Into the Jungle


Este año he visto más documentales en el cine que en cualquier otro año y seguramente habría que sumar un buen puñado para llegar a la cantidad que he visto. En una época de sequía de películas, han descubierto que existe un montón de historias interesantes y que la gente (o los pocos que pueden entrar al cine) está dispuesta a ver. El de hoy se titula Into the Jungle y al parecer solo se ha estrenado en Australia y los Países Bajos, así que en España tendréis que rastrear la programación de La2 por el título en español, que es truscoluña no es nación.

Unos julays se mudan a una barriada ultraperiférica llena de unos pavos que en cualquier calle de mi barrio dan miedo.

Resulta que un pavo y su mujer están muy afligidos porque una especie de canguro que vive en Papua Nueva Guinea está a punto de desaparecer y se mudan para allá pa’salvarlos. Cuando llegan, aquello está más bien a la altura de la edad de piedra o quizás más lejos y se encuentran que en realidad, la única manera de salvar a los canguros, que esta gente los usa como alimento básico, es introduciendo el agua corriente y los retretes y enseñándolos a criar conejos, pero no como el de la Lole o la Veneno, sino de los otros que cuando te los comes tienen más substancia.

En realidad, la pareja se grabó durante un montón de años y grababan sus aventuras y desventuras por allí y la película es el resumen en hora y media de más de una década de su vida y es increíble por lo retrasada que está la gente en aquel país y por lo que tuvieron que pasar estos dos para cambiar una sociedad entera, poblacho a poblacho, para que dejaran de matar los canguros y comieran conejos y por el camino, eso les traía agua y retretes colectivos. La película es fascinante como la obesidad de la chama, que ni pasando hambre y miseria en aquel país perdió peso, que ella seguía arrastrando sus lorzas por la jungla con una gracia que no veas. La historia es super-hiper-mega interesante, con estos dos criando a su bebé en un entorno que cualquier madre jinameña consideraría más hostil que su barriada, en donde no entra ni la pasma.

Estos dos, pasándolas putas y canutas y viviendo en condiciones terribles, han conseguido cambiar las vidas de más de diez mil indígenas y no solo salvar de la extinción una especie de canguros, sino que ya son dos y otros animales. La película debería ser de visionado obligatorio en colegios, cuando los chiquillos no pueden huir. Al estar totalmente hecha por ellos, tiene también algunas chorradas y esta clarísimo que a esta pareja les gusta un melodrama seriado más que una buena taza de café y a veces se les va el baifo al cielo con esas cosas, sobre todo cuando uno de ellos volvía a Australia y se despedían.

Si eres un miembro del Clan de los Orcos, esto no es para ti. Sí que puede interesar a los más jóvenes de los sub-intelectuales con GafaPasta.


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