Este verano parece que al género del terror mal denominado le han dado un empujón y no dejan de aparecer en cartelera películas que los más incautos pueden pensar que son de miedo, sobre todo si van y leen en IMDb, pero en realidad son de sustos y de alguna angustia, pero no de terror. Una de ellas tiene de protagonistas a cocodrilos, que son una versión más evolucionada de las ratas asquerosas de los truscolanes. La película en cuestión se titula Crawl y en España se estrena al final de agosto con el pomposo título de Infierno bajo el agua y como solo hay una escena bajo el agua y dura menos de treinta segundos, me pregunto qué tipo de harina esnifa el gilipollas que le puso el título en español, o quizás sea uno de esos truscolanes que han salido de su provincia.

Una julay pollardona vuelve a casa a buscar a su papuchi que ya no la toca en medio de una alerta por huracán y acaban con la keli infestada de okupas truscolanes y cocodrilos y definitivamente, sin chimpún.

La trama es altamente sofisticada. Una pava que no se habla con su padre decide ir a la casa después de años porque hay un tormentote a punto de llegar, han comenzado las evacuaciones forzosas y él no da señales de vida a su otra hermana. Después de saltarse un control de poli llega a la keli y se lo encuentra herido en el sótano por ataque de cocodrilo y quedan allí atrapados mientras afuera es un despiporre de tormenta y de cuando en cuando muere un pollardón o dos y la cosa empeora y cada vez hay más lagartos en la barriada periférica aquella.

Esto es una de esas polladas que se hacen para la tele, es un telefilm estirado como el chicle para ponerlo en los cines. La cantidad de terror que tiene se aproxima al cero absoluto, hay sustos que se esperan porque la música y el movimiento del agua anuncia el ataque inminente de un cocodrilo y todos sabemos que será súbito y terrible. En ningún momento sientes miedo, aunque hay escenas que dan asco. Tampoco había mucha angustia, si estás en un sitio infestado de cocodrilos en medio de una tormenta, jó-de-te con la que te va a caer. El director no tenía ganas de complicarse la vida, los guionistas ya estaban felices por haber cobrado su sueldo y los actores son de esos desconocidos que ni recuerdas haber visto anteriormente en tu vida cinematográfica ni los volverás a ver. La película se revuelca en su propia mediocridad y no se cansa de recordarnos que es un telefilm, con los planos esos que gustan tanto en la tele y que no funcionan muy bien en el cine. No es mala, es mediocre y para lo único que sirve es para matar hora y media de tu vida.

Si eres un miembro del Clan de los Orcos, igual hasta te gusta. Para los sub-intelectuales con GafaPasta esto es algo que mejor evitáis.