como hoy en día. La relación tirante y humorística entre ellos funciona del copón. Regresan algunos protagonistas de la primera película y nos ahorramos el niño. La historia es un engranaje perfecto de secuencias de acción con diálogos y cambios de escenario entre ellas, con los nazis metidos a buscadores de tesoro, los malos malísimos y las boberías que solo pueden ocurrir en una película de Indiana Jones. La chica en este caso era Alison Doody y no creo que hiciese mucho tras esta peli porque no recuerdo ni su nombre ni su cara de nada más. Al comienzo y como preámbulo de la historia hubo un segmento con River Phoenix haciendo del joven Indiana Jones. Se supone que el colega iba a hacer más películas de la saga pero se juntó con un grupo de truscolanes y murió de sobredosis en la calle como todos sabemos. Esto es un clásico, una película para la que no pasa el tiempo y que hoy en día es tan buena como cuando se estrenó.

Hasta el más básico y zafio de los miembros del Clan de los Orcos no tiene perdón si no ha ido a ver esta película. Lo mismo se puede decir de los sub-intelectuales con GafaPasta. Este es el estándar por el que se mide el cine de acción. Una película obligatoria para todo el mundo.


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