La chamba desde pa’llá bajo


Llevo ya tres semanas con ese nuevo sistema llamado trabajando desde el extranjero, que en realidad es trabajando desde casa, solo que en este caso, casa, es España, o más bien, Gran Canaria, con lo que para la empresa es trabajando desde el extranjero porque en lugar de estar en los Países Bajos, estoy en otro continente, a tres mil quinientos kilómetros e incluso en otra zona horaria. Teniendo mi ordenador, mi teléfono del trabajo y unos auriculares, no ha habido ningún problema, lo he podido seguir haciendo todo, solo que a otro ritmo. La empresa cerró por completo durante la semana de Navidad, es decir, teníamos una semana de tres días laborales que cerraron y yo acordé con mi jefe elegir mis tres días de vacaciones cuando me conviniese más, o sea, cuando fuera a bucear y en esa semana no hubo ningún buceo interesante. Acabé con una primera semana de trabajo desde el extranjero de cinco días laborables, la segunda y la tercera, en la que estamos, de tres días laborables y la próxima, también de tres días laborables. En los fines de semana y en los días realmente festivos, 25 y 26 de diciembre y el 1 de enero, fueron días de playa y los otros, los que yo elegí, fueron días de buceo.

Para aprovechar más mi tiempo, en vez de usar el horario Canario, opté por levantarme temprano, un poco antes de las seis y media, que serían las siete y media en la oficina y trabajar desde esa hora hasta las cuatro de la tarde, que para mí son las tres, con lo que todos los días me quedaban más de dos horas de playa tras el trabajo, de siesta en la arena y de un soberbio helado de dos bolas todos los días. En la primera semana, por las tardes, fui al cine varias veces y vi todo el cine español y como desde entonces no ha cambiado la cartelera, ahí se acabó el cine.

En la semana en la que la empresa estaba cerrada y yo laburaba, pude acabar un montón de cosas que estaban pendientes y repartir marrones en el Atlántico y en el Pacífico y como allí también estaban de vacaciones, no hay satisfacción mayor que saber que se los encuentran cuando vuelven y se llevan su tremendo disgusto.

Y ahora llegamos al tramo final, me quedan tres días de chamba y uno de buceo antes de regresar y parece que lo haré cuando a los Países Bajos lleguen unas mini-heladas, con lo que el cambio de escenario será más traumático. Me pillará con un color fabuloso y sin carencia alguna de vitamina Dé, que yo he tenido mis dosis de sol y además, he podido salir a correr todos los días con temperaturas algo cálidas para mí, pero fabulosas. Tras el regreso a los Países Bajos me esperarán tres semanas complicadas y en las que parecen haberse juntado un montón de los temillas que llevo tratando desde hace meses.


Una respuesta a “La chamba desde pa’llá bajo”

  1. Tu disfruta en tu tierra lo que puedas, al final es lo que queda, mas que la plata, y eso que te pagarán igual, supongo…
    Salud

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